Los errores de Gadafi
El descontento en Libia era creciente y el dictador se equivoc¨® al optar por la l¨ªnea dura, mantener en la pobreza a la poblaci¨®n e ignorar las necesidades de los j¨®venes. De ah¨ª el actual alzamiento popular
Parec¨ªa poco probable que Libia, encajonada entre la ca¨ªda del r¨¦gimen en T¨²nez y la ca¨ªda del r¨¦gimen en Egipto, pudiera permanecer inmune a la marea. Gadafi domina un pa¨ªs en el que el descontento ha ido en aumento y los ciudadanos han mirado con repugnancia creciente las discrepancias entre su ret¨®rica de la democracia directa y su control autocr¨¢tico del poder.
En 2006 escrib¨ª un art¨ªculo sobre ¨¦l; entonces, la cuesti¨®n fundamental era si el cacareado proceso de reforma era una realidad. Parec¨ªa que el mayor reformista era su hijo Saif el Islam. Saif habla muy bien, pero con escaso respeto a la verdad. Durante una reuni¨®n con ¨¦l y varios diplom¨¢ticos estadounidenses en 2008, me asombr¨® o¨ªrle decir que eran inminentes los mismos planes que ya hab¨ªa calificado como tales en una conversaci¨®n que hab¨ªamos mantenido en 2005, sin que pareciera sentir ninguna verg¨¹enza por no haber avanzado absolutamente nada en ninguna de las cosas que hab¨ªa prometido. Al r¨¦gimen siempre le ha gustado atribuirse el m¨¦rito de las bellas ideas que propone y nunca ha reconocido que ni siquiera intenta llevarlas a la pr¨¢ctica. Los libios saben que esta actitud representa un grado de hipocres¨ªa superior al que suele ser habitual en el resto del mundo, y muchos reciben los magn¨¢nimos decretos que llegan de las alturas como meras interferencias en las ondas. Durante mucho tiempo, los libios no sent¨ªan gran amor por Gadafi, pero tampoco un odio especial; en muchos sentidos, era irrelevante para su vida cotidiana, que se desarrollaba con arreglo a una l¨®gica tribal muy anterior a que el r¨¦gimen se hiciera con el poder. Los libios recelan de la democracia; les gusta tener un gobernante fuerte que sea capaz de impedir que estallen las rivalidades entre tribus. Pero no les gusta demasiado su gobernante actual.
La mayor¨ªa de los libios tienen menos de 25 a?os y sienten que su voz ni tan siquiera es escuchada
El r¨¦gimen de Gadafi ha cometido varios errores estrat¨¦gicos desde que publiqu¨¦ mi art¨ªculo en 2006. El m¨¢s evidente ha sido su renuncia a los planes de reforma de Saif. A Gadafi le interesaba sostener la feroz batalla entre los partidarios de la l¨ªnea dura y los moderados, contar con un portavoz moderado para Occidente (de ah¨ª la reuni¨®n entre Saif y los diplom¨¢ticos) y mantener el rostro inflexible ante su propio pueblo. Dentro del Gobierno, cada bando ten¨ªa sus momentos de creerse favorito, pero, para Gadafi, la mejor forma de garantizar su hegemon¨ªa era que los dos estuvieran siempre en ascuas, sin dar verdaderos privilegios a unos ni a otros. No obstante, cuando esa situaci¨®n se hizo insostenible, en 2008, aplast¨® a los reformistas y pareci¨® que Saif hab¨ªa ca¨ªdo en desgracia. Aunque los libios, en su mayor¨ªa, se hab¨ªan mostrado c¨ªnicos acerca del proceso de reforma -que consist¨ªa m¨¢s en reformas econ¨®micas que en la introducci¨®n de una democracia genuina-, se hab¨ªan permitido no abandonar del todo la esperanza y aferrarse a la idea de que a Gadafi le interesaba verdaderamente lo que era mejor para la poblaci¨®n, no para ¨¦l y para su familia. Mantener a los partidarios de la l¨ªnea dura en el poder seguramente hab¨ªa sido impopular, pero darles m¨¢s poder todav¨ªa, como hizo Gadafi en 2008, fue catastr¨®fico. El hecho de que, hace unos d¨ªas, fuera Saif el escogido para salir en la televisi¨®n libia a advertir a la gente sobre la posibilidad de "guerra civil" y prometer una reuni¨®n sobre reformas constitucionales es muy significativo. Gadafi no le habr¨ªa escogido como portavoz si no fuera consciente de la sed de reformas, si no supiera que la decisi¨®n de aplastar las ambiciones de Saif para el pa¨ªs contribuy¨® a avivar el fuego que ahora consume Tr¨ªpoli. Al d¨ªa siguiente, Gadafi anunci¨® que su hijo iba a formar un comit¨¦ para investigar los sucesos actuales. Pero la intervenci¨®n de Saif en televisi¨®n, que son¨® a demasiado poco y demasiado tarde, "desesperada", en palabras de Al Yazira, y, seg¨²n algunos comentaristas, dirigida a sus amigos de Occidente m¨¢s que al pueblo libio, no ha beneficiado a su causa, desde luego.
El segundo error ha sido la falta de atenci¨®n a la pobreza de la poblaci¨®n. Libia es el pa¨ªs m¨¢s pr¨®spero del norte de ?frica, con su enorme riqueza petrolera y su escasa poblaci¨®n. Sin embargo, la mayor¨ªa de los libios viven en unas condiciones lamentables. El Estado ofrece muy poca sociedad civil y no cumple ni siquiera sus obligaciones m¨¢s b¨¢sicas. Existe una polic¨ªa encargada de controlar a quienes dejan de apoyar al l¨ªder, pero poco m¨¢s. Pese a que hay una crisis de vivienda que se ha intensificado en los ¨²ltimos a?os, el r¨¦gimen no ha hecho ning¨²n esfuerzo para proporcionar viviendas p¨²blicas aceptables. La riqueza est¨¢ concentrada en manos de muy pocos. A Gadafi no le habr¨ªa costado nada elevar el nivel de vida de su pueblo, bien creando una econom¨ªa sostenible y no dependiente del crudo, bien distribuyendo parte de los ingresos del petr¨®leo, pero no ha hecho ninguna de las dos cosas.
El tercer error ha sido ignorar las necesidades de los j¨®venes. Gadafi no solo est¨¢ esclerotizado, sino totalmente desconectado de las necesidades de los ciudadanos corrientes. Cuando un tercio de la poblaci¨®n tiene menos de 15 a?os y una proporci¨®n mucho mayor menos de 25, es evidente que los j¨®venes son factor fundamental a la hora de gobernar con coherencia. Gadafi ha vivido arropado por sus viejos compinches y no ha sabido ver ni la naturaleza ni el alcance del descontento. El problema m¨¢s claro, como en gran parte de Oriente Pr¨®ximo, es el inmenso paro juvenil, para cuya mejora no existe ning¨²n programa. Gadafi no ha intentado jam¨¢s acercarse a los j¨®venes insatisfechos, y estos sienten que su voz no se oye ni tiene ning¨²n peso.
Es importante que las protestas comenzaran en la parte oriental de Libia. La regi¨®n de Bengasi siempre ha sido la que menos se ha sometido al poder de Gadafi y en la que se han originado casi todos sus problemas. La Libia moderna es una construcci¨®n artificial, un remanente del colonialismo; no existe ninguna raz¨®n hist¨®rica para que sea un solo pa¨ªs. La tribu de Gadafi es de la parte oeste, y al este le molesta su autoridad. En los a?os noventa, el este de Libia fue el escenario de una rebeli¨®n armada de car¨¢cter isl¨¢mico que se centr¨® en Bengasi y las Monta?as Verdes. El miedo de Gadafi a Bengasi fue uno de los motivos que le llevaron a difundir la idea de que una epidemia infantil de VIH se deb¨ªa a la actuaci¨®n deliberada de unas monjas b¨²lgaras bajo las ¨®rdenes del Mosad. A Gadafi siempre se le ha dado muy bien desviar la indignaci¨®n de un enemigo hacia otro y apartarse de la l¨ªnea de fuego. Sin embargo, no pudo suprimir para siempre su impopularidad en la zona; los habitantes de Bengasi siempre han expresado su rechazo al r¨¦gimen con m¨¢s libertad que en las regiones occidentales del pa¨ªs, y llevaban mucho tiempo aguardando la oportunidad de llevar sus deseos a la pr¨¢ctica.
No soy adivino ni puedo saber si el r¨¦gimen resistir¨¢ frente a esta revoluci¨®n. La respuesta a las manifestaciones ha sido r¨¢pida y brutal, porque Gadafi hab¨ªa visto lo in¨²tiles que hab¨ªan sido las medidas m¨¢s moderadas tomadas en Egipto y T¨²nez. Pero no est¨¢ claro que la brutalidad vaya a servir de algo; da la impresi¨®n de que est¨¢ haciendo que cada vez haya m¨¢s ciudadanos indignados. Un diplom¨¢tico libio dijo hace unos d¨ªas: "Cuanta m¨¢s gente mate Gadafi, m¨¢s gente saldr¨¢ a la calle". El poder de Gadafi se ha apoyado durante mucho tiempo en el car¨¢cter esencialmente d¨®cil de los libios. Ahora bien, al ignorar a los j¨®venes, parece no haber tenido en cuenta la posibilidad de que ahora haya una poblaci¨®n menos pasiva. La generaci¨®n joven est¨¢ deseosa de arrinconar todo lo viejo y traer cosas nuevas. El embajador adjunto de Libia ante la ONU dijo el otro d¨ªa que si Gadafi no dimite por las buenas, "el pueblo libio se deshar¨¢ de ¨¦l". Dos miembros de la fuerza a¨¦rea libia se dirigieron a Malta porque prefer¨ªan desertar que atacar a los manifestantes de Bengasi. La p¨¦rdida de la lealtad del ej¨¦rcito ser¨ªa el fin de Gadafi.
Cuando desaparezca Gadafi, es muy posible que Libia se vea inmersa en batallas internas y acabe dividi¨¦ndose en varios pa¨ªses m¨¢s peque?os, dominados por sus respectivas tribus locales. El nexo que mantiene Libia unida est¨¢ vini¨¦ndose abajo, y las advertencias sobre el posible caos tienen raz¨®n. Elegir entre el caos y la opresi¨®n siempre es delicado, pero este pueblo est¨¢ cansado de opresi¨®n y corrupci¨®n, y puede que el caos les resulte m¨¢s atractivo. El ¨²nico instrumento que el r¨¦gimen tiene inequ¨ªvocamente de su parte es el control de las comunicaciones. Saif aspiraba a mejorar las comunicaciones en todo el pa¨ªs y llevar Internet hasta el S¨¢hara, pero no lo consigui¨®; en este sentido, su padre seguramente se alegrar¨¢ de no haberle hecho caso. Uno de mis contactos en Libia me llam¨® hace unos d¨ªas, justo antes de que cortaran todas las l¨ªneas. Me dijo: "Es horrible, mucho peor de lo que se piensa. Por favor, decid que necesitamos ayuda".
Andrew Solomon es escritor y periodista estadounidense, ganador del National Book Award y finalista del Pulitzer. ? Andrew Solomon, 2006, 2011. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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