Italianas en la calle
Crece el rechazo popular contra la degradaci¨®n del cargo que protagoniza Silvio Berlusconi
Como en cada una de las ocasiones anteriores en que sus actos han sido criticados, ridiculizados o trasladados a los tribunales, el primer ministro italiano ha reiterado ayer que no dimitir¨¢. Silvio Berlusconi ha acudido a su letan¨ªa favorita -no me mover¨¢n- para acusar de todos sus males al habitual contubernio de la deslavazada oposici¨®n centroizquierdista y de un sector del poder judicial. Entre esos males se incluyen por vez primera las multitudinarias manifestaciones femeninas que han tomado las calles para defender su dignidad de mujeres y protestar por el esc¨¢ndalo sexual que relaciona al jefe del Gobierno con menores.
Si el domingo eran las protestas masivas, antes han sido el toque de atenci¨®n de la poderosa patronal italiana, las oblicuas presiones vaticanas o el continuado descenso en la apreciaci¨®n del primer ministro que muestran las encuestas de opini¨®n. Ninguno de esos factores ha hecho mella hasta ahora en la determinaci¨®n para mantenerse en el cargo de este superviviente por antonomasia que es Berlusconi, tras 18 a?os de carrera pol¨ªtica.
Il Cavaliere conocer¨¢ esta semana si la judicatura le procesa, a petici¨®n de los fiscales de Mil¨¢n, por comprar los servicios de una prostituta menor de edad e intentar ocultarlo vali¨¦ndose de su posici¨®n, delitos graves que acarrean a?os de c¨¢rcel. Al margen de los tecnicismos que centran el caso, una acusaci¨®n formal contra el jefe del Gobierno conducir¨ªa probablemente a Italia a un grave enfrentamiento institucional, toda vez que este mismo mes la C¨¢mara Baja apoyaba al primer ministro al rechazar una petici¨®n fiscal para efectuar un registro en busca de pruebas.
Porque es Italia, a estas alturas, la principal damnificada. Un pa¨ªs v¨ªctima del comportamiento irresponsable de un pol¨ªtico y magnate al que se le dan un ardite las grav¨ªsimas acusaciones que pesan sobre ¨¦l y que intenta por todos los medios blindarse a la acci¨®n de la justicia. Es m¨¢s que improbable una situaci¨®n similar en cualquier otra democracia consolidada de Europa. La permanencia numantina en el cargo de Berlusconi, que pilota un Gobierno extremadamente d¨¦bil, expuesto sin tregua a los focos de los medios de comunicaci¨®n a prop¨®sito de sus arbitrariedades y esc¨¢ndalos (no solo sexuales), ahonda el foso de la credibilidad italiana. El pa¨ªs transalpino merece ser representado en la escena mundial en condiciones m¨¢s respetables.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.