Lo tienen todo, excepto a sus padres
Crecer sin ver apenas a los progenitores multiplica los problemas de la adolescencia - Menores de familias acomodadas ingresan en internados y centros tutelados por la poca dedicaci¨®n a los hijos
Lo tienen todo menos lo imprescindible. Casas confortables, padres con profesiones de ¨¦xito, toda la tecnolog¨ªa casera disponible en el mercado, ropa de marca, dinero para gastos, caprichos... Pero les falta algo. Los adolescentes urbanos procedentes de familias de clase media y media alta empiezan a llenar las consultas de psic¨®logos y pediatras sociales aquejados del mal de la soledad. Han crecido casi por su cuenta, a cargo de cuidadoras ajenas a la familia, y sus padres, ocupados a tiempo completo en mantener el estatus social, carecen del tiempo que ellos demandan. Las consecuencias suelen ser perversas: trastornos de conducta, agresividad, enfrentamientos constantes con los padres... Y tambi¨¦n una tendencia al aislamiento preocupante. Tanto, que algunos adolescentes han empezado ya a ser catalogados en situaci¨®n de riesgo y enviados temporalmente a pisos tutelados por la Administraci¨®n.
"La v¨ªctima siempre es el menor", asegura la psic¨®loga Blanca Betes
A medida que avanza la terapia asoma el sentimiento de culpa
La "negligencia por omisi¨®n del deber" conlleva la p¨¦rdida de la custodia
En Espa?a hay 35.000 menores en centros tutelados por la Administraci¨®n
"A veces, lo peor de los ni?os son sus padres", dice el pediatra Jes¨²s Garc¨ªa
Los veganos que ponen en peligro a sus hijos pierden la patria potestad
Es una circunstancia ins¨®lita, porque este tipo de centros -con capacidad para alrededor de media docena de chicos y chicas adolescentes, asistidos por psic¨®logos y trabajadores sociales- han estado habitados hasta ahora exclusivamente por chavales de familias desestructuradas, aquellas en las que los progenitores est¨¢n en prisi¨®n, o enfermos sin medios de subsistencia, parados sin futuro y toxic¨®manos en el amplio sentido de la palabra, la mayor¨ªa alcoh¨®licos. Ahora, sin embargo, empiezan a compartir habitaci¨®n con adolescentes ricos a quienes nadie hubiera imaginado bajo la tutela de los servicios sociales de las comunidades aut¨®nomas. El nexo entre unos y otros es el desamparo.
En algunos casos los padres delegan el problema en la Administraci¨®n; en otros, se sigue optando por el internado, dependiendo de su pertenencia a la escala baja o alta de la clase media. Seg¨²n los expertos, ambas f¨®rmulas de alejamiento del menor conflictivo del hogar se da cada vez con m¨¢s frecuencia y aflora a edades m¨¢s tempranas.
Estas conductas antisociales ?obedecen a una venganza de los adolescentes contra los progenitores por haberles sometido a un semiabandono de hecho? ?O es su manera de protegerse del desvalimiento propio de los a?os m¨¢s confusos de la existencia? ?Se recuperan socialmente estos chicos dif¨ªciles y solitarios?
"La v¨ªctima siempre es el menor", asegura Blanca Betes, responsable de la cl¨ªnica madrile?a Psiceduca, especializada en trastornos de la adolescencia. "Son situaciones dif¨ªciles que se pueden tratar con bastantes garant¨ªas de ¨¦xito si a¨²n no han entrado en la adolescencia. Despu¨¦s es peor. Cuanto m¨¢s se aplaza el problema menos soluci¨®n hay. Son terapias largas, con un coste econ¨®mico en ocasiones elevado y que requieren tiempo. Lo primero no es problema, casi siempre llegan a la consulta familias bien situadas. Lo dif¨ªcil es el tiempo. Viajan mucho, est¨¢n liad¨ªsimos. Alegan que no pueden y les creemos, porque llevamos un tren de vida fren¨¦tico del que es muy dif¨ªcil bajarse".
Pero se paga un precio alto por ello. El menor se enmara?a a¨²n m¨¢s en la espiral del conflicto y la desesperanza. Los padres se muestran derrotados y lamentan la desgracia de tener un hijo as¨ª.
El primer contacto con los profesionales proviene habitualmente de la madre. Aunque ambos progenitores trabajen, sigue siendo ella la que busca tiempo para recurrir a la ayuda de los expertos. El lamento inicial tiene un patr¨®n com¨²n, seg¨²n Blanca Betes: "Mi hijo es un desastre, no va a clase, suspende todo. Est¨¢ agresivo, nos insulta y hasta nos pega. Vivimos en el infierno". Los padres siempre echan la culpa a los hijos. Se sienten v¨ªctimas de una injusticia: han dado todo por ellos y solo reciben disgustos. A medida que avanza la terapia, asoma el sentimiento de culpa. Al final, asumen que, efectivamente, le han dado todo, excepto su tiempo. Y no es un detalle menor.
Con m¨¢s de una d¨¦cada de experiencia, Blanca Betes ha aprendido a traducir el lenguaje de los adolescentes: "Iros a la mierda", dirigido a los padres significa "estoy muy solo. No me quer¨¦is. No me cuid¨¢is. Tenedme en cuenta; incluidme en vuestras vidas".
"Muy a mi pesar", a?ade la directora de Psiceduca, "en ocasiones los chicos est¨¢n dispuestos a cambiar si sus padres tambi¨¦n lo hacen, porque se sienten muy desgraciados. Pero la falta de tiempo de los mayores lo estropea todo. Un caso reciente m¨ªo concluy¨® con el internamiento del chaval en un colegio de ¨¦lite de Suiza, porque a sus padres les resultaba imposible acudir a terapia".
A partir del alejamiento, bien sea en un piso tutelado o en un internado de lujo, el v¨ªnculo emocional corre serio peligro, seg¨²n los expertos. "El internado es percibido por el menor como 'no solo me has abandonado, sino que me alejas de tu vida". La reacci¨®n t¨ªpica es cerrarse a¨²n m¨¢s en su grupo de amigos y mostrarse insultante y agresivo con la familia.
Algunos profesionales califican el desinter¨¦s de hecho de los padres como malos tratos. Lo denominan "negligencia por omisi¨®n del deber" y es causa de privaci¨®n de la patria potestad. En Espa?a hay 35.000 menores tutelados por las Administraciones, aunque no es posible obtener datos sobre cu¨¢ntos de ellos corresponden a la omisi¨®n del deber paterno. Arturo Canalda, defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, apunta la causa principal de la ausencia de estad¨ªsticas fiables: "Cada autonom¨ªa dispone de un sistema propio de calificaci¨®n del abandono, y lo que en algunas es desamparo en otras es riesgo, y viceversa. Ninguna tiene la obligaci¨®n de actualizar y especificar los datos, as¨ª que trabajamos un poco a ciegas, fi¨¢ndonos del instinto y la experiencia".
El pediatra social del hospital Infantil Ni?o Jes¨²s de Madrid Jes¨²s Garc¨ªa alert¨® a los senadores que consensuaron las l¨ªneas maestras de la futura reforma de la ley de adopci¨®n nacional de que "un padre soci¨®pata no es solo quien abandona, maltrata o abusa sexualmente de sus hijos, sino quien hace omisi¨®n del deber de paternidad". Y revel¨® que la negligencia es la segunda causa de maltrato de la Comunidad de Madrid. Fruto de esta actitud, se?ala, "son los trastornos emocionales graves derivados de un abandono de hecho".
Cuenta este pediatra, que adem¨¢s preside la Asociaci¨®n Madrile?a para la Prevenci¨®n del Maltrato Infantil: "Una madre, una profesional de mucho ¨¦xito, vino a mi consulta en demanda de ansiol¨ªticos para su hijo porque mandaba 1.000 mensajes de m¨®vil diarios. S¨ª, 1.000. Fui a ver su casa y su habitaci¨®n era la cabina del Voyager: home cinema, mp3, iPhone, Mp4, Wii, consolas... todo. Sin embargo, era uno de los ni?os m¨¢s desamparados que he visto. Sus trastornos eran una llamada desesperada de atenci¨®n dirigida a los padres, a los que pr¨¢cticamente no ve¨ªa". Tras una terapia dura y prolongada, el caso empieza a arreglarse y el muchacho se est¨¢ tambi¨¦n recuperando de lo que los pediatras denominan ya "la sordera del MP3", que da?a la capacidad auditiva, y la "artritis metacarpofal¨¢ngica" de su mano derecha, resentida por tanto sms.
Otra pareja que pas¨® recientemente por su departamento en el Ni?o Jes¨²s no pudo resolver el problema y perdi¨® definitivamente la custodia por omisi¨®n del deber paterno. Eran dos ejecutivos veganos [vegetarianos estrictos] cuyo hijo presentaba encefalopat¨ªa grave por carencia de vitamina B12 y ¨¢cido f¨®lico, "con unos retrasos mentales tremendos".
Este y los otros menores que han pasado por la misma causa a disposici¨®n de los servicios de protecci¨®n de la Comunidad de Madrid padecen "encefalopat¨ªa hip¨®xico isqu¨¦mica", lo que les convierte en dependientes de por vida. "A veces, el peor problema de los ni?os son los padres", concluye el pediatra, que combate con energ¨ªa la teor¨ªa que surgi¨® en los a?os sesenta -y a¨²n sigue vigente en determinados ambientes- de que es mejor dedicar a los ni?os "tiempo cualitativo", es decir, poco tiempo pero proveniente de progenitores realizados, como se denominaba antes, que "tiempo cuantitativo": muchas horas, pero de madres presuntamente amargadas por su condici¨®n obligada de amas de casa. "Ni cuantitativo ni cualitativo", ataja el doctor Garc¨ªa. "Los ni?os necesitan tiempo a secas".
En este contexto, ?no se estar¨¢ estigmatizando a este tipo de padres se?al¨¢ndoles con el dedo acusador? ?No remueve esta situaci¨®n el inc¨®modo sentimiento de que triunfar en el trabajo implica descuidar a la familia? O su reverso: ni?os esmeradamente cuidados, ascensos imposibles, sobre todo en el caso de la mujer. ?Siguen los estereotipos vigentes?
"Como en todo, hay que buscar el equilibrio. Pero en las actuales circunstancias no es f¨¢cil", comenta Jes¨²s Poveda, psiquiatra de la Universidad Aut¨®noma de Madrid y especialista en patolog¨ªas de la adolescencia. "Los dos son a la vez culpables y v¨ªctimas. La educaci¨®n de los hijos es su responsabilidad, pero si no se sabe o no se puede hacer mejor, el conflicto est¨¢ asegurado". Muchos de estos padres son v¨ªctimas, a su vez, de la educaci¨®n err¨®nea que ellos mismos recibieron, y reproducen modelos dif¨ªciles de digerir para los j¨®venes de la era digital.
"Antes los adolescentes ten¨ªan m¨¢s f¨¢cil vivir lo que los psiquiatras llamamos 'factor de pertenencia' a trav¨¦s de la familia extensa y los amigos del barrio. Pero hoy eso rara vez lo tienen, y como el mundo real les resulta hostil buscan su pertenencia en el virtual. Vemos que tienen 500 amigos en Tuenti y ninguno en el barrio. No sirve".
A los padres, se?ala este psiquiatra, hay que ayudarles a distinguir lo necesario de lo urgente. "Cuando suena la alarma de la extrema gravedad -por ejemplo, un intento de suicidio por parte del menor- se apresuran a cambiar el horario laboral o buscan otro trabajo que les permita estar por la tarde con los hijos. Le han visto las orejas al lobo".
Jes¨²s Palacios, catedr¨¢tico de Psicolog¨ªa Evolutiva y de la Educaci¨®n de la Universidad de Sevilla, no culpa ni exime a nadie. Solo destaca que "hay una curva ascendente de padres de clase media alta cuyos trabajos resultan tan absorbentes que no han prestado la atenci¨®n debida a los hijos. Cuando eso se junta a los problemas de la adolescencia, ya han perdido el control de la situaci¨®n familiar". En tales circunstancias, primero intentan que los educadores y los psic¨®logos remedien el problema. "Al final, ellos mismos piden a la Administraci¨®n que se haga cargo de los hijos", a?ade Palacios.
El juez de menores de Granada Emilio Calatayud asegura: "El perfil del adolescente que agrede a sus padres o delinque a trav¨¦s de Internet o del m¨®vil es de clase social acomodada, que lo ha tenido todo en el aspecto material y ha crecido solo, sin nadie con autoridad para marcar l¨ªmites".
Este juez se hizo popular por dictar sentencias en las que colocaba al menor en el lugar de la v¨ªctima o su entorno. Si un chico apedreaba los cristales del instituto, la pena consist¨ªa en limpiarlos durante unos meses; si agred¨ªa a un compa?ero m¨¢s d¨¦bil, le obligaba a convivir con discapacitados; si hab¨ªa conducido borracho, a ayudar a los tetrapl¨¦jicos. As¨ª ha conseguido ¨¦xitos en la reinserci¨®n de menores, pero ahora asegura sentirse algo desbordado por chavales agresivos con el entorno familiar y ciberdelincuentes reincidentes. Chicos que son separados temporalmente de sus padres y enviados a pisos tutelados. Al mismo tiempo, y si se cuenta con medios, se intenta que los progenitores cambien sus prioridades: sus hijos por delante del ¨¦xito profesional. "M¨¢s no podemos hacer".
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