Monsergas
Durante largos a?os, quienes discut¨ªamos los estereotipos nacionalistas en el Pa¨ªs Vasco hemos padecido el permanente "vosotros no podeis entenderlo" de nuestros adversarios, no siempre dicho de mala fe. Era evidente nuestra incomprensi¨®n, pese a que llev¨¢semos viviendo in situ el problema toda la vida, porque no d¨¢bamos la raz¨®n a quienes creen tenerla... Algo semejante nos ocurre ahora a los que apoyamos medidas como la ley Sinde: para empezar, que pongan coto a las descargas gratuitas en Internet de m¨²sica, pel¨ªculas o libros. Quienes rechazan nuestros argumentos comienzan siempre afirmando que se nota nuestro desconocimiento de la Red. ?Y qu¨¦ denuncia a las claras nuestra ignorancia, pese a que algunos podamos tener muchas horas de pesca en ella? Pues que les llevamos la contraria, ni m¨¢s ni menos.
Henry Ford era un mod¨¦lico explotador y no por ello est¨¢ justificado el robo de veh¨ªculos
Si la entra?a de Internet s¨®lo se alcanza mediante una ciencia exigente y rara, sorprende que la posean tantos que resultan poco sabios en lo dem¨¢s. Su principal argumento son los abusos de la industria cultural vigente. Hombre, es indudable que Henry Ford era un mod¨¦lico explotador capitalista y que la industria del autom¨®vil abunda en prepotencia y contaminaci¨®n, pero que yo sepa no por ello est¨¢ justificado el robo de veh¨ªculos a particulares. ?Determinan precios abusivos al usuario las discogr¨¢ficas, las distribuidoras y las editoriales? Seguramente s¨ª en bastantes casos, aunque nunca haya sido tan barato conseguir canciones, pel¨ªculas o libros como hoy, algunos regalados al comprar otros productos. Pero ?se trata de pagar menos o de considerar abusivo cualquier precio? P¨¢ginas de descarga como "pel¨ªculasyonkis", por ejemplo, costeadas por abundante publicidad, regalan en directo cualquier pel¨ªcula al mangante de turno. El magazine diario The Daily, que acaba de poner en marcha Rupert Murdoch (otro explotador capitalista, ya lo s¨¦) y que pretende ofrecer casi cien p¨¢ginas de reportajes y cr¨®nicas a sus suscriptores directamente concebidas para la Red, se ve amenazado desde su salida por quienes desvalijan sus contenidos pirateados gratuitamente. Por no hablar de los que protestan contra que los herederos de creadores culturales vivan de lo legado por ellos: por lo visto la lucha contra la herencia debe empezar por Michael Jackson o Spielberg, no por Amancio Ortega o Bill Gates. Vaya con los "entendidos" en Internet...
El discurso de Alex de la Iglesia la noche de los Goya fue irrefutable, porque nos dijo enf¨¢ticamente lo que ya sab¨ªamos y call¨® sobre lo que quisi¨¦ramos saber. Pocos dudan de la importancia presente de Internet, de sus millones de usuarios, de sus m¨²ltiples posibilidades y de su capacidad de difundir cultura... o incultura. Es el lugar de la esperanza y la amenaza, como ha ocurrido tantas veces. No imagino mi vida sin la electricidad, pero abomino de la silla el¨¦ctrica; estoy seguro de la importancia energ¨¦tica de la fisi¨®n nuclear, pero quisiera ver prohibidas las armas at¨®micas y me preocupa el destino de los residuos radioactivos. Y no acepto que esos da?os sean el precio "imparable" de tales avances tecnol¨®gicos... Alex se?al¨® que los internautas (es decir, usted, yo, casi todo el mundo) preferimos ser considerados ciudadanos. Gran verdad: le falt¨® a?adir que hay ciudadanos buenos y malos, unos convencidos de que hacen falta leyes y otros dispuestos a beneficiarse cuanto puedan de la ausencia de ellas. Como ahora son muchos m¨¢s los que se aprovechan de los contenidos ajenos que quienes los crean, predominan por lo visto los malos sobre los buenos y eso explica que les bailen el agua los creadores timoratos y los pol¨ªticos oportunistas.
Las disposiciones de la ley Sinde son s¨®lo un vacilante comienzo, que ma?ana puede y debe verse ampliado por una ley de la propiedad intelectual y otras medidas. Pero rechazarla ufanamente es un mal s¨ªntoma, sobre todo en Espa?a: a la zaga de Europa en patentes y a la cabeza en rentabilizar gratuitamente la inventiva ajena.
Babelia
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