R¨¦gimen ca¨®tico, revoluci¨®n err¨¢tica
El coronel Muamar el Gadafi se lament¨® en televisi¨®n de la ca¨ªda del expresidente tunecino Zine el Abidine Ben Ali. Tambi¨¦n llam¨® por tel¨¦fono para consolar al expresidente egipcio Hosni Mubarak tras su renuncia forzada. Dos aut¨®cratas vecinos expulsados por sus pueblos con 28 d¨ªas de diferencia eran un mal presagio.
Estos d¨ªas, los libios les est¨¢n demostrando a los Gadafi que sus temores estaban fundados, aunque para ello los agentes del poder y sus mercenarios est¨¦n sacrificando violentamente a docenas de sus compatriotas. La riqueza petrolera sobre la que parec¨ªa bien asentado el trono del l¨ªder de la revoluci¨®n tras m¨¢s de cuatro d¨¦cadas en el poder no ha servido para crear una excepci¨®n libia a la ola de cambios que se extiende por el mundo ¨¢rabe.
La poblaci¨®n libia sabe que su pa¨ªs recibe ingresos ingentes de los hidrocarburos, pero tambi¨¦n sabe que para recibir un tratamiento m¨¦dico decente deben ir al extranjero, incluidos otros pa¨ªses ¨¢rabes. El resto de servicios sociales son deficientes y en su funcionamiento abunda la arbitrariedad y la corrupci¨®n.
La crisis de la falta de expectativas ha tocado de lleno a Libia y est¨¢ haciendo que se tambalee su sistema revolucionario hiperpersonalizado, cuyo principal rasgo son sus pol¨ªticas y comportamientos err¨¢ticos y estrafalarios. Las revelaciones hechas por Wikileaks sobre la visi¨®n de la diplomacia estadounidense de la corrupci¨®n en el entorno del l¨ªder, empezando por sus hijos, han sido la gota que ha acabado con la paciencia de muchos libios.
Los dirigentes ¨¢rabes en apuros parecen tener la misma asignatura pendiente: convencer a sus poblaciones de que han entendido sus peticiones y mostrarse conciliadores a la vez que cre¨ªbles. El discurso televisado de Saif el Islam Gadafi -hijo del l¨ªder y su supuesto heredero- el domingo no fue una excepci¨®n. Si su objetivo era calmar a los manifestantes y dar una imagen de normalidad al exterior, fracas¨® por partida doble, a juzgar por la extensi¨®n de las protestas por todo el pa¨ªs y las crecientes condenas internacionales.
El decano de los aut¨®cratas ¨¢rabes est¨¢ demostrando lo poco que le importan las vidas de aquellos compatriotas que no se pliegan a sus dictados. Es hora de que el resto del mundo, y muy concretamente los Gobiernos y las sociedades europeas, les demuestren a esos mismos ciudadanos libios que su vida y sus aspiraciones democr¨¢ticas s¨ª le importan a alguien. Para ello habr¨¢ que pasar de las flojas declaraciones de condena de la violencia a la determinaci¨®n de castigar a los cabecillas de un r¨¦gimen err¨¢tico que cuando se le pide libertad lo ¨²nico que ofrece es destrucci¨®n y amenazas de caos. Solo as¨ª se puede alejar la amenaza de una guerra civil en Libia, cuyos efectos se sentir¨ªan en todo el Mediterr¨¢neo.
Haizam Amirah Fern¨¢ndez es investigador principal de Mediterr¨¢neo y Mundo ?rabe en el Real Instituto Elcano.
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