El amor como hobby
Precursor de los temas que m¨¢s tarde desarrollar¨ªa Ch¨¦jov, Ivan Turgu¨¦nev (1818-1883) retrata ya en Un mes al camp (1855) la decadencia de la nobleza rusa y su ociosidad. Sus personajes veranean en el campo y el tiempo pasa entre juegos de cartas, lecturas, charlas y paseos por el jard¨ªn. En este contexto, Natalia, la protagonista, se aburre mortalmente: Arkadi, su marido, anda siempre ocupado; Rakitin, su eterno pretendiente, ya no la distrae. A todo esto, llega a la hacienda familiar Aleksei, un joven profesor que acaban de contratar para dar clases al hijo, y Natalia pierde la cabeza por ¨¦l. Como en Ch¨¦jov, tenemos una superficie que parece seguir el curso natural de la vida y unos anhelos que circulan por debajo, aunque Turgu¨¦nev es m¨¢s expl¨ªcito y esas ansias brotan y llegan incluso a salpicar. Turgu¨¦nev me parece menos sutil en la expresi¨®n de los conflictos internos de sus protagonistas. En Un mes en el camp esos conflictos se dilatan, para mi gusto, en exceso.
UN MES AL CAMP
De Ivan Turgu¨¦nev. Direcci¨®n: Josep Maria Mestres. Int¨¦rpretes: S¨ªlvia Bel, Carme Sansa Carles Mart¨ªnez, Robert Gonz¨¢lez, M¨ªriam Alamany. M¨²sica: Llu¨ªs Llach. Escenograf¨ªa: Pep Duran. Teatre Nacional de Catalunya, Sala Gran. Barcelona, 24 de febrero.
El montaje de Josep Maria Mestres -que se da en una Sala Gran de aforo acotado- parece querer incidir en la vertiente caprichosa, dir¨ªa, del amor que Natalia siente por el joven profesor. De otro modo no se entiende que el personaje de Aleksei sea tan poco atractivo, como tampoco se entienden los celos que Natalia siente por su pupila Verotxka, una joven que en este montaje no es que no le haga sombra, es que resulta casi invisible. Es como si todo el embrollo se diera por decisi¨®n deliberada de Natalia: me aburro tanto que voy a enamorarme de este pobre iluso que acaba de llegar. Solo as¨ª queda justificado un reparto tan irregular.
La Natalia de S¨ªlvia Bel, elegante y poderosa, no es la ¨²nica protagonista del espect¨¢culo. Carles Mart¨ªnez, en el papel del m¨¦dico intruso, cosech¨® la noche del estreno tantos aplausos como ella. Y es que est¨¢ francamente gracioso. Sus intervenciones son muy de agradecer, en especial, su pedida de mano a Lizaveta, una escena que justifica por ella sola la segunda parte del montaje, cuyo desenlace se pierde entre demasiados vaivenes del estilo. Los acompa?an unos convincentes secundarios interpretados por Carme Sansa, como la madre de Arkadi; M¨ªriam Alamany, como Lizaveta, y Joan Raja en el papel del absurdo pretendiente de Verotxka.
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