La imagen del Rey
En medio de las conmemoraciones del 23-F, el Rey acaba de afirmar que sobre aquel episodio ya se conoce todo. La verdad es que, despu¨¦s de mucho tiempo en el que la versi¨®n oficial parec¨ªa del todo veros¨ªmil, las sucesivas declaraciones de personalidades participantes, libros bien estructurados como el de Javier Cercas y alguna que otra precisi¨®n sobre lo ya dicho van permitiendo una reconstrucci¨®n m¨¢s compleja y, tambi¨¦n en sentido contrario, suscitando cuestiones y apuntando responsabilidades hasta hace poco borradas. El resultado es que frente a la estimaci¨®n del Monarca resulta evidente que algunas cosas fundamentales han de ser esclarecidas, y que est¨¢n ah¨ª las preguntas a formular sobre las mismas.
La imagen del Rey demanda claridad y no miniseries, el desmantelamiento del golpe tiene a¨²n sombras
En el libro de Jos¨¦ Luis de Villalonga, la preocupaci¨®n del jovenc¨ªsimo pr¨ªncipe por lo que est¨¢ sucediendo da lugar a una respuesta de Juan Carlos I como si se refiriera a un bal¨®n de f¨²tbol: "Pues ya ves, Felipe, con la Corona es lo mismo. En estos momentos est¨¢ en el aire y yo voy a hacer todo lo posible para que caiga de buen lado". Las palabras que el mismo Rey refiri¨® a los asistentes a una cena en julio de 1988 son algo diferentes: "He dado una patada a la Corona, est¨¢ en el aire, y veremos d¨®nde cae". El Rey es consciente de lo que se juega la monarqu¨ªa en el envite, esa misma monarqu¨ªa que constituye su primera preocupaci¨®n al felicitar a Francisco La¨ªna, y en su respuesta hay inseguridad, no preferencias.
Nadie pone en duda su rotundo rechazo a la acci¨®n de Tejero, la desconfianza inmediata ante lo que pudiera urdir Armada -"?esto es cosa de Alfonso!", habr¨ªa comentado la Reina apenas conocida la invasi¨®n del Congreso-, la voluntad de encontrar una salida constitucional, la dif¨ªcil tarea de conseguir que uno a uno los capitanes generales entraran en el redil de la obediencia al poder establecido, aun con la suerte de encontrar a uno de ellos, golpista borracho, fuera de juego por haber ba?ado en chivas su alegr¨ªa. Francisco Franco hab¨ªa puesto dif¨ªcil la organizaci¨®n de un pronunciamiento al fragmentar los poderes militares (hasta 1977 tres ministerios, luego JUJEM, Estado Mayor, Brunete, capitan¨ªas), pero por lo mismo result¨® muy complicado para don Juan Carlos desmontarlo instituci¨®n a instituci¨®n, jefe a jefe, con m¨ªnimos en cuanto a la lealtad constitucional en todos ellos. Al lado del mensaje, fue su obra maestra.
Pero ?por qu¨¦ se tard¨® tanto en emitir el mensaje? La versi¨®n oficial hablaba de que el edificio de TVE estaba ocupado militarmente. La¨ªna acaba de recordarnos que no fue as¨ª y que ¨¦l mismo se dirig¨ªa angustiadamente a La Zarzuela para que la emisi¨®n tuviera lugar. Da la sensaci¨®n de que el Rey prefer¨ªa asegurarse antes de la obediencia de los poderes militares uno a uno, objetivo preciso del mensaje. Alguna duda queda, y la tardanza puede sugerir espera al resultado de la misi¨®n Armada en el Congreso, aun cuando el Rey se manifestara desde el principio contrario a la iniciativa golpista de su expreceptor.
El hoy pac¨ªfico cultivador de camelias sigue siendo una clave no descifrada. De entrada, conociendo a Franco, solo puede pensarse que Armada se gan¨® la amistad de Juan Carlos pr¨ªncipe pero que en realidad fue siempre un infiltrado del dictador para su control e informaci¨®n. Ese ascendiente se manten¨ªa cuando don Juan Carlos, ya Rey, fuerza a Adolfo Su¨¢rez para que le traslade al Estado Mayor, escabel seg¨²n anotan Barber¨ªa y Prieto para convertirse en presidente militar de un Gobierno de concentraci¨®n, lo mismo que en circunstancias m¨¢s desfavorables quiso imponer a Antonio Tejero. La versi¨®n regia que daba Villalonga, de un don Juan Carlos incapaz de proteger de m¨²ltiples ataques a su estimado Su¨¢rez, es radicalmente falsa, ya que en esas v¨ªsperas de golpe, en pleno "ruido de sables", quien criticaba sin recato al jefe de Gobierno y manifestaba desear su relevo era ¨¦l mismo. La escena final de la brutal despedida de Su¨¢rez, de ser veraz y no "imaginativo" el relato de Cercas, refrenda esa impresi¨®n.
La dimisi¨®n de Su¨¢rez habr¨ªa cerrado ese camino real hacia el Gobierno presidido por el hombre de confianza, astuto y c¨ªnico reaccionario. Y aceler¨® los preparativos para su consecuci¨®n, golpe mediante. El Rey no debi¨® descartar una iniciativa en ese sentido de Armada, por la asociaci¨®n inmediatamente establecida al producirse el tejerazo, tan distante en principio de los buenos modos del general.
En suma, la imagen del Rey demanda claridad y no miniseries. La espl¨¦ndida labor de desmantelamiento del golpe tiene unas sombras de origen cuyos perfiles resulta inexcusable dibujar.
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