Camino de perfecci¨®n
Las articulaciones del pie de una bailarina crujen con el estruendo de las placas tect¨®nicas en una de las poderosas im¨¢genes que abren la ¨²ltima pel¨ªcula de Darren Aronofsky: un plano detalle que transforma el cuerpo de Natalie Portman en inesperado escenario de una pel¨ªcula de cat¨¢strofes.
Como ya hiciera en la precedente El luchador, el cineasta se apropia del cuerpo de su protagonista para convertirlo en cordero sacrificial, objeto condenado a la extenuaci¨®n expresiva a lo largo de un tour de force formal que antepone, aqu¨ª, la estilizaci¨®n high class a esa falsificaci¨®n de una crudeza visceral que caracterizaba a la pel¨ªcula anterior. Ser¨ªa, no obstante, un error descifrar Cisne negro tan solo a la luz de El luchador: el cineasta parece haber logrado aqu¨ª la s¨ªntesis perfecta de su po¨¦tica, pues, m¨¢s all¨¢ de esa exploraci¨®n del cine como prolongaci¨®n del body art, su pel¨ªcula propone una inmersi¨®n, sin asideros, en las profundidades de una subjetividad fracturada, prolongando las propuestas de Pi (1998) y R¨¦quiem por un sue?o (2000).
CISNE NEGRO
Direcci¨®n: Darren Aronofsky. Int¨¦rpretes: Natalie Portman, Vincent Cassel, Barbara Hershey, Mila Kunis, Winona Ryder.
G¨¦nero: Terror. EE UU, 2010.
Duraci¨®n: 108 minutos.
Cisne negro cuenta una historia aparentemente sencilla, pero, tras cada una de sus im¨¢genes y sus sonidos -en el cine de Aronofsky ni un ¨ªnfimo grano de celuloide es inocente-, se oculta un sofisticado dispositivo formal que amplifica el alcance de sus transparentes met¨¢foras. El director juega con im¨¢genes -los ecos del rostro de la Portman- y sonidos -el batir de las alas de un cisne- casi subliminales para colocar al espectador en el centro mismo del laberinto interior de Nina, la bailarina que abraza su lado oscuro, desborda su sexualidad reprimida y asume su autodestrucci¨®n en su demoledor camino a la perfecci¨®n.
Es inevitable mencionar Las zapatillas rojas (1948) como gran referente, pero, en este juego a la vez culterano y efectista que no renuncia a evocar Repulsi¨®n (1965), Lo importante es amar (1975), Carrie (1976), Perfect Blue (1998) e incluso Showgirls (1995), quiz¨¢ lo m¨¢s sorprendente sea su reivindicaci¨®n del formalismo grandguignolesco del giallo: Cisne negro, que lanza no pocos gui?os a la trilog¨ªa de Las tres madres de Argento, ser¨ªa, en suma, la perfecta hermana aristocr¨¢tica de su Terror en la ¨®pera (1987). El cl¨ªmax final conquista la grandeza de lo inefable: una apoteosis de cine puro, que de ning¨²n modo puede (ni, por supuesto, merece) ser reducida a palabras.
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