?Viva Espa?a, co?o!
La conmemoraci¨®n del 30 aniversario del 23-F ha dejado sin aclarar el aglutinante ideol¨®gico que llev¨® a los conocidos cuatreros a desembarcar en el Congreso de los Diputados. Si hubiera que reducir a una ¨²nica frase su estrech¨ªsimo ideario, podr¨ªamos decir que les impulsaba el odio al Estado de las Autonom¨ªas.
El pensamiento pol¨ªtico de la ultraderecha espa?ola se ha nutrido siempre de la fobia a la pluralidad de Espa?a. "!Viva Espa?a, co?o!" es la divisa que los golpistas utilizaban para darse ¨¢nimos tras las primeras horas del golpe de estado. Un grito que pronunciado en tono exaltado, significaba la muerte de las autonom¨ªas y de la pluralidad de nuestro pa¨ªs. Un grito que no es concebible si se sustituye la palabra Espa?a por Andaluc¨ªa porque esta ¨²ltima nunca se ha pronunciado contra nadie.
La autonom¨ªa andaluza estuvo a punto de morir antes incluso de nacer. Andaluc¨ªa no solo tuvo que conquistar, palmo a palmo, su autonom¨ªa y ganar un refer¨¦ndum ama?ado en el hist¨®rico 28-F, sino que la tramitaci¨®n de su estatuto de autonom¨ªa se hizo bajo el ruido de sables y los bufidos de los generales, que ve¨ªan en el proceso andaluz una peligrosa mezcla de populismo social y de autogobierno. El hecho de que Andaluc¨ªa abriera la puerta a la autonom¨ªa plena para todas las comunidades produc¨ªa en las c¨²pulas militares una irritaci¨®n especial, una confirmaci¨®n de sus delirios de una Espa?a rota y roja. No es casual que el 23F coincidiera con la tramitaci¨®n final del primer Estatuto de Autonom¨ªa de Andaluc¨ªa, que los diputados ratificaron en C¨®rdoba dos d¨ªas despu¨¦s de la entrada de Tejero en el Congreso.
Ahora, los nuevos voceros contra las autonom¨ªas afirman que no tienen razones ideol¨®gicas similares a las de la ultraderecha y que su propuesta es ideol¨®gicamente as¨¦ptica. Sin embargo las similitudes siguen siendo abrumadoras. La FAES ha lanzado una campa?a antiauton¨®mica que fue presentada por Jose Mar¨ªa Aznar con el argumento de que es necesario limitar la capacidad de decisi¨®n de las autonom¨ªas y modificar la Constituci¨®n a fin de "preservar el derecho de la naci¨®n espa?ola a decidir su propio destino libremente, a trabajar por su prosperidad y a permanecer unida". La visi¨®n de un estado espa?ol amenazado, arruinado y casi roto por las autonom¨ªas es compartida absolutamente por Falange Espa?ola, quien ha lanzado tambi¨¦n una campa?a pol¨ªtica bajo el t¨ªtulo "Contra las autonom¨ªas". Por su parte, los medios de comunicaci¨®n de la llamada "caverna medi¨¢tica", han convertido a las autonom¨ªas en la diana preferida de sus venenosos dardos en una campa?a de desprestigio pol¨ªtico sin precedentes.
En pol¨ªtica, como es bien sabido, no existen las casualidades. Todos los actores son conscientes de sus entradas y salidas de escena, de sus parlamentos y de sus silencios. La vieja derecha ha encontrado el momento ideal para recuperar su rancio ultranacionalismo espa?ol. Para abrazar por completo estas tesis, el problema del PP sigue siendo Andaluc¨ªa. La Comunidad de Madrid, aplaude el discurso espa?olista enraizado y constitutivo de su propia existencia, una vez que fracas¨® las refundaci¨®n cultural y laica de Tierno Galv¨¢n. En el Pa¨ªs Vasco y en Catalu?a, el PP no aspira a ser fuerza mayoritaria y se ha instalado en posturas espa?olistas que representan un 10% o 15% del electorado. Pero en Andaluc¨ªa, cualquier partido pol¨ªtico que no abrace con fuerza la defensa de la autonom¨ªa est¨¢ condenado al fracaso. Se demostr¨® en la tramitaci¨®n del nuevo estatuto de autonom¨ªa, cuando el PP sinti¨® v¨¦rtigo a una negativa que le hiciera repetir con Andaluc¨ªa los errores del pasado; se constata en la escenografia de los m¨ªtines andaluces del PP donde han impuesto que sea m¨¢s visible la bandera andaluza que la roja y gualda (?no me digan que no se han fijado?).
Lo anterior demuestra dos cosas: la primera y m¨¢s importante, que el estado de las autonom¨ªas sigue vivo, en gran medida, porque existe Andaluc¨ªa y, segundo, que el PP deber¨ªa explicar -parafraseando a Mach¨ªn- c¨®mo se pueden tener dos discursos a la vez... y no estar loco.
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