Por una intervenci¨®n sostenible
El conflicto que se ha desatado en el norte de ?frica , en el llamado mundo ¨¢rabe, ha dejado fuera de juego de nuevo a la comunidad internacional, y en particular, a la Uni¨®n Europea. La mayor parte de las acciones y declaraciones de los l¨ªderes pol¨ªticos europeos en estas ¨²ltimas semanas han dejado bastante que desear, con alguna excepci¨®n honrosa como por ejemplo, en nuestro pa¨ªs, la de la Ministra de Defensa, Carmen Chac¨®n, que ha acertado en el tono y contenido de sus declaraciones sobre esta cuesti¨®n.
Hace unos meses, Philip Pettit y yo se?al¨¢bamos en las p¨¢ginas de este mismo peri¨®dico que era necesario desarrollar un nuevo paradigma que sirviera para canalizar las pol¨ªticas de los Estados de bien en materia de relaciones internacionales. Lo que est¨¢ pasando en el mundo ¨¢rabe desde hace unas semanas ilustra perfectamente bien hasta qu¨¦ punto carecemos de dicho paradigma, hasta qu¨¦ punto es necesario reflexionar sobre los nuevos ideales que deben de marcar la pauta en materia de relaciones internacionales en el presente y en el futuro. Nosotros dec¨ªamos en ese art¨ªculo que, para empezar, el modelo que proponemos tiene que tener como prioridad la seguridad de los propios ciudadanos, pero que en este mundo global, no se puede desatender la de los ciudadanos de los dem¨¢s pa¨ªses. Este es el punto de arranque fundamental del concepto que defendemos: para construir un mundo de relaciones internacionales "sostenibles" hay que incorporar los intereses, los anhelos, las necesidades de bienestar y de protecci¨®n no solamente de tu gente sino tambi¨¦n de la de los dem¨¢s pa¨ªses. A partir de ah¨ª, dec¨ªamos, en el punto primero del dec¨¢logo de ideas que forman el concepto de RIS, que "a los Estados (...) se les requiere que adopten un papel efectivo de mantenedores de la paz y limiten a los Estados que rechacen esta constricci¨®n". Por su parte, en el punto 3 de nuestro dec¨¢logo se?al¨¢bamos que "a los Estados (...) se les exige que adopten medidas razonables para que aquellos estados que no respeten los derechos humanos cambien esas pr¨¢cticas".
Es evidente que, sin mencionarlo, planea en nuestro art¨ªculo la cuesti¨®n de qu¨¦ hacer cuando, como est¨¢ ocurriendo de manera manifiesta por ejemplo en Libia en este momento, un gobierno viola de manera sistem¨¢tica los derechos humanos. Y la respuesta se encuentra tambi¨¦n impl¨ªcita en nuestro art¨ªculo: todo lo posible hasta el l¨ªmite permitido por la legalidad internacional y la propia legalidad del pa¨ªs que se plantea que ese estado de cosas debe de cambiar.
?En qu¨¦ se traduce concretamente ese "todo lo posible"? Desde luego se debe emplear toda la influencia pol¨ªtica para que las cosas cambien. Desde luego se deben emplear todos los recursos econ¨®micos para que las cosas cambien. Y desde luego es posible plantear otro tipo de intervenciones de interposici¨®n entre v¨ªctimas y verdugos cuando se trate de proteger a una poblaci¨®n indefensa que est¨¢ siendo sistem¨¢ticamente agredida. Si ello se puede hacer en el marco de Naciones Unidas, mejor. Pero muchas veces las situaciones en las que se encuentra la gente son tan extremas, como est¨¢ pasando ahora en Libia, que la realidad no te permite esperar. La UE deber¨ªa de dotarse de los mecanismos necesarios para permitir dichas actuaciones, siempre y cuando las mismas fueran eficaces y se realizaran dentro de la legalidad, si no internacional, s¨ª al menos europea. Ello supone que hay que establecer los protocolos de actuaci¨®n al respecto, es decir, una determinada legalidad europea que de cobertura para actuar. Pero mientras tanto, deber¨ªamos de huir en este terreno de la Escila de la no injerencia y del Caribdis de la dominaci¨®n a trav¨¦s de la imposici¨®n unilateral. Es posible encontrar v¨ªas intermedias que sean eficaces y que al mismo tiempo sean coherentes con el propio modelo de relaciones internacionales sostenibles que defendemos para el mundo.
Antonio Estella es catedr¨¢tico Jean Monnet, Universidad Carlos III de Madrid
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