Elecciones y violencia en M¨¦xico
A partir de 2008 se dispar¨® el n¨²mero de homicidios; en 2010 fueron entre 28.000 y 29.000. La guerra de Calder¨®n contra el crimen organizado es sangrienta y f¨²til. Pero ello no le asegura al PRI el regreso al poder
Seg¨²n el diario Milenio de la Ciudad de M¨¦xico, el 4 de febrero fue el d¨ªa m¨¢s violento del sexenio del presidente Felipe Calder¨®n: fallecieron 63 mexicanos en incidentes vinculados a la guerra del narco. Durante todo el mes de enero, las ejecuciones de unos y otros por unos y otros sumaron 920, comparado con 860 en enero de 2010, 463 en 2009, 250 en 2008, y 232 en 2007, reci¨¦n llegado Calder¨®n al poder. No obstante, el 6 de febrero el propio Calder¨®n recibi¨® una buena noticia -una m¨¢s- en materia pol¨ªtica: su partido conquist¨® el Gobierno del peque?o Estado de Baja California Sur, contribuyendo a la quinta derrota del PRI en las elecciones estatales de los ¨²ltimos meses: Puebla, Sinaloa, Oaxaca, Guerrero, la propia Baja California, y para todos fines pr¨¢cticos tambi¨¦n en el central Estado de Hidalgo.
Los mexicanos no se tragan la historia de Calder¨®n de que todo es culpa de los narcos
En materia de violencia, inseguridad y miedo, el pa¨ªs est¨¢ hoy en su peor momento en 20 a?os
Estas dos tendencias contradictorias -la violencia que sigue creciendo, y las elecciones que el PRI sigue perdiendo- definen el perplejo momento que vive M¨¦xico al iniciarse la sucesi¨®n presidencial de 2012.
Abundan las explicaciones, tanto casu¨ªsticas como tendenciales, de la retah¨ªla de reveses que ha sufrido el PRI en las elecciones citadas, algunas hasta c¨®micas: por ejemplo, no es derrota si se pierde en un Estado que no se gobernaba. Es decir, si el PP pierde las pr¨®ximas elecciones legislativas en Espa?a, no ser¨¢ una derrota porque no est¨¢ en el Gobierno. Es cierto que las razones del fracaso pri¨ªsta en Oaxaca no son las mismas que en Sinaloa, que a su vez son distintas a las de Guerrero, que se diferenciaron de la debacle de Baja California Sur. Y tambi¨¦n es obvio que no es lo mismo esta ¨²ltima entidad, la menos poblada del pa¨ªs, que el Estado de M¨¦xico, el m¨¢s poblado y cuya elecci¨®n ser¨¢ en julio y crucial para la contienda presidencial del a?o entrante. Pero a reserva de que los especialistas descubran comportamientos electorales por ahora invisibles, podemos desde ahora aventurar una primera explicaci¨®n: la gente en M¨¦xico no quiere votar por el PRI. En los comicios que restan este a?o -Nayarit, Estado de M¨¦xico, Coahuila y Michoac¨¢n- es probable que pierda dos m¨¢s, gane uno holgadamente, y la moneda est¨¢ en el aire en el reino mexiquense de Enrique Pe?a Nieto, hoy d¨ªa el candidato puntero del PRI -y de todos- en la contienda presidencial.
No es imposible que exista un estigma pri¨ªsta imborrable: cualquiera que sea el candidato -bueno o malo, joven o viejo, honesto o corrupto, inteligente o tonto- el emblema del PRI mata su personalidad o lo hunde. Quienes pronostican un tsunami pri¨ªsta el a?o entrante deber¨¢n de conseguirse unos buenos binoculares para divisarlo a lo lejos en las aguas del Pac¨ªfico. No se ha acercado a costas mexicanas.
De existir ese estigma, se confirmar¨ªa la validez de la estrategia dise?ada desde 1999 para lograr la alternancia en el pa¨ªs y derrotar al PRI en condiciones sumamente adversas, por lo menos en esa ¨¦poca, y todav¨ªa ahora en muchos Estados. Consiste en convertir cada elecci¨®n en un refer¨¦ndum sobre la permanencia o regreso del PRI al poder, y obligar a los electores a definirse sobre este tema central, y no otro: ni qui¨¦n es el mejor candidato, o c¨®mo han gobernado las organizaciones pol¨ªticas alternativas, ni cu¨¢l es la situaci¨®n econ¨®mica y social de la entidad o del pa¨ªs, etc¨¦tera. La premisa de la campa?a de Vicente Fox hace 12 a?os fue que los mexicanos estaban hartos del PRI, y que si se le impon¨ªa al electorado una opci¨®n simple -seguir con el PRI o echarlo- se ganar¨ªa la elecci¨®n, sin importar en exceso el panorama nacional, la combinaci¨®n de virtudes y defectos del candidato, el talento o la mediocridad de su equipo, la estatura y habilidad del adversario.
La estrategia ha funcionado maravillosamente para ganar elecciones, pero no para gobernar. Como H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn y yo hemos dicho en nuestro libro anterior Un futuro para M¨¦xico y ahora en el reci¨¦n publicado Regreso al futuro, no sirve para transformar y construir un M¨¦xico pr¨®spero, equitativo y democr¨¢tico. Pero esa es harina de otro costal.
Si el PRI y el PAN encuentran una soluci¨®n de alianza en el Estado de M¨¦xico -y hay una muy buena, la exsecretaria panista de Desarrollo Social y de Educaci¨®n, Josefina V¨¢zquez Mota- pueden empezar a descarrilar el AVE de Pe?a Nieto, en pleno ascenso hacia el palacio presidencial de Los Pinos. Y si el PAN logra construir una candidatura ciudadana a la presidencia -interna o externa al partido- para 2012, puede repetir en el poder. Las elecciones realmente existentes, como se hubiera dicho hace algunos a?os, muestran que la restauraci¨®n en M¨¦xico es, por lo menos, incierta.
Y lo es a pesar de, y a la vez gracias a, la sangrienta y f¨²til guerra de Calder¨®n contra el llamado crimen organizado. Me explico. Por un lado, en materia de violencia, inseguridad y miedo, el pa¨ªs hoy est¨¢ peor que en cualquier momento de los ¨²ltimos 20 a?os. Por el otro, sin embargo, la culpa de todo ello puede achac¨¢rsele a los Gobiernos federales anteriores, y a los Gobiernos estatales actuales. Y la gran mayor¨ªa de ambos son... del PRI.
De acuerdo con las cifras del Instituto Nacional de Estad¨ªstica, Geograf¨ªa e Inform¨¢tica (INEGI), recopiladas por Fernando Escalante en la revista Nexos de diciembre, en 2007 tuvieron lugar en M¨¦xico 8.507 homicidios dolosos totales, no exclusivamente vinculados al narco, equivalentes a 8,2 por cada 100.000 habitantes. Esta cifra fue ligeramente superior a la de 2006, y la m¨¢s baja en 20 a?os.
La tendencia desde 1992 hab¨ªa sido claramente descendente. Pero a partir de 2008 se dispar¨®: 14.009 en 2008 y 19.809 en 2009, arrojando un promedio para ese a?o de 15,8 por 100.000 habitantes. A¨²n no est¨¢n disponibles las cifras para 2010, pero gracias a los c¨¢lculos de Kevin Casas-Zamora, de Brookings Institution en Washington, disponemos de una estimaci¨®n. Desde 2007, la relaci¨®n entre homicidios vinculados al narco y homicidios dolosos en total en M¨¦xico ha sido de dos a uno; el Gobierno mexicano ha proporcionado cifras de homicidios vinculados al narco para 2010 -15.273- y usando la misma relaci¨®n de dos a uno, a ojo de buen cubero el n¨²mero total de homicidios dolosos en M¨¦xico en 2010 alcanz¨® entre 28.000 y 29.000 por lo menos. Partiendo de una poblaci¨®n de 112 millones de habitantes, desembocamos en una proporci¨®n de homicidios dolosos por 100.000 habitantes de 27. Es decir, una cifra superior a cualquier que hayamos visto desde 1992, y muy parecida a las de otros pa¨ªses de Am¨¦rica Latina. Brasil en particular se sit¨²a en 25, Colombia en 32. M¨¦xico hoy es un pa¨ªs mucho m¨¢s violento que antes, y casi tan violento como varios pa¨ªses grandes de Am¨¦rica Latina, aunque obviamente no alcanza todav¨ªa los niveles de Centroam¨¦rica (con la excepci¨®n de Costa Rica) o de Venezuela.
Como es l¨®gico, entonces, la poblaci¨®n no solo no percibe una mejor¨ªa en la seguridad en M¨¦xico; siente que la violencia relacionada con el crimen organizado se ha acelerado. El 95% de los habitantes considera que las condiciones de seguridad existentes son iguales o peores que hace 12 meses, seg¨²n el INEGI. De acuerdo con su ?ndice de Percepci¨®n sobre la Seguridad P¨²blica (IPSP), en enero del a?o pasado, 92% de la poblaci¨®n pens¨® que la violencia fue igual o peor a la de un a?o antes. Respecto al futuro, 85% de la poblaci¨®n asegur¨® que las condiciones no se modificar¨¢n o empeorar¨¢n.
Los mexicanos obviamente no se tragan la historia del Gobierno calderonista de que todo esto es culpa de los narcos, pero tampoco responsabilizan a las autoridades. Esta aparente contradicci¨®n le abre una ventana a Calder¨®n: ligar al PRI con el narco, la corrupci¨®n y el crimen organizado, y preguntarle al electorado si quiere que vuelvan a Los Pinos los que crearon, seg¨²n el presidente, el desastre actual. Con dos o tres encarcelamientos -fundados o no, en M¨¦xico da m¨¢s o menos lo mismo- de gobernadores pri¨ªstas en funciones o en retiro, y con la amenaza a los votantes que solo un sucesor designado por Calder¨®n puede ganar la guerra, no es inconcebible la victoria electoral panista. Qui¨¦n sabe qu¨¦ quede del pa¨ªs, pero ya en campa?a, esa no suele ser la primera preocupaci¨®n de los pol¨ªticos.
Jorge Casta?eda, excanciller mexicano, es profesor de la Universidad de Nueva York y de la Universidad Nacional Aut¨®noma de M¨¦xico.
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