El bolero de Trueba y Mariscal
Queda claro despu¨¦s de ver esta pel¨ªcula en una sala de proyecci¨®n de Madrid y de charlar durante cuatro horas con sus inventores en Barcelona: lo l¨®gico y lo normal ser¨ªa que algo como Chico y Rita no existiese. Pero existe. De hecho, est¨¢ al caer: se estrenar¨¢ el d¨ªa 25 en 150 cines. Eso s¨ª: la cinta no llega comercialmente virgen a las salas espa?olas. Antes de este estreno celtib¨¦rico, que tiene en un ay a sus respectivos autores -rind¨¢monos a la evidencia: cada vez hay menos gente en los cines, y ¨²ltimamente esa terrible constataci¨®n no hace distingos entre casta?as de serie z y maravillas f¨ªlmicas-, la pel¨ªcula ha tenido digamos que un rodaje de lo m¨¢s intensivo y cosmopolita. Holanda, Canad¨¢ (festival de Toronto), Francia (festival de Les Arcs), Abu Dabi, Reino Unido, Irlanda... y Cuba (festival de La Habana) han sido ya testigos de esta historia de amor entre un pianista y una cantante en la Cuba de finales de los cuarenta. Decididamente, las estrategias de?marketing cinematogr¨¢fico son, como los designios del Se?or, inescrutables.
Trueba nunca hab¨ªa hecho animaci¨®n, Mariscal nunca hab¨ªa hecho un largometraje. Pero la mayonesa no se cort¨®
"Chico y Rita' es un homenaje al cine cl¨¢sico de los a?os cuarenta m¨¢s la osad¨ªa gr¨¢fica de Javier Mariscal", afirma Tono Errando
"No olvidar¨¦ cuando cog¨ª un cine en M¨¢laga solo para que Bebo viera la pel¨ªcula. Bebo lloraba", asegura Fernando Trueba
Para 96 minutos de pel¨ªcula fueron necesarios 25 dibujos por segundo. En total, 144.000 ilustraciones, que hubo que ejecutar cinco veces
Una pel¨ªcula as¨ª no tendr¨ªa que haber existido por variadas razones de ¨ªndole t¨¦cnica, financiera, psicol¨®gica y hasta filos¨®fica. Otra ¨ªndole ser¨ªa la que tiene que ver con los egos, capaces de organizar choques de trenes lo suficientemente frontales y violentos como para dar al traste con cualquier invento, por brillante que este sea. Y si bien es verdad que todo ciudadano sensato tiene el suyo, aun en lo m¨¢s rec¨®ndito y an¨®nimo de sus entretelas, cabe pensar sin temor a equivocarse que ni Javier Mariscal ni Fernando Trueba son due?os de los egos m¨¢s peque?os del mundo, dicho esto como halago, pues es sabido que en el cat¨¢logo de los egos caben los m¨¢s y los menos justificados. Estos andan bastante bien de justificaci¨®n, hay pruebas de ello.
Pero el caso es que las premisas de una pel¨ªcula como Chico y Rita pod¨ªan hacer pensar en un encontronazo de tal calibre, que el porvenir del proyecto no era sencillo. Un tipo cartesiano, racional, l¨®gico y profesionalmente mani¨¢tico hasta la extenuaci¨®n como es Fernando Trueba, frente / junto a otro et¨¦reo, nebuloso, genialoide y aparentemente ca¨®tico como Javier Mariscal, que lo mismo est¨¢ dibujando en su mesa de luz que hablando de los c¨®mics de Moebius o de cuando los hippies en Formentera. Descartes paseando con Picasso. La matem¨¢tica aplicada a la imaginaci¨®n y la imaginaci¨®n aplicada al producto. Un h¨ªbrido que, por ambas partes, llegaba virgen a la experiencia de rodar un largometraje de animaci¨®n: Trueba nunca hab¨ªa hecho animaci¨®n, Mariscal nunca hab¨ªa hecho un largometraje. "La mayonesa se pod¨ªa haber cortado, est¨¢ claro, pero no se cort¨®. Hubo mayonesa", explica Tono Errando, hermano de Javier Mariscal, experto en animaci¨®n y tercera e indispensable pata de esta pel¨ªcula improbable, de esta extraordinaria pel¨ªcula dibujada cuyo atisbo reivindicativo en boca de sus creadores queda claro: con m¨²sica, dibujos y algo de buena tecnolog¨ªa se pueden decir tantas cosas.
En tiempos duros como estos, en los que toda puesta en marcha de proyectos o declaraci¨®n de intenciones van precedidas de una irremediable melancol¨ªa tendente al des¨¢nimo, algo como que Chico y Rita llegue a las pantallas -a las benditas pantallas grandes, las de siempre- merece ser rese?ado por todo lo alto. Puede que se haya perdido ya para siempre o se est¨¦ perdiendo a pasos agigantados el concepto de belleza como valor vigente a defender y a admirar, pero no hay chispa de duda: esta es una pel¨ªcula cuyos autores cometen el imperdonable crimen de creer (y se comprende) que han logrado crear belleza. Casi nada.
La sudorosa magia del bolero y del mambo, la Negra Tomasa bailando, el embrujo inmanente del jazz, Budd Powell tocando, la orquesta del Tropicana, los bongos y las congas, Mario Bauz¨¢ y Dizzy Gillespie, Machito y Tito Puente, el sexo y el teclado de un piano, la dislexia como motor de genialidad, la sabidur¨ªa cinematogr¨¢fica como cr¨¦dito, el Dumbo de Disney como referencia en el desv¨¢n de los sue?os, una tecnolog¨ªa inform¨¢tica que hace tan solo unos pocos lustros habr¨ªa sonado a marcianada imposible, la luz del malec¨®n y el gris del r¨ªo Hudson, los patios rotos de La Habana y un se?or cubano de 93 a?os perdido entre M¨¢laga y Estocolmo, Bebo Vald¨¦s, alma, principio y fin de esta pel¨ªcula... ah¨ª est¨¢ todo, cazado al vuelo, escrito, dibujado, manipulado, comprimido y hecho cine en un largometraje de animaci¨®n que ha costado 10 millones de euros. Cine que no deber¨ªa existir, pero...
Hace ya seis a?os que Chico y Rita se ech¨® a andar de la mano de Mariscal y Trueba, viejos conocidos desde los tiempos de lo que podr¨ªa llamarse "el concepto Calle 54": aquel disco triunfal del Trueba / productor musical -esa exitosa dimensi¨®n suya que, en los ¨²ltimos tiempos, le ha dado muchas m¨¢s satisfacciones que el cine- que con los sones de Gato Barbieri, Bebo y Chucho Vald¨¦s, Paquito d'Rivera y Tito Puente, entre otros, todo ello empaquetado en el inconfundible grafismo de Mariscal, catapult¨® al mundo la m¨²sica cubana. Claro que Calle 54 tambi¨¦n tuvo su parte de fracaso: un fant¨¢stico bar musical del paseo de La Habana de Madrid abierto por Trueba y sus amigos, tambi¨¦n dise?ado por Mariscal, y que acab¨® cerrando sus puertas, porque la m¨²sica es la m¨²sica, y el dise?o es el dise?o, y la hosteler¨ªa es la hosteler¨ªa.
Seis a?os ya desde que Trueba y Mariscal decidieran que quer¨ªan hacer juntos una pel¨ªcula y desde que imaginaran el esbozo de esta hora y media de magia dibujada y musicada. Dos a?os con el guion entre manos (escrito entre Fernando Trueba e Ignacio Mart¨ªnez de Pis¨®n) y un a?o buscando financiaci¨®n (es una coproducci¨®n hispano-brit¨¢nica) fueron el pr¨®logo a un trabajo obsesivo, con hasta seis equipos de animaci¨®n funcionando a destajo conectados a trav¨¦s de un software y envi¨¢ndose los dibujos y los programas de animaci¨®n v¨ªa web: seis unidades de trabajo en Filipinas, Hungr¨ªa, Letonia, Brasil, Madrid y Barcelona, un gigantesco estudio global. Durante meses y meses, el estudio de Javier Mariscal en el complejo barcelon¨¦s de Palo Alto se convirti¨®, bajo la batuta de Tono Errando y la supervisi¨®n del propio Mariscal y de Trueba, en una especie de hormiguero donde cerca de 80 dibujantes y animadores fueron componiendo una imposible arquitectura de cifras colosales: 25 dibujos por segundo, 1.500 dibujos por minuto, 144.000 dibujos para 96 minutos de pel¨ªcula, "que hubo que ejecutar al menos cinco veces", recuerda Tono Errando, quien explica c¨®mo ciertos planos de la pel¨ªcula tardaron hasta seis meses en ver la luz. "Chico y Rita es", resume, "un homenaje al cine cl¨¢sico de los a?os cuarenta m¨¢s la osad¨ªa gr¨¢fica de Javier Mariscal".
Mientras Mariscal dibuja con rotulador sobre una mesa de su estudio de Palo Alto un diagrama de lo que para ¨¦l eran La Habana y Nueva York como punto de partida de la pel¨ªcula, Fernando Trueba desgrana lo que para ¨¦l queda como resultado material de esta aut¨¦ntica aventura: "El cine, desde que se invent¨®, siempre ha estado dividido entre realidad y fantas¨ªa: los hermanos Lumi¨¨re por un lado y M¨¦li¨¨s por otro, unos obreros saliendo de una f¨¢brica o un viaje a la luna con una luna de cart¨®n pintado. Bueno, pues Chico y Rita es los obreros saliendo de la f¨¢brica... pero hecha como si fuera la llegada a la luna de cart¨®n".
De repente, Mariscal deja el rotulador e interrumpe (esta ser¨¢ la t¨®nica de las cuatro horas de colitis verbal con el t¨¢ndem dibujante / cineasta, yo hablo, t¨² me interrumpes, yo te interrumpo a ti y as¨ª sucesivamente, todo como muy natural y como muy cacof¨®nico): "Yo me lo pas¨¦ tan bien y me re¨ª tanto con Fernando que a veces me dec¨ªa a m¨ª mismo: '?Y encima a lo mejor hasta nos pagan!'. Bueno... espero que nos paguen, porque si no, tal y como est¨¢ la cosa, me ver¨¢s en la puerta de EL PA?S vendiendo postalitas".
El joven pianista enamorado de Chico y Rita no es, asegura Fernando Trueba, Bebo Vald¨¦s, "sino un homenaje a todos aquellos m¨²sicos cubanos de los cuarenta y los cincuenta"... pero queda claro que es ab-so-lu-ta-men-te Bebo Vald¨¦s. Su personaje, su vida y sus composiciones est¨¢n, junto a un videoclip de La negra Tomasa, en el germen de este proyecto. Suya es, adem¨¢s, la m¨²sica original de la pel¨ªcula, por la que pululan adem¨¢s los sonidos de Charlie Parker, Budd Powell, Nat King Cole, Dizzy Gillespie... Y por eso fue ¨¦l uno de los primeros privilegiados en verla: "No olvidar¨¦ aquel momento, fue cuando acabamos la pel¨ªcula y Bebo estaba en Estocolmo, y yo no quer¨ªa mandarle un DVD, sino que la viera como hay que verla, as¨ª que le convenc¨ª y se vino para su casa de M¨¢laga, y yo me cog¨ª un tren y me fui tambi¨¦n para all¨¢; cog¨ª un cine en M¨¢laga solo para que Bebo -y Estrella Morente, que tambi¨¦n vive all¨ª- vieran la pel¨ªcula. Bebo lloraba. Nunca le hab¨ªa visto llorar", recuerda Trueba. Apostilla el padre de Cobi: "La m¨²sica con los dibujos funciona que te mueres, siempre, es un casamiento cojonudo, y le dije a Trueba: '?Pero si tenemos un m¨²sico fant¨¢stico, pues vamos a crear un protagonista que aporree el piano y que suene a Bebo!'. ?Y qu¨¦ ¨ªbamos a hacer? ?Pues una historia de amor, estaba claro... un bolero!". Y Trueba: "Es que Xavi es un loco del bolero, ?sabes?". Y Mariscal: "Desde peque?ito yo ya canturreaba imitando a Antonio Mach¨ªn. Bueno, es que le imito muy bien, ?eh?".
Uno de los momentos m¨¢s delicados en la g¨¦nesis de la pel¨ªcula se produjo cuando Tono Errando intent¨® convencer a Fernando Trueba de que ser¨ªa mejor rodar previamente con actores de carne y hueso, antes de proceder a dibujar y animar, con el fin de conquistar mejores cotas de realismo. Pero el director de Belle ¨¦poque no se sent¨ªa precisamente entusiasmado ante la idea. Para una vez que se met¨ªa a lidiar con dibujos animados, lo de la carne y el hueso le sonaba aburrido: "Yo, que ya he rodado muchas pel¨ªculas o por lo menos unas cuantas, me dije a m¨ª mismo: '?Joder, para una vez que voy a hacer una de animaci¨®n, ?tambi¨¦n hay que rodarla?!'. Pero me tuve que rendir, y fue maravilloso porque, para empezar, rodar con buenos actores supone que luego los animadores disponen de expresiones reales, no se las tienen que inventar". Los mundos habituales por los que transitan los expertos en animaci¨®n, tradicionalmente mucho m¨¢s cercanos a la pantomima que a la realidad, se iban a topar de bruces con algo tan prosaico como los actores y las actrices de verdad.
Una primera idea fue rodar con actores cubanos o espa?oles en Barcelona, pero Trueba, que acababa de dar un curso de direcci¨®n en la Escuela de Cine de San Antonio de los Ba?os, en Cuba, corrigi¨® el tiro, consciente de que podr¨ªa contar con un continente y un contenido perfectos para echar los cimientos de Chico y Rita: "Como en Cuba no existen el star system ni estas cosas, all¨ª los actores buenos son como otros, y trabajan en la escuela de cine con los estudiantes, y nosotros aprovechamos eso". Dicho y hecho. Trueba convenci¨® a Mariscal de que ning¨²n sitio para rodar como en San Antonio. "Acab¨® siendo una experiencia maravillosa", recuerda Fernando Trueba; "era curioso, estabas rodando, pero no era la pel¨ªcula, sino un trabajo previo a la pel¨ªcula; le dec¨ªas a un actor que ten¨ªa que caminar como si estuviera caminando por Times Square, imag¨ªnate. Desde el punto de vista de un cineasta es un trabajo muy bonito. Yo lo llamo cine abstracto o cine en el vac¨ªo". Tambi¨¦n lo llama "cine sin masoquismo": "Es cine a la manera cl¨¢sica, pero sin masoquismos, es decir, hemos contado con la mejor tecnolog¨ªa posible, pero han hecho falta kil¨®metros y kil¨®metros de dibujos... ?hay que pensar que Javier Mariscal pr¨¢cticamente ha tenido que dibujarse La Habana a tama?o natural!".
Para el tipo que pari¨® en tebeo el inolvidable universo hippy de los Garriris, primero, y luego a Cobi en los Juegos Ol¨ªmpicos del 92, y dio carta de naturaleza, entre otros, bien es cierto, a la Barcelona del disseny, la ocasi¨®n de hacer entrar en erupci¨®n su volc¨¢n de ideas y garabatos era ¨²nica. Mariscal estaba ante uno de los mayores retos de su carrera. Lo que ha puesto en Chico y Rita es un compendio del magisterio de un creador art¨ªstico tan amado como denostado, un dise?ador e ilustrador que no deja indiferente a nadie. Su trabajo en esta pel¨ªcula es tambi¨¦n, de alguna forma, un abanico de sus gustos particulares: "Esta pel¨ªcula es una historia de amor, vale, pero detr¨¢s de ella hay un mont¨®n de cosas m¨¢s si se quiere buscar; la pel¨ªcula pretende contar c¨®mo era Cuba en los a?os cuarenta y cincuenta, qu¨¦ dice Alejo Carpentier de Cuba, qu¨¦ dice Cabrera Infante, c¨®mo eran las pel¨ªculas de entonces, c¨®mo sonaban aquellas orquestas, c¨®mo era La Habana, c¨®mo eran los bares, las botellas, los ceniceros, la publicidad, los coches, las fotograf¨ªas, los edificios, c¨®mo eran aquellas situaciones en las que a uno le dec¨ªan comemierda y le obligaban a ir en el asiento trasero de la guagua, o no le dejaban ba?arse en una piscina, y todo por ser negro... y coger todo eso y tratar de reconstruirlo. Ese era el concepto que nos obsesionaba".
Deudor confeso de la herencia de Herg¨¦ v¨ªa Tint¨ªn, Javier Mariscal desgrana as¨ª las influencias -las referencias, m¨¢s bien- que han sobrevolado su obra siempre, y en especial en este Chico y Rita: "Desde Disney hasta los animadores japoneses, pasando por la factor¨ªa Pixar, a la que todos debemos tanto, el c¨®mic y la pel¨ªcula Pers¨¦polis de Marjane Satrapi, el c¨®mic y la pel¨ªcula Vals con Bashir y la l¨ªnea clara del c¨®mic europeo. Est¨¢ claro que la animaci¨®n es un lenguaje como otro cualquiera. Y a m¨ª me gustar¨ªa que un d¨ªa, en los Goya o en los Oscar, le dieran el premio de mejor pel¨ªcula a una de animaci¨®n, ?por qu¨¦ no?".
Le ha dejado a Mariscal tan exhausto, pero tan encantado, la experiencia de zambullirse en un largo de animaci¨®n, con la disciplina y los problemas de todo tipo que eso conlleva, que ya piensa en repetir. De hecho, ah¨ª lo tenemos, la cabeza hundida en su pantalla de ordenador, dando vueltas a la paleta de colores y a su cabeza. Piensa en los Garriris, que acabar¨¢n convertidos pr¨®ximamente en carne de pel¨ªcula si consigue dar con la f¨®rmula m¨¢gica, que por ahora se resiste. En el horizonte est¨¢n ya, adem¨¢s, otros dos proyectos de animaci¨®n junto a un tal... Fernando Trueba, pero por ahora no quiere hablar de ellos.
Pero de momento llega Chico y Rita al patio de butacas. Es tan poderosa visualmente la obra inclasificable perpetrada por Trueba-Mariscal-Errando y tan embriagadora la mezcla de su grafismo revolucionario y ultrarrealista con los acordes de tanto genio musical, que hay como un atisbo de nostalgia en esta pel¨ªcula. Es posible que se trate de la nostalgia ante un tipo de cine, de creaci¨®n art¨ªstica, que el condenado ritmo de los tiempos ha enviado al apartado de lo irrealizable. En un tiempo en que un excesivo porcentaje de creaciones en v¨ªdeo acaba convertido en carne de museo o galer¨ªa de arte, cabe reflexionar sobre si el lugar exacto -o ¨²nico- de exhibici¨®n de una pel¨ªcula as¨ª ha de ser la sala oscura. "Bueno, es que ¨²ltimamente", reflexiona Fernando Trueba, "el cine vive una ¨¦poca en la que se ha puesto de moda lo que yo llamo minimalismo realista social, es decir, la pel¨ªcula de buenas intenciones, pol¨ªticamente correcta y que el que la hace dice: 'Mirad qu¨¦ buena persona soy', y el que la ve dice: '?Ah, esto refleja la injusticia, qu¨¦ buena persona soy yo que he venido a verla...'. Pero con todo esto se le olvida a la gente una cosa: que el cine tiene que ser sue?o, o sea, que tiene que conseguir que te metas en un sitio, apaguen la luz y te olvides hasta de que te llamas Pepe, y eso se est¨¢ perdiendo. Se est¨¢ perdiendo, creo yo, la esencia del cine".
?Nostalgia en 'Chico y Rita'? ?Exceso de sentimentalismo ante los personajes y las m¨²sicas de ayer? "No hay nostalgia. Se puede escuchar con nostalgia a Frank Sinatra y acordarte de cuando te enamoraste, pero no se puede escuchar con nostalgia a Budd Powell, a Stravinski o incluso a Charlie Parker, ni se podr¨¢ nunca contemplar con nostalgia Las se?oritas de Avi?¨®n..., ?y por qu¨¦? Porque Las se?oritas de Avi?¨®n es una pedrada contra ese cristal, y lo mismo Stravinski o Budd Powell. El moderno de verdad, el que est¨¢ creando un lenguaje nuevo, rara vez ser¨¢ recordado con nostalgia".
?Nostalgia del cine a la manera cl¨¢sica si un d¨ªa, m¨¢s pronto que tarde, esta y cientos de otras pel¨ªculas podr¨¢n verse lejos de esa sagrada gran pantalla de la sala oscura, en lugares y soportes tan rocambolescos como un microtel¨¦fono m¨®vil, una punta de alfiler, un chip incrustado en nuestro cerebro? Otro cine, otros mundos. Y al fondo del cobertizo, sobre la mesa de luz, Javier Mariscal dibujando. Y preguntando, algo escandalizado: "?Oye, pero ?t¨² te crees que Ben-Hur es igual en YouTube que en el cine? Pues no... las piernas de los romanos, desde luego, no las ves igual!".
'Chico y Rita' se estrenar¨¢ en 150 salas de toda Espa?a el pr¨®ximo d¨ªa 25.
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