Para familias, ni?os y 'frikis'
El Museo de Ciencias usa la tecnolog¨ªa 3D para acercarse al gran p¨²blico
Todos hemos formado parte de una jaur¨ªa de ni?os gritones que van de excursi¨®n escolar al museo de ciencias. Como la que hoy invade el de Madrid reclamando para s¨ª la t¨ªpica foto tomada a los pies de un f¨®sil de dinosaurio. "Tenemos tres tipos de p¨²blico: familias, ni?os y frikis de la naturaleza", confirma el director de la instituci¨®n, Esteban Manrique. Un tr¨ªo tan compacto como el que forman las estrellas de la colecci¨®n que alberga este centro perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC): los meteoritos, los minerales y los mencionados reptiles extintos.
De cara a la galer¨ªa, el museo cultiva el lenguaje llano para hacer atractivos al gran p¨²blico sus contenidos. Un ejemplo: incorporar la tecnolog¨ªa 3D a sus paneles explicativos. Y de puertas para adentro, su discurso alcanza otra altura. La de la investigaci¨®n pura y dura. "Somos un motor de desarrollo del conocimiento con una parte aplicada", contin¨²a Manrique. "Aqu¨ª se estudian cosas al filo de lo que se sabe".
"Ya no se matan animales para traerlos aqu¨ª", dice Esteban Manrique
"Aqu¨ª se estudian cosas al filo de lo que se sabe", a?ade el cient¨ªfico
Manrique lleva desde 2009 al frente del Museo Nacional de Ciencia Naturales (MNCN). Entre el elefante disecado que se expone en el vest¨ªbulo y el ¨²ltimo fondo donado -un esqueleto de ballena de 20 metros de longitud- han pasado m¨¢s a?os: 82. Los suficientes como para que hoy ese elefante sea impensable. "Lo captur¨® el Duque de Alba en ?frica, fue taxidermizado en el jard¨ªn bot¨¢nico y lo trajeron hasta aqu¨ª arrastr¨¢ndolo con mulas". Lo de la naturalizaci¨®n a base de ojos sint¨¦ticos ya no es de ninguna ayuda cient¨ªfica. "Para estudiar un animal no se necesita que est¨¦ disecado", explica Manrique. Tampoco el formol vive sus mejores d¨ªas. "La conservaci¨®n significa mantener algo para que sea ¨²til desde el punto de vista de la investigaci¨®n. La idea es que no pierda su ADN o sus caracter¨ªsticas morfol¨®gicas. Hasta hace nada, todo era formol, pero como ahora se sabe que es t¨®xico y cancer¨ªgeno, ha sido sustituido por el alcohol".
A trav¨¦s de las palabras de Manrique, el museo se revela como testigo de la evoluci¨®n en su sentido m¨¢s amplio. El exponente visible de c¨®mo ha ido cambiando no solo el discurso cient¨ªfico, sino las t¨¦cnicas de exposici¨®n. Por eso de la ballena, llegaron los huesos. "Ya no se matan animales para traerlos aqu¨ª de muestra. Esta ballena apareci¨® varada en una playa de M¨¢laga y la Junta de Andaluc¨ªa nos la cedi¨®". ?Un regalo envenenado? "No tanto como el que nos podr¨ªa hacer un donante privado que lo que quiere es colarnos su colecci¨®n ilegal para legalizarla".
Las preguntas que se har¨¢n propios y extra?os ser¨¢n diferentes. Del tipo, ?por qu¨¦ mis padres son estos y no otros? o ?tienen los ciervos y las ballenas un ancestro com¨²n? Pero la curiosidad que las motiva es siempre la misma. "La inquietud es algo universal". Seg¨²n Manrique, las actuales investigaciones avanzan por la senda de la biodiversidad. "Hay que comprender lo que se conoce como ¨¢rbol de la vida: por qu¨¦ estamos aqu¨ª y por qu¨¦ tenemos la forma que tenemos. Nosotros y el resto de organismos que nos acompa?an. En esto tiene mucho que decir el ADN. ?l nos dice por qu¨¦ las cosas han evolucionado de la manera en que lo han hecho. Los seres vivos no somos permanentes. Y por eso hay que entender la vida". Si no hubiese sido bi¨®logo, a Manrique le hubiese gustado dedicarse a la m¨²sica. Su hija peque?a lo hace. Estudia ballet. El ADN se abre paso.
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