Lecciones del 'caso Juan Tom¨¢s'
El general Obiang lleva tres d¨¦cadas enga?ando a todos sus interlocutores espa?oles. El viaje del presidente del Congreso, Jos¨¦ Bono, a Guinea Ecuatorial ha levantado ampollas entre la oposici¨®n democr¨¢tica
Con independencia del desenlace, la huelga de hambre que el escritor guineano Juan Tom¨¢s ?vila Laurel mantuvo del 11 al 18 pasados es aleccionadora. Su posicionamiento inequ¨ªvoco moviliz¨® a la opini¨®n internacional, rompiendo el c¨ªrculo de silencio que rodea a la dictadura del presidente Teodoro Obiang. Sequ¨ªa informativa lograda sobornando a medio mundo, y por la escasa atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n occidentales hacia un peque?o pa¨ªs rico en hidrocarburos, sometido por un d¨¦spota brutal, seg¨²n reiterados informes de organismos y organizaciones internacionales.
La determinaci¨®n de ?vila conmueve tambi¨¦n por ser la primera vez que un compatriota emprende acci¨®n tan tajante. Acostumbrados a soportar en silencio atropellos y vejaciones, nadie cre¨ªa que un guineano pudiera desafiar as¨ª al poder. La inusitada dureza de 42 a?os de represi¨®n, bajo las tiran¨ªas de Francisco Mac¨ªas y Teodoro Obiang, aniquil¨® toda autoestima, el miedo paraliza a la poblaci¨®n, y pocos se atreven a exhibir un coraje que siempre lleva a la muerte.
La inusitada dureza de 42 a?os de represi¨®n aniquila toda autoestima. El miedo paraliza a los guineanos
El pa¨ªs tiene ingentes recursos, pero el 85% de la poblaci¨®n vive en la miseria m¨¢s abyecta
Como muestras, el fusilamiento del diputado Eugenio Abeso Mondu en 1986, antes de que el tribunal dictara sentencia; la muerte atroz en dependencias policiales de Pedro Mot¨² Mamiaga -el militar que apres¨® a Mac¨ªas- en 1993, cuyo cuerpo destrozado no se atrevieron a entregar a la familia; la tortura hasta la muerte del l¨ªder bubi Mart¨ªn Puye, en 1998, preso en el penal de Black Beach; el asesinato en Abiy¨¢n (Costa de Marfil) del dirigente autonomista bubi Atanasio Bit¨¢ Rope, en 2006, o los secuestros en Ben¨ªn y Nigeria -donde se hallaban refugiados- y posterior fusilamiento de los opositores Jos¨¦ Abeso Nsue, Manuel Ndong Aseme, Jacinto Micha Obiang y Alipio Ndong Asumu en agosto pasado. Ejemplos que son un p¨¢lido reflejo de la violencia institucional que padecemos en estos 32 a?os de la ¨¦gida de Obiang; "tres d¨¦cadas de paz" asentadas sobre la tortura como "pr¨¢ctica habitual", seg¨²n el informe del relator especial de Naciones Unidas contra la Tortura, Manfred Nowak, de noviembre de 2008.
Juan Tom¨¢s inici¨® la huelga con una carta al presidente del Congreso de los Diputados de Espa?a, Jos¨¦ Bono, quien estaba entrevist¨¢ndose en Malabo con el general Obiang. En el p¨¢rrafo inicial aduce sus razones: "Ya no podemos seguir viviendo bajo una dictadura que nos come el alma".
Los guineanos y los espa?oles que se interesan por Guinea desde la honestidad, no animados por intereses espurios, observamos y sufrimos la pol¨ªtica de los diversos Gobiernos de Madrid, que llegan con su receta para "arreglar lo de Guinea", y se van sin arreglar nada.
Desde agosto de 1979, cuando Obiang derroc¨® a Mac¨ªas y ocup¨® su sill¨®n con ayuda espa?ola, se ha ido de error en error. El primero fue que Adolfo Su¨¢rez y Marcelino Oreja, con cierta biso?ez, creyeron que Obiang ser¨ªa la persona adecuada para pilotar la transici¨®n desde la barbarie maciista a un Estado de derecho que promoviera el desarrollo. Prefirieron ignorar que hab¨ªa sido la mano derecha de su t¨ªo, y le protegieron, le adularon, e hicieron creer que era "proespa?ol", cuando -como demuestran los hechos- es el principal ide¨®logo del antiespa?olismo primario que alienta a las autoridades de Malabo. Ejemplo claro es la inmersi¨®n del pa¨ªs en la ¨®rbita econ¨®mica y pol¨ªtica de Francia, imponiendo el franc¨¦s como lengua cooficial; luego intent¨® oficializar el portugu¨¦s, y ahora coquetea con la Commonwealth para que el ingl¨¦s sea tambi¨¦n de uso obligado. No es malo hacer pol¨ªglotas a todos los guineanos; solo que no tiene en cuenta el batiburrillo mental que producir¨ªa tan confusa Babel, ni le importa la p¨¦rdida de nuestras se?as de identidad. Al contrario de lo que se cree, no es m¨¦rito de Obiang hacer del castellano lengua oficial de la Uni¨®n Africana: es una exigencia y una necesidad que hubiera planteado y logrado cualquier dirigente guineano.
El presidente Leopoldo Calvo-Sotelo, el vicepresidente Manuel Guti¨¦rrez Mellado y los ministros Jos¨¦ Luis Leal y Fernando Mor¨¢n fueron humillados por Obiang en sus respectivos viajes a Guinea. El ¨²nico resultado de la visita de Felipe Gonz¨¢lez a Malabo, en 1991, fue el abrazo entre ambos dirigentes, imagen que durante a?os cerr¨® las emisiones de la televisi¨®n guineana. Entonces se pudo conseguir una apertura pol¨ªtica e iniciar un proceso democratizador cre¨ªble, pero errores de aqu¨ª y de all¨ª lo imposibilitaron. Iniciativa que Obiang sabote¨® prohibiendo la entrada al pa¨ªs de Adolfo Su¨¢rez para proseguir con su asesoramiento.
La expulsi¨®n del c¨®nsul espa?ol en Bata, Diego S¨¢nchez Bustamante, junto al hostigamiento sufrido por varios empresarios espa?oles durante la ola represiva de 1992-1993, oblig¨® a Gonz¨¢lez a reducir dr¨¢sticamente los programas de cooperaci¨®n. Pero Obiang guardaba un as en la manga: pocos sab¨ªan entonces que empresas estadounidenses hab¨ªan descubierto petr¨®leo y gas en las mismas cuadr¨ªculas que Hispanoil -antecesora de Repsol- hab¨ªa declarado improductivas. Liberado de la pobreza, Obiang pas¨® a "plantar cara" a quienes hasta la v¨ªspera le daban de comer. Cuando Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar lleg¨® a La Moncloa, Obiang exigi¨® y obtuvo la clausura del programa de Radio Exterior de Espa?a para Guinea Ecuatorial, dirigido con ¨¦xito por Rafi de la Torre durante m¨¢s de una d¨¦cada; emisi¨®n que era el ¨²nico medio de informaci¨®n de los guineanos, un emblema de libertad y un s¨ªmbolo de que Espa?a se interesaba por ellos. Luego sigui¨® la antiest¨¦tica invitaci¨®n para que se sentara en la presidencia del Congreso de la Lengua Espa?ola de Valladolid en 2001, con la ¨²nica protesta de los acad¨¦micos Mario Vargas Llosa y Luis Mar¨ªa Ans¨®n.
La caracter¨ªstica actual es el entreguismo del Gobierno de Espa?a a Obiang. El ministro Miguel ?ngel Moratinos hizo cuanto pudo para no contrariar a los gobernantes de Malabo, a riesgo de poner en duda principios proclamados del ideario socialista, como la ¨¦tica y el respeto de la dignidad de todo ser humano. Nadie entiende que una Espa?a democr¨¢tica apoye con firmeza a un dictador corrupto. No se comprende que quienes predican la abolici¨®n de la pena capital en el mundo no condenen el terrorismo de Estado imperante en Malabo, y tarden semanas en expresar su "consternaci¨®n" ante el fusilamiento de cuatro opositores, una hora despu¨¦s de ser sentenciados en un juicio sin garant¨ªas procesales y sin posibilidad de recurso.
Nadie entiende por qu¨¦ no se presiona de manera m¨¢s efectiva a un dirigente que, poseyendo su pa¨ªs ingentes recursos, mantiene al 85% de su poblaci¨®n en la miseria m¨¢s abyecta. Nadie entiende c¨®mo un partido como el socialista se amiga y ampara a un se?or que lleva 32 a?os prometiendo libertad y progreso, mientras gana siempre las "elecciones" con porcentajes superiores al 95%, y cuyo partido ocupa el 99% de los esca?os del Parlamento. Como tampoco se entiende para qu¨¦ viaja tan a menudo a Guinea el diputado Gustavo de Ar¨ªstegui, portavoz del Partido Popular en la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores del Congreso, ni por qu¨¦ siempre se apunta a esa "diplomacia parlamentaria" el democristiano Josep Antoni Dur¨¢n i Lleida. No es extra?o que Moratinos, en el ocaso de su gesti¨®n, se mostrase "decepcionado". Y es que Obiang viene enga?ando desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas a todos sus interlocutores espa?oles. Espa?a hace muchas cosas en favor del pueblo guineano, mantiene su sistema educativo y gran parte del sector sanitario. ?A cambio de qu¨¦, cuando son otros los mentores pol¨ªticos y beneficiarios de las riquezas guineanas?
Es razonable el malestar suscitado por los mimos espa?oles a Obiang: ?satisfizo a los antifranquistas el apoyo de las democracias occidentales a Franco?
Hubiese sido distinto si Bono, representante del conjunto del pueblo espa?ol y de su expresi¨®n democr¨¢tica, deseara que tambi¨¦n uniesen a guineanos y espa?oles la libertad y el desarrollo. Guinea no es solo Obiang y su camarilla, sino todos sus ciudadanos, incluida la inmensa mayor¨ªa silenciosa que clama a¨²n por sus derechos secuestrados.
Donato Ndongo-Bidyogo es escritor y periodista guineano.
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