Tetas y biberones
Toda la vida se ha dicho que ser madre es muy dif¨ªcil. Es verdad, una verdad como la copa de un pino. Lo que nadie hab¨ªa explicado es que la dificultad no radica en la relaci¨®n misma entre la madre y el hijo. No, se?or. La relaci¨®n entre una madre y su beb¨¦ es clara, pulcra y limpia como el agua del riachuelo de Heidi. El aut¨¦ntico problema de la maternidad son los dem¨¢s, todos los dem¨¢s, el resto de seres racionales b¨ªpedos con boca y, por lo tanto, con capacidad de emitir una opini¨®n.
Por lo visto, tener un beb¨¦ es como ser un personaje p¨²blico: da carta blanca a cualquier desconocido para decirte lo que piensa en el momento en el que le parezca bien.
En la ¨²ltima semana he tenido el honor de escuchar la inestimable opini¨®n pedi¨¢trica de una vendedora de la ONCE, dos ancianos de parque, una adolescente con gafas y un frutero. Afortunadamente, supe ignorarles a todos con elegancia. Lo dif¨ªcil de verdad fue lidiar con el tropel de ginec¨®logos, matronas y pediatras que pasaron por la habitaci¨®n del hospital despu¨¦s del parto. ?De verdad nadie les ha dicho que estar¨ªa bien que se pusieran de acuerdo? Por caridad. Est¨¢s reci¨¦n parida. Sujetas a tu beb¨¦ como si fuera de cristal caro, completamente aturdida por su llanto, e intentas que coma de tu pecho. Un se?or de bata blanca entra y te dice que los primeros d¨ªas refuerces su alimentaci¨®n con biberones para que no pase hambre. T¨² dudas; hab¨ªas o¨ªdo que el biber¨®n no era recomendable, pero conf¨ªas en el m¨¦dico y acabas por claudicar. Tres minutos despu¨¦s, feliz y relajada, le das el biber¨®n a tu beb¨¦. Crees que has hecho lo correcto.
Entonces entra en la habitaci¨®n otra mujer de bata blanca. Se lleva la mano a la boca con horror y te mira como si el biber¨®n fuera una navaja suiza. Te recomienda en¨¦rgicamente evitar los biberones para que el beb¨¦ no se vicie y acabe rechazando tu pecho. As¨ª que sueltas el biber¨®n como si estuviera lleno de cianuro, y le vuelves a enchufar el pez¨®n otra vez. Antes de salir, la mujer de bata blanca aconseja que le des siempre diez minutos de cada pecho.
Despu¨¦s, como en una obra de teatro mala, entra otro m¨¦dico. Te ordena darle s¨®lo un pecho en cada toma, porque la grasa del final de cada teta es lo m¨¢s importante para el crecimiento del beb¨¦. Aconseja, si eso, darle un poco de biber¨®n despu¨¦s de que el beb¨¦ se haya acabado el pecho. T¨² le miras, como intentando entender el chiste. Pero no hay chiste. El se?or se va y t¨² no sabes qu¨¦ hacer. Tienes al ni?o llorando desconsoladamente en el regazo, una teta en una mano y un biber¨®n en la otra. Y lo ¨²nico que piensas es que necesitas un ordenador inmediatamente para buscar m¨¢s opiniones por Internet.
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