El debate sucesorio deshilacha al PSOE

Cuando el propio presidente del Gobierno y los responsables m¨¢s directos del aparato del PSOE piden que se acabe el debate sobre la sucesi¨®n de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, los comentarios y las puyas arrecian. Si el jefe del Ejecutivo y secretario general del partido pide al l¨ªder socialista madrile?o, Tom¨¢s G¨®mez, que abra la mano a los cr¨ªticos en la lista al Ayuntamiento de Madrid, no se le escucha. Si se insta a que no haya convocatoria para profesores el pr¨®ximo a?o, desde las comunidades socialistas se desoye la encomienda.

Son solo algunos de los ejemplos que utilizan dirigentes regionales, parlamentarios de distintas circunscripciones y cuadros medios del PSOE para constatar que la inc¨®gnita sobre el futuro de Zapatero, con la inminencia de las elecciones auton¨®micas y municipales, ha creado un vac¨ªo de poder en el que cada cual piensa en s¨ª mismo y busca la salvaci¨®n al margen de la direcci¨®n federal y de La Moncloa.

"En el partido se ha pasado del hiperliderazgo al desapego"

"Ferraz acepta acuerdos m¨ªnimos porque los pulsos los puede perder"

En el caso de Madrid y Barcelona, los militantes castigaron a las c¨²pulas

El "presidencialismo" se ha extendido a las autonom¨ªas, "algo ajeno a la tradici¨®n"

Este es el hilo conductor por el que transitan los numerosos interlocutores consultados, que hablan del paso de un "hiperliderazgo al desapego" para describir lo que ha ocurrido con Zapatero, que en 2004 sac¨® al PSOE de la oposici¨®n y volvi¨® a repetir victoria cuatro a?os despu¨¦s.

Pero no hay luchas fratricidas como las de los noventa. El debilitamiento del poder central de Ferraz, calle madrile?a donde est¨¢ la sede federal del PSOE, se traduce en un desapego sutil, que supone por ejemplo que la ejecutiva federal ya no impone sus criterios. Hay muchos ejemplos, pero en los ¨²ltimos d¨ªas Madrid ha sido el escaparate perfecto.

El candidato a la alcald¨ªa, Jaime Lissavetzky, pidi¨® a Zapatero que hablara con Tom¨¢s G¨®mez, el l¨ªder del PSM, para que este incluyera en la lista a personas con las que el candidato sintiera afinidad. La versi¨®n de Ferraz es que "hubo cambios sustanciales", pero desde el entorno de G¨®mez se asegura que no se atendi¨® el requerimiento de Zapatero. Los cambios fueron m¨ªnimos, presumen. Las cifras var¨ªan, pero unos dicen que el presidente pidi¨® 10 nombres para Lissavetzky y G¨®mez consisti¨® en seis. La realidad demuestra que los cr¨ªticos con G¨®mez fueron barridos.

?Qu¨¦ ha pasado para que la c¨²pula socialista, ahora bajo la jurisdicci¨®n de Marcelino Iglesias como secretario de Organizaci¨®n, y antes con Leire Paj¨ªn en ese puesto, sea formalmente respetada por las federaciones, pero en caso de discrepancia no se acepten sus postulados? "Cuando las cosas se tornaron mal por la crisis econ¨®mica, empez¨® el tr¨¢nsito del hiperliderazgo al desapego de Zapatero", se?ala un dirigente territorial. Hay coincidencia en que el apoyo que ha tenido Zapatero en el PSOE condujo al partido "a una deriva presidencialista que ha debilitado a los ¨®rganos federales", se?ala otro dirigente territorial. Ahora que el presidente est¨¢ a la baja, nadie se siente en la obligaci¨®n de mirar hacia Ferraz.

"Nunca podr¨¦ agradecer todo el apoyo y todo el afecto que he recibido del partido". Zapatero ha utilizado estas expresiones en muchos momentos, en tono sentido y de hondo agradecimiento, pero aunque a¨²n contin¨²a haci¨¦ndolo, el PSOE ya no es una pi?a en torno a ¨¦l ni tampoco a su equipo.

Para rebatir la tesis del vac¨ªo de poder, desde el aparato federal se esgrime que nadie alza la voz en p¨²blico, que los comit¨¦s federales aprueban todas las propuestas por asentimiento, y que en los grupos parlamentarios de Congreso y Senado el respaldo a las medidas del Gobierno es total. Y es cierto. Nadie duda de que Zapatero tiene todo el apoyo para sacar adelante sus propuestas, a pesar de que pueden ser la causa de su declive electoral. Es m¨¢s, desde que consigui¨® el respaldo de sindicatos y empresarios, los socialistas se sienten mejor pertrechados para defender la pol¨ªtica gubernamental. Pero el distanciamiento con Zapatero y el aparato es ya un hecho. Cada cual har¨¢ lo que pueda para salvarse en sus territorios. Y ante el terror a perder las elecciones auton¨®micas y municipales, el equipo federal no puede maniobrar, por mucha consideraci¨®n que se tenga hacia Jos¨¦ Blanco, el vicesecretario general, o se valore el buen talante de Marcelino Iglesias. O por mucho que se aprecie el trabajo de personas de prestigio en el partido como son Elena Valenciano, Gaspar Zarr¨ªas y Antonio Hernando, que forman el equipo de mando federal, junto a Jos¨¦ Antonio Alonso, al frente del equipo parlamentario, y a Eduardo Madina, y Carmela Silva en el Senado. Su misi¨®n la cumplen con creces al conseguir el apoyo cerrado al Gobierno tanto interno como para completar mayor¨ªas que permiten acabar la legislatura.

Esto es realmente lo que le importa a Zapatero, tener el apoyo para llevar adelante las reformas que cree que pueden poner a Espa?a en la senda de la recuperaci¨®n econ¨®mica. Lo ha dejado en manos de sus personas de confianza para que eviten conflictos. Y la soluci¨®n parece que la han encontrado en no forzar la m¨¢quina y no pedir imposibles. El aparato se da por satisfecho con acuerdos de m¨ªnimos, con el argumento de que "no hay que echar m¨¢s le?a al fuego". Por el contrario, desde las federaciones se asegura que Ferraz opta por "no echar pulsos ya que normalmente los pierde". Madrid sigue siendo el paradigma de esta situaci¨®n desde que Tom¨¢s G¨®mez ganara las primarias a la ahora ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jim¨¦nez, claramente apoyada por la ejecutiva federal y por el propio Zapatero.

En efecto, el verdadero aparato estaba en manos de G¨®mez. Lo mismo ha ocurrido en Barcelona, donde el PSC, encabezado por el ex presidente catal¨¢n Jos¨¦ Montilla, fue derrotado en su af¨¢n de retirar al alcalde de Barcelona, Jordi Hereu, de la candidatura para revalidar su puesto. Hereu gan¨® a la ex consejera Montserrat Tura con el apoyo del aparato de la agrupaci¨®n de Barcelona. De nuevo, los militantes castigaron a las c¨²pulas.

Ahora bien, ese "presidencialismo" del que muchos hablan al referirse a Zapatero, lo hacen extensible a las autonom¨ªas. "Ha pasado a ser un partido de presidentes en vez de secretarios generales, ajeno a la tradici¨®n del PSOE, con el debilitamiento total de los ¨®rganos colectivos", se?ala un secretario provincial. Este reconoce que el partido est¨¢ en la versi¨®n m¨¢s depurada del "s¨¢lvese el que pueda".