El nuevo primer ministro egipcio dice que su legitimidad "viene del pueblo"
Ba?o de multitudes de Essam Sharaf en la plaza de la Liberaci¨®n de El Cairo
Egipto es una fuente inagotable de paradojas. Desde la ca¨ªda de Hosni Mubarak, el pa¨ªs est¨¢ gobernado por un directorio militar con todos los poderes. Pero la dictadura del Ej¨¦rcito ampara un ambiente intensamente revolucionario. El nuevo primer ministro, Essam Sharaf, protagoniz¨® ayer otra escena para la historia: acudi¨® a la plaza de Tahrir (Liberaci¨®n), abarrotada por decenas de miles de personas, y asegur¨® a los manifestantes que no les traicionar¨ªa. "He sido nombrado por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas", proclam¨®, "pero he venido aqu¨ª porque mi legitimidad procede de vosotros".
Sharaf fue nombrado el jueves, a trav¨¦s de un escueto comunicado colgado en la p¨¢gina del Ej¨¦rcito en Facebook (el nuevo r¨¦gimen utiliza profusamente las redes sociales), y a¨²n no hab¨ªa jurado su cargo. La multitud le reclam¨® que jurara all¨ª mismo, en Tahrir. Sharaf, sin embargo, no quiso ir tan lejos en su desparpajo revolucionario.
El refer¨¦ndum para la reforma de la Constituci¨®n se celebrar¨¢ el d¨ªa 19
Aunque no jur¨® su cargo "ante el pueblo", como le ped¨ªan, Sharaf expres¨® su completa fidelidad a los manifestantes que hab¨ªan conseguido derribar a Mubarak y segu¨ªan reclamando una r¨¢pida transici¨®n a la democracia. "Vuestras exigencias son mi deber, y si no puedo satisfacerlas me encontrar¨¦is ah¨ª abajo [entre los manifestantes] y no aqu¨ª arriba", prometi¨®. Incluso pregunt¨® a la gente, y la gente era una multitud que ocupaba toda la plaza y sus alrededores, si alguno de los soldados que compon¨ªan su escolta hab¨ªa maltratado a alg¨²n manifestante durante los d¨ªas en que la plaza de Tahrir se convirti¨® en un campo de batalla. No hubo respuesta. Solo v¨ªtores.
Fueron momentos de euforia popular. La ca¨ªda de Ahmed Shafik, el primer ministro nombrado por Mubarak en los estertores finales del r¨¦gimen, fue acogida con alegr¨ªa. Shafik era un hombre de Mubarak, pero acentu¨® su impopularidad unos d¨ªas atr¨¢s, cuando en un programa de televisi¨®n mantuvo una acalorada discusi¨®n con el escritor Alaa al Aswany, uno de los iconos intelectuales del nuevo Egipto. En esa discusi¨®n, Shafik se mostr¨® arrogante y descart¨® despectivamente la posibilidad de desmantelar la polic¨ªa pol¨ªtica.
Ca¨ªdo Shafik y nombrado Sharaf, un hombre respetado por los movimientos prodemocr¨¢ticos, el desmantelamiento de la polic¨ªa pol¨ªtica es la prioridad de los manifestantes, junto a otras dos demandas esenciales: el fin del estado de excepci¨®n, vigente los ¨²ltimos 30 a?os, y la puesta en libertad de los presos pol¨ªticos. Sharaf se uni¨® a las consignas que coreaban los manifestantes: "Rezo por un Egipto libre, espero que un d¨ªa las opiniones no tengan lugar en las celdas y que el trabajo de la polic¨ªa consista en garantizar la seguridad de los ciudadanos".
Sharaf debe nombrar pronto un nuevo Gobierno, que se espera libre de herencias del pasado, y ponerse a trabajar en la organizaci¨®n de un refer¨¦ndum que valide los cambios realizados en la Constituci¨®n por un grupo de t¨¦cnicos. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas anunci¨® que el refer¨¦ndum se celebrar¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 19. A?adi¨® que no se utilizar¨¢ el antiguo censo ama?ado de Mubarak, y que podr¨¢ votar cualquiera con un documento de identidad egipcio.
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