M¨¢scaras
Todo el a?o es Cuaresma, Don Carnal descarnado se bate en retirada, no est¨¢n los ¨¢nimos, ni los presupuestos, para excesos, solo las m¨¢scaras blancas de los internautas an¨®nimos destacan entre la grisalla de las calles invadidas por la niebla t¨®xica, tiempo de m¨¢scaras antig¨¢s, malos tiempos para la l¨ªrica y la ¨¦tica. Nadie sabe d¨®nde fueron a parar los fastos de aquellos carnavales madrile?os recuperados en los a?os de la extinta movida, carnavales espurios, patrocinados por un viejo profesor disfrazado de alcalde, trajeado de gris catedr¨¢tico y burocr¨¢tico para dar la nota entre la abigarrada basca callejera.
Los carnavales madrile?os se fueron diluyendo, hicieron mutis por el foro, desatendidos por las austeras autoridades municipales que tratan de compensar sus ol¨ªmpicos despilfarros, pastores de vacas flacas desenmascarados por la madre de todas las crisis. El Mi¨¦rcoles de Ceniza y el Entierro de la Sardina ser¨¢n las fiestas m¨¢s emblem¨¢ticas de los carnavales de este a?o que conmemoran el 30? aniversario de la grotesca mascarada del 23-F, baile siniestro de tricornios y entorchados, esperp¨¦ntica farsa de bigotes castrenses y carrozas blindadas, murgas siniestras y pat¨¦ticas comparsas. El alcalde Gallard¨®n siempre fue un buen cofrade del Entierro de la Sardina, sin disfrazarse apenas particip¨® enlutado en las par¨®di-cas exequias y aprovech¨® el fin de las carnestolendas para endilgar ante el cortejo algunas frases m¨¢s o menos cr¨ªpticas y presuntamente humor¨ªsticas en las orillas del Manzanares que so?¨® como un Rubic¨®n que result¨® infranqueable. Vino, vio y no venci¨®, se hundieron sus quimeras y naufragaron sus corazonadas en el proceloso marem¨¢gnum de las finanzas municipales.
Los disfraces m¨¢s populares en estos carnavales son los de fumador y de ciclista
Los carnavales de Madrid desaparecen del calendario, Don Carnal se puso a dieta y Do?a Cuaresma impone todo el a?o su riguroso r¨¦gimen diet¨¦tico. Los carnavales de hoy podr¨ªan ser trasunto de aquellos que glosara con tintes l¨²gubres el pintor Guti¨¦rrez Solana, comparsas mendicantes y harapientas, bigotes tiznados y caceroladas insomnes, polvo y ceniza, holl¨ªn y azufre, ¨¢cida lluvia emborronando un horizonte sombr¨ªo. Los carnavales patrocinados por las instituciones siempre est¨¢n forzados por la paradoja de que los poderosos subvencionen a sus cr¨ªticos y animen a la rebeld¨ªa, aunque emplazada y fugaz, limitada en el tiempo y acotada en el espacio. No conozco este a?o ning¨²n programa oficial de festejos carnavalescos, no he visto carteles convocando desfiles y programando festejos en la urbe. No m¨¢s alegr¨ªas a cuenta del erario p¨²blico, los funcionarios municipales se disfrazan de recaudadores, el Ayuntamiento acorta arbitrariamente los plazos para recurrir las multas y en todas las esquinas acechan los guardias y pululan los inspectores que ven a los ciudadanos disfrazados de presuntos infractores, la Polic¨ªa Municipal refuerza sus controles sobre los locales de esparcimiento, el ocio es sospechoso, la fiesta improcedente, la procesi¨®n va por dentro. Los disfraces m¨¢s populares en las calles son los de fumador y de ciclista, aunque hay quien ha decidido disfrazarse de chino para conjurar el desempleo porque no hay chinos parados.
Carnaval de mascarillas anticonta-minaci¨®n, comparsas de fumadores desterrados que se desbandan al paso de los ciclistas que campan por las aceras investidos de nuevos privilegios, atletas de una gincana repleta de obst¨¢culos, peatones torpes, aviesos bolardos, cubos de basura, contenedores rebosantes y mobiliario urbano disuasorio. Se trataba de suprimir autom¨®viles y dar paso a las bicicletas y hoy hay m¨¢s coches, pero tambi¨¦n m¨¢s bicicletas y al alcalde se le cae la m¨¢scara de ecologista y a los ecologistas se les queda m¨¢scara de tontos en la celebraci¨®n de su triunfo; el desdoblamiento de la carretera de los pantanos ha sido declarado nulo, ilegal, por las autoridades europeas, pero la autopista sigue, cayeron 10.000 encinas, huy¨® la fauna y Do?a Cuaresma Aguirre se sali¨® con la suya, la de ellos. En el carnaval indiscreto de los ricos se llevan trajes de Forever Young ce?idos por Correa. El carnaval de los pobres se celebra en las pantallas de los televisores con la ca¨ªda de los mascarones de Ben Ali y de Mubarak mientras el m¨¢s carnavalesco de los aut¨®cratas, Muamar el Gadafi, se tambalea detr¨¢s de una sangrienta cortina de humo de bombas.
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