Di¨¢logo de sordos
El presidente Zapatero y el l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n mantuvieron en el Congreso la pasada semana uno de esos di¨¢logos de sordos ("-?De d¨®nde vienes? -Manzanas traigo") que encuentran su m¨¢s desmoralizador ejemplo en las sesiones parlamentarias de control al Gobierno. No es de extra?ar que la opini¨®n p¨²blica apenas preste atenci¨®n a unas agrias discusiones carentes de argumentos y sobradas de insultos. La desafecci¨®n hacia los partidos registrada por los sondeos trae causa en buena medida del cansancio ciudadano de peleas de corral que solo gustan a los forofos de cada equipo.
Esta vez el desencuentro se produjo en el pleno de la C¨¢mara baja pedido por el presidente del Gobierno para informar sobre la evoluci¨®n y el futuro de las pol¨ªticas sociales. Uno de los principales prop¨®sitos de esa sesi¨®n monogr¨¢fica era iniciar en sede parlamentaria el imprescindible debate nacional sobre la sostenibilidad del Estado de bienestar, seriamente amenazado por una crisis econ¨®mica de final todav¨ªa incierto. Resultaba inevitable, sin embargo, que el presidente Zapatero tratase de sacar pecho para hacer frente a las cr¨ªticas lanzadas desde la oposici¨®n contra las medidas de ajuste aplicadas desde mayo de 2010 (congelaci¨®n de las pensiones, reducci¨®n del sueldo de los funcionarios, supresi¨®n del cheque-beb¨¦, reforma del mercado laboral, elevaci¨®n de la edad de jubilaci¨®n) sobre el trasfondo del crecimiento galopante del desempleo en esta legislatura.
El debate entre Zapatero y Rajoy sobre el futuro del Estado de bienestar result¨® decepcionante
Pero Rajoy no estaba dispuesto a entrar en una discusi¨®n sobre el futuro del Estado de bienestar que le obligase a romper su cauto hermetismo preelectoral y a confesar su programa de gobierno, ofreciendo as¨ª pistas delatoras capaces de enajenarle las simpat¨ªas de una parte de los votantes. Ni siquiera el retraso de la edad de jubilaci¨®n y la modificaci¨®n del c¨®mputo de c¨¢lculo de las pensiones, cuyos efectos solo se notar¨¢n a medio plazo, logr¨® arrancarle un pronunciamiento claro: "El problema acuciante no es tanto lo que pueda ocurrir dentro de 15 o 20 a?os, sino lo que est¨¢ ocurriendo ahora". En lugar de responder al cuestionario de Zapatero sobre la forma de asegurar el funcionamiento de los tres pilares cl¨¢sicos del Estado social (ense?anza, sanidad y pensiones) y de poner los cimientos de su cuarto pilar (la dependencia), Rajoy se escondi¨® tras una cortina de humo t¨®xico y acus¨® a Zapatero de mentir a prop¨®sito de las partidas dedicadas al gasto social durante su mandato.
Al presidente del PP, sin embargo, tampoco le acompa?¨® la fortuna en su fracasada excursi¨®n por las ramas estad¨ªsticas. La sustituci¨®n de las cifras del paro registrado por las estimaciones de la encuesta de poblaci¨®n activa (EPA), con el malicioso prop¨®sito de rebajar la cobertura del desempleo desde el 80% hasta el 64%, y la omisi¨®n del a?o de referencia utilizado para fijar los porcentajes de gasto sanitario, a fin de agarrar en contradicciones de p¨¢rvulo al presidente del Gobierno, recordaron la torpeza patosa de los magos circenses que no saben ni esconder al conejo dentro de la chistera. Y la en¨¦sima repetici¨®n de la fant¨¢stica leyenda urbana seg¨²n la cual el PP habr¨ªa encontrado en bancarrota la Seguridad Social al llegar al poder en 1996 result¨® tan inveros¨ªmil como siempre.
Para poder hablar con una m¨ªnima autoridad acerca de la salida de la recesi¨®n resulta inexcusable identificar previamente sus or¨ªgenes y sus causas. Las turbulencias creadas en Estados Unidos durante el verano de 2007 por las hipotecas subprime, transformadas luego en crisis financiera y propagadas despu¨¦s a Europa, han tenido en Espa?a consecuencias catastr¨®ficas debido a la burbuja inmobiliaria. El estallido de ese globo especulativo (el 40% de la inversi¨®n empresarial espa?ola estuvo dedicado durante dos o tres a?os a ese sector) ha dejado como legado una oferta de pisos y de suelo inabsorbible a corto plazo por el mercado, un elevado endeudamiento interior y exterior de las compa?¨ªas, el aumento de la morosidad y de los impagados bancarios y una destrucci¨®n del 70% del empleo en la industria de la construcci¨®n. El presidente del Gobierno invit¨® sin ¨¦xito a una reflexi¨®n sobre las culpas compartidas no solo por los partidos que se han sucedido en el poder desde 1996, sino tambi¨¦n por la sociedad espa?ola en su conjunto: "A la burbuja inmobiliaria hemos contribuido todos, las Administraciones, los sectores sociales y los Gobiernos".
Pero Rajoy no desea participar en esa terapia de autocr¨ªtica colectiva. Seg¨²n su punto de vista, la crisis econ¨®mica espa?ola estar¨ªa desligada por completo del contexto internacional y la ¨²nica responsabilidad de la recesi¨®n y del desempleo correr¨ªa a cargo de la pol¨ªtica de Zapatero. Y sus palabras aparentemente comprensivas acerca de la caritativa preocupaci¨®n del presidente del Gobierno por el gasto social encierran un envenenado regalo: "Es razonable -concluye el l¨ªder del PP- que quien ha empobrecido a tantos se ocupe de amortiguar el mal que siembra".
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