Un Lope despu¨¦s de Lope
Cuando escribi¨® El castigo sin venganza, Lope de Vega hab¨ªa sido desplazado del centro de la vida teatral madrile?a por una generaci¨®n de j¨®venes autores culteranos, alguno de los cuales contaba ya con el favor de palacio: tambi¨¦n entonces al poder le interesaba adornarse con el prestigio inherente a lo nuevo. En la punta de aquel grupo de treinta?eros figuraba Pedro Calder¨®n de la Barca, que ya hab¨ªa compuesto tragedias como El pr¨ªncipe constante. Lope, cansado de competir con ellos en los corrales de comedias, hubiera querido un puesto en la Corte o que Felipe IV le hubiera seguido encargando obras para el Real Alc¨¢zar.
El castigo sin venganza es la respuesta que el creador de la comedia nueva da a quienes, tras los ¨¦xitos de Calder¨®n, buscaban enfrentarle a ¨¦l: una tragedia a la manera de las de sus rivales pero m¨¢s ce?ida a¨²n, sin subtramas, cincelada a golpe de soliloquio (sus di¨¢logos son mon¨®logos camuflados); una manera de demostrar que ¨¦l era el mejor, aun bati¨¦ndose con las armas del enemigo. Por eso la subtitul¨®: Cuando Lope quiere, quiere.
EL CASTIGO SIN VENGANZA
Autor: Lope de Vega. Int¨¦rpretes: Gerardo Malla, Rodrigo Arribas, Jes¨²s Fuente, Alejandra Mayo, Lidia Ot¨®n, M. S¨¢nchez Ramos, B. Ponce de Le¨®n, Bruno Ciordia y Jes¨²s Teyssiere. Direcci¨®n: Ernesto Arias. Teatros del Canal. Hasta el 27 de febrero.
Es un montaje sin artificios ni invenciones de puesta en escena
Inspirada en una novela de Bandello, gran suministrador de argumentos del teatro ¨¢ureo y del shakespeariano, El castigo sin venganza cuenta el sino fatal de Casandra y Federico, su hijastro, enamorados desde que la suerte los cruz¨® a la orilla de un r¨ªo, cuando ella iba a conocer a su prometido, el duque de Ferrara, padre de Federico. Ante su flechazo, nada puede el libre albedr¨ªo: la marcha del duque a la guerra deja expedita una pasi¨®n que lleva a los amantes al despe?adero. En su desolador final apenas hay moraleja. Es m¨¦rito de la joven compa?¨ªa Rakat¨¢ rescatar este Lope despu¨¦s de Lope de su intermitente olvido y haberlo montado con pericia.
Ernesto Arias, actor de La Abad¨ªa, se revela en los Teatros del Canal como fino director de actores: el peso de su montaje a la inglesa, sin artificios ni invenciones de puesta en escena, recae en la interpretaci¨®n desnuda de un texto donde poes¨ªa y acci¨®n psicol¨®gica se entreveran magistralmente. Rodrigo Arribas consigue que el desbordante tsunami emocional que azota a su personaje vaya por dentro, con una presi¨®n que hace cre¨ªbles la prudencia, el arrojo y la cobard¨ªa sucesivos con que Federico se conduce; Jes¨²s Fuente cuadra un gracioso categ¨®rico y afilado: ambos actores han crecido exponencialmente desde Fuenteovejuna.
Lidia Ot¨®n est¨¢ exacta como corte de bistur¨ª, en el papel de Aurora, bisectriz del tri¨¢ngulo is¨®sceles formado por hijo, padre y madrastra. El elenco tiene buen nivel medio, con picos y valles. Sobran el relato did¨¢ctico y la m¨²sica cinematogr¨¢fica metidas a cap¨®n en la primera escena, podada con hacha. La escenograf¨ªa, funcional, pod¨ªa estar mejor empastada en color y texturas.
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