Sueldos de pol¨ªticos
Ahora que est¨¢ de moda denostar a los pol¨ªticos, y acusarles de percibir emolumentos y pensiones de privilegio, y exigir que tales regal¨ªas les sean recortadas sin piedad, disc¨²lpenme que me sit¨²e, una vez m¨¢s, a contracorriente, y que lo diga alto y claro: para los sapos que tienen que deglutir, y las contorsiones a que vienen obligados, y los papelones que deben hacer, nuestros pol¨ªticos est¨¢n muy mal pagados. Por lo menos, algunos.
Uno de los casos m¨¢s sangrantes que conozco es el del se?or Josep Enric Millo i Rocher. Este caballero se afili¨® en 1989 a Uni¨® Democr¨¤tica de Catalunya (UDC), y bien pronto su carrera empez¨® a despegar, tanto dentro del partido como en la Administraci¨®n: secretario de organizaci¨®n intercomarcal de Girona entre 1992 y 1994, luego presidente del consejo intercomarcal de la misma demarcaci¨®n, consejero nacional y miembro del comit¨¦ de gobierno democristiano..., a la vez que delegado territorial del Departamento de Trabajo en Girona (1991-95). No era, pues, un militante del mont¨®n, sino alguien de confianza. Tanta, que incluso recibir¨ªa alguna salpicadura judicial del caso Pallerols; tanta, que en 1995 fue elegido diputado al Parlamento catal¨¢n, y reelegido en 1999, ejerciendo como portavoz adjunto de Converg¨¨ncia i Uni¨®.
Para los sapos que tienen que deglutir y los papelones que deben hacer, nuestros pol¨ªticos est¨¢n muy mal pagados
Sin embargo, la federaci¨®n nacionalista no lo incluy¨® en las candidaturas de 2003, y el se?or Millo se dispuso a hacer todos los sacrificios para evitar que la pol¨ªtica institucional le dejase en la cuneta. Fichado en 2004 por Josep Piqu¨¦ como parte del "giro catalanista" que este quer¨ªa imprimir al Partido Popular, es bien sabido que tanto aquel giro como el liderazgo de Piqu¨¦ tuvieron un recorrido corto. Pero Millo, que desde 2006 volv¨ªa a ser diputado, se adapt¨® camale¨®nicamente a las nuevas jefaturas, se hizo con el control del PP provincial de Girona y, tras revalidar su esca?o el pasado noviembre, es hoy el locuaz portavoz del PP en el Parlamento catal¨¢n.
Y, claro, en su facundia declarativa y en su celo de converso, el portavoz Millo arremete ahora contra aquello que ¨¦l mismo defend¨ªa unas legislaturas atr¨¢s: exige al Gobierno de CiU "menos ret¨®rica nacional" y eliminar "gastos nacionalistas", le acusa de "atizar el fuego de la confrontaci¨®n Catalu?a-Espa?a", aplaude las sentencias del Constitucional contra el Estatuto o contra la inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica, jalea las propuestas recentralizadoras de la FAES y se opone al uso del catal¨¢n en los plenos del Senado. Y todo ello sin un sonrojo, sin escr¨²pulo ni pudor alguno, porque -sostiene- su paso por Uni¨® "queda muy lejos en el tiempo". Con esa admirable capacidad para la amnesia selectiva, con ese aplomo para convertir su cambiante conveniencia en dogma, ?no se merece el se?or Millo al menos uno o dos pluses salariales, aunque sean a cuenta del PP?
Tambi¨¦n se est¨¢ ganando una buena cesant¨ªa Daniel Sirera: ya saben, aquel voluntarioso joven que, en julio de 2007, devino accidental presidente del PP de Catalu?a tras el portazo de Piqu¨¦, y que un a?o despu¨¦s fue barrido por la irrupci¨®n de S¨¢nchez-Camacho propulsada por Rajoy. En desgracia ante la actual direcci¨®n, con su mandato parlamentario concluido el pasado oto?o y sin ning¨²n otro asidero institucional, tal vez Sirera quiere hacer m¨¦ritos ante sus correligionarios valencianos. El caso es que el otro d¨ªa public¨® en Las Provincias un art¨ªculo (Pat¨¦tico imperialismo, 23/02/2011) que aplaud¨ªa el cierre de las emisiones de TV-3 decretado por Francisco Camps y acusaba al nacionalismo catal¨¢n "de querer convertir a la Comunidad Valenciana en una colonia de la Catalu?a triunfante", de querer "catalanizar a los valencianos" y otras sandeces por el estilo.
Cuando incluso las mayor¨ªas del PP en la Diputaci¨®n y el Ayuntamiento de Castell¨®n han reclamado la recepci¨®n de TV-3, leer al se?or Sirera practicando el m¨¢s grotesco y recalentado blaverismo, eso s¨ª resulta de verdad pat¨¦tico. Ser¨ªa menos oneroso para el bien com¨²n pagarle un sueldo, y que regresara al discreto silencio caracter¨ªstico de casi toda su carrera pol¨ªtica.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador
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