A las duras y a las maduras
Es cierto que existen ciudadanos que echan de menos a las generaciones de pol¨ªticos que hicieron la Transici¨®n de la dictadura a la democracia en nuestro pa¨ªs. Es evidente que aquellas generaciones se propusieron impulsar, protagonizar y liderar una subida a un monte llamado libertad, cuyo trazado no se conoc¨ªa muy bien, salvo que las dificultades se presentaban muy complicadas. El esfuerzo que ellos mismos realizaron y el sacrificio que demandaron de los espa?oles merec¨ªan la pena, porque la subida al monte retrataba a una sociedad ¨¢vida de democracia, de libertad, de modernidad, de Europa. Aza?a dijo, en cierta ocasi¨®n, que nadie grita "presa o muerte", y P¨ªo Cabanillas expres¨® la misma idea con aquello de "nadie se entusiasma con el sistema m¨¦trico decimal". Si la ¨¦pica desaparece de la pol¨ªtica, lo que queda es pura administraci¨®n de la cosa p¨²blica y eso no conlleva ni emoci¨®n ni entusiasmo. La subida a la libertad estuvo llena de incidentes que a todos nos pusieron el coraz¨®n en un pu?o; basta recordar el intento de golpe de Estado del 23-F, del que se han cumplido 30 a?os, para sintetizar las dificultades del camino. No fue f¨¢cil, pero fue ¨¦pico.
Lo que importa no es la sucesi¨®n de Zapatero, sino la fidelidad a las ideas socialdem¨®cratas
Me consta que un pelot¨®n de socialistas est¨¢ preparado para la batalla
Todos, independientemente de la manera de pensar de cada uno, deseaban que los escaladores llegaran a la cima y todos ayudaban para que nadie desfalleciera. Y se lleg¨®, y nuestro pa¨ªs conquist¨® la libertad, y Espa?a entr¨® en el club de las democracias y nuestra presencia en todos los foros occidentales nos situ¨® en la modernidad. No hubo una sola persona que no dejara en segundo lugar la condici¨®n de ciudadano para ser espa?ol, precisamente cuando la Constituci¨®n de 1978 nos devolvi¨® la condici¨®n de ciudadanos: primero espa?oles y luego ciudadanos. Eso explica las renuncias y los sacrificios de todos para conseguir llegar a la meta que nos propusimos alcanzar. Esa renuncia y esa condici¨®n prioritaria de espa?oles explican, por ejemplo, los Pactos de la Moncloa, donde los trabajadores firmaron acuerdos salariales diez puntos por debajo de la inflaci¨®n. Est¨¢bamos subiendo y todo el mundo conten¨ªa la respiraci¨®n cuando amenazaba un alud de nieve que promet¨ªa devolvernos al sitio de donde ven¨ªamos y adonde nadie quer¨ªa regresar.
Y se consigui¨®. Llegamos a la cumbre y empez¨® la fiesta. Algunos dicen que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades, lo cual no ser¨ªa extra?o, de ser cierto, porque ya hab¨ªamos estado viviendo por debajo a lo largo de buena parte de la historia de Espa?a. Sea como haya sido, la fiesta, como todas las fiestas, terminan. Y la nuestra acab¨® hace tres a?os con la mal llamada crisis. Como ocurre siempre, de las fiestas hay quemarcharse antes de que acaben porque, de lo contrario, toca recoger la basura, las copas rotas y barrer y fregar el suelo y los rincones. Unos se fueron antes del final y a otros los echaron los que se quedaron. Estos ¨²ltimos se est¨¢n encargando de la parte m¨¢s fea de la aventura que iniciamos en 1977. Todo el mundo est¨¢ informado de c¨®mo se sube al Everest, pero nadie se entera de c¨®mo se baja, porque el descenso no tiene ni ¨¦pica ni emoci¨®n. Y ahora toca bajar. Y los ciudadanos no lo entienden, porque los que est¨¢n bajando no saben explicar para qu¨¦ y por qu¨¦ descendemos. ?Son peores estos pol¨ªticos que bajan que los que sub¨ªan? No lo creo; simplemente estos descienden y aquellos ascend¨ªan. Los escaladores promet¨ªan el cielo y los que descienden nos ofrecen la dura tierra. Solo a condici¨®n de que se nos ofreciera el sue?o de volver a conquistar un nuevo ochomil, los ciudadanos no van a entender las razones para un nuevo esfuerzo y sacrificio. Y para eso, no basta con comunicar mejor o peor, sino que ser¨¢ necesario no distraer la atenci¨®n con temas menores, por muy importantes que puedan parecerles algunos que no se juegan el proyecto, sino el sill¨®n.
La sucesi¨®n o permanencia de Zapatero no es lo que deber¨ªa importar a quienes se han comprometido con una organizaci¨®n de la sociedad espa?ola desde una visi¨®n y pr¨¢ctica socialdem¨®crata. Nadie ser¨¢ capaz de salir de este pozo en el que se encuentra el PSOE con dirigentes m¨¢s preocupados por la no contaminaci¨®n del presidente del Gobierno, que por la defensa de unas ideas y unos principios que nos ocupan desde hace m¨¢s de 100 a?os. M¨¢s que intentar presionar para que se vaya o para que anuncie el cu¨¢ndo, es obligaci¨®n de los que tienen alguna responsabilidad institucional y partidaria tratar de influir para que las decisiones, que se adopten por ¨¦l y su equipo de Gobierno, no vayan en contra de lo que desentona con las ideas socialdem¨®cratas. Si nadie es capaz de se?alar a un solo presidente auton¨®mico o dirigente socialista que haya discrepado en p¨²blico o en privado de lo que se ha hecho hasta ahora por el presidente del Gobierno, ?c¨®mo es posible entender que su ¨²nica preocupaci¨®n sea obligarle a decidir su futuro pol¨ªtico? ?Por qu¨¦ no nos cuentan ellos cu¨¢l ser¨¢ el suyo? Es posible que m¨¢s de uno est¨¦ jugando a despejar el terreno para que la sucesi¨®n quede abierta, al objeto de administrar la derrota, porque si no, no se entiende que cuando se hacen quinielas sobre posibles sucesores, nadie levanta la mano para decir que estando donde est¨¢n, no quieren estar en otro lado. Cuando Felipe Gonz¨¢lez se vio agobiado por un refer¨¦ndum que el Gobierno convoc¨® sobre la presencia de Espa?a en la OTAN, ni un solo dirigente territorial aprovech¨® el viaje para desmarcarse del presidente con el argumento de que la p¨¦rdida de la consulta traer¨ªa graves consecuencias para el futuro de los sitios donde ellos gobernaban. El partido se moviliz¨® y se salv¨® el proyecto que estaba comenzando a dar sus primeros frutos para la construcci¨®n de una sociedad m¨¢s equilibrada entre territorios y ciudadanos. Ahora, cuando este Gobierno se halla en una situaci¨®n de emergencia, lo que se oye y se intuye es el desmarque para ver "qu¨¦ pasa conmigo".
En el PSOE existe fuerza y cerebros suficientes como para ayudar a enderezar la situaci¨®n y poner en un aprieto a quien sigue dormitando, esperando que el tiempo haga madurar la fruta del Gobierno para que se la lleven a su casa, sin haber movido un solo m¨²sculo de los que se necesitan para ganar la confianza de un pueblo. Bastar¨ªa con que el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE decidiera hacer un llamamiento a los que un d¨ªa subieron a la cumbre para que, gratis y sin nombramientos de por medio, ni ahora ni despu¨¦s, se pongan manos a la obra para elaborar una estrategia y un proyecto ganador que ayude al PSOE y a Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero a meter a Mariano Rajoy en el atolladero de tener que debatir, discutir y contrastar sus propuestas con las socialistas, para que Espa?a vuelva a mirar a la cima de la monta?a con el mismo ¨ªmpetu y la misma emoci¨®n que cuando comenz¨® la escalada de los a?os setenta. Me consta que un pelot¨®n de socialistas est¨¢ preparado para esa batalla. Un grupo bien granado de militantes que no se juegan nada personal, que no tienen nada que demandar, que no desean volver a la pol¨ªtica activa y que detestan que todo consista en proteger peque?as parcelas por encima de un gran proyecto que hoy lidera Zapatero y ma?ana, ya se ver¨¢.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra fue presidente de la Junta de Extremadura.
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