?Guillotina para Gutenberg!
La cultura escrita e impresa ha entrado en una crisis impensable hace solo unas d¨¦cadas. Hay todo un contingente global y muy numeroso de intelectuales que, cada vez m¨¢s, solo se despliega en Internet
En lo que se refiere al mundo del libro y a lo que ha sido hasta ahora la cultura escrita, y desde Gutenberg tambi¨¦n impresa, el desconcierto y el caos empiezan a ser un asunto general, y se est¨¢ produciendo ya un gran desgarr¨®n, de naturaleza impredecible, entre los que se educaron bajo el signo de la galaxia Gutenberg y los que no, y que resulta evidente a poco que uno observe lo que est¨¢ pasando.
Pongamos un ejemplo: siguiendo la tradici¨®n secular de la prensa, los cr¨ªticos seguimos examinando novelas excelentes que van apareciendo todos los a?os, pretendiendo ignorar que el mercado del libro se est¨¢ muriendo e ignorando, o pretendiendo ignorar, que las obras que juzgamos apenas permanecen un mes en las librer¨ªas, suplantadas por la nada o por la infraliteratura que se ha ido apoderando de los escaparates de las librer¨ªas. Tampoco parecemos darnos cuenta de que esas novelas que comentamos, y que ocupan cada vez menos espacio en muchas bibliotecas, ya no conquistan tanto la mente de los lectores, que ya solo compran novelas en los supermercados, generalmente hist¨®ricas, de terror o policiacas.
Lo mejor es colocarse entre las dos corrientes, que ser¨ªa casi lo mismo que en el ojo del hurac¨¢n
El libro del futuro puede derivar hacia la autoedici¨®n y hacia la edici¨®n de lujo
Y da toda la impresi¨®n de que hay un contingente de intelectuales que se ha quedado ya a este lado del abismo, y otro contingente, mucho m¨¢s numeroso y global, que ya est¨¢ al otro lado, y que solo se despliega en Internet. Pero, ?Internet no es ya el mundo? ?Y qu¨¦ poco van a servir los c¨¢nones que hemos establecido hasta ahora!
De momento, lo mejor es colocarse entre las dos corrientes, que ser¨ªa casi lo mismo que en el ojo del hurac¨¢n, en el que adem¨¢s puedes estar relativamente tranquilo, en medio de tanta desesperaci¨®n y tanto canto f¨²nebre a las bellas artes.
Adi¨®s al mundo de los libros, al menos tal como los hemos conocido en el siglo XX. En muchos casos, el libro del futuro derivar¨¢ hacia la autoedici¨®n. El lector editar¨¢ solamente esos libros que le gusten, con el modelo de letras que le plazca y hasta con ilustraciones que no figuraban en el original. En cierto modo ser¨¢ el retorno a la Edad Media y a los libros personales y manuscritos. En otros casos podr¨ªa derivar hacia los libros-objeto, bien editados y bellos, y que ser¨ªa volver a los primeros siglos de la imprenta, cuando en el libro se fund¨ªan y confund¨ªan el arte, la artesan¨ªa y la industria.
En un mundo reducido a fantasma global por la Red, donde no tocas materia, se van a valorar mucho m¨¢s las obras ¨²nicas y el objeto material. Sent¨¦monos a esperar, pero no demasiado, que ahora las cosas ocurren antes de que las puedas ver llegar.
En el magma universal de la Red la cultura universal forma ya una especie de papilla niveladora donde todos los discursos son posibles y todos tienen cabida y todos se deslizan sobre la misma superficie imaginaria. ?C¨®mo discriminar entre lo bueno, lo malo y lo regular y bajo qu¨¦ criterios? El trabajo va a resultar m¨¢s dif¨ªcil que en la era Gutenberg, al menos de momento.
Lo que ocurrir¨¢ despu¨¦s podr¨ªa ser una especie de identificaci¨®n integral del ciudadano con la Red, como en cierto modo ya ocurre en Jap¨®n. En esa fase de inmanencia individuo-Red, conformando ya un ¨²nico ser y un ¨²nico cuerpo m¨ªstico, el libro se har¨ªa menos necesario como superficie de transmisi¨®n de un cierto saber o sencillamente de informaci¨®n, pues todo eso se dar¨ªa ya de un modo inmanente en un tipo de ciudadano que estar¨ªa conectado al sistema siempre, y que en esencia no ser¨ªa tan diferente al que ya estamos viendo.
?Y qu¨¦ va a ser de la novela? Es evidente que la novela moderna surgi¨® con la imprenta, y que con la imprenta madur¨® y se desarroll¨®. Al fijar "para siempre" el texto, la imprenta liber¨® el lenguaje escrito y fue fundamental para el desarrollo de la prosa y de las posibilidades de comunicaci¨®n de la escritura, pero da la impresi¨®n que desde hace ya un tiempo est¨¢ emergiendo un lector al que ya no le convence ni siquiera un poco el discurso de la novela, de cualquier novela. Como si, m¨¢s all¨¢ de su modalidad y su materia verbal, todas esas historias concebidas para ser transmitidas en forma de libro, con un sentido de la duraci¨®n y la expresi¨®n acordes con el artefacto libro, les pareciesen un asunto antiguo y ya no les llegase ni a la mente ni al coraz¨®n. Hace unos 20 a?os me parec¨ªa una tragedia, ahora no.
Por otra parte, la historia ejerce peri¨®dicamente toda clase de crueldades, y ahora estamos en un cambio hist¨®rico fundamentalmente cruel con todo el universo que hab¨ªamos ido creando bajo el modelo Gutenberg.
No hace mucho Olvido Alaska se refer¨ªa al mundo de la m¨²sica pop como un universo relativamente perdido, que ha cambiado de dimensi¨®n, tambi¨¦n en su funci¨®n de educaci¨®n sentimental. Antes los movimientos del pop-rock eran tambi¨¦n ideol¨®gicos y envolv¨ªan completamente, convirti¨¦ndose en un asunto fundamental en los j¨®venes, en cambio ahora la m¨²sica popular no deja de ser cierto sonido ambiental, envolviendo sin envolver, como algo m¨¢s de lo que puedes disponer en cualquier momento y ya est¨¢, en opini¨®n de Alaska.
Me pregunto si en el mundo de los libros no est¨¢ pasando algo parecido. En el de los intelectuales s¨ª, desde luego, que de conciencias de la sociedad, en la ¨¦poca del existencialismo, han pasado a ser monigotes de feria. Y es normal, ha desaparecido la figura del maestro, del ma?tre ¨¤ penser. Quiz¨¢ no hac¨ªa ninguna falta, dir¨¢ alguien, quiz¨¢, pero sin ma?tres la feria es m¨¢s aburrida porque adem¨¢s de maestros del pensamiento eran tambi¨¦n maestros de ceremonias. Ya viv¨ªan en la sociedad del espect¨¢culo y lo sab¨ªan. As¨ª que hac¨ªan un buen espect¨¢culo. ?Es tan deplorable?
Yo no me pongo tr¨¢gico. En parte todo esto tiene algo de liberador y de gran desarticulaci¨®n de una mascarada, y muchas veces as¨ª lo siento. La desarticulaci¨®n de las jerarqu¨ªas que fue creando la galaxia Gutenberg, ahora mismo totalmente erosionadas. Cada vez que recuerdo los escritores que figuraban como esenciales en los libros escolares de mi adolescencia me entran ganas de vomitar. Esa fijaci¨®n de ideas heredadas y mineralizadas ten¨ªa mucho que ver con el universo Gutenberg, que al fijar los textos como si estuviesen tallados en piedra lo ralentizaba todo. Con toda evidencia, la imprenta pertenece como artefacto a un mundo que est¨¢ quedando atr¨¢s, y que ha coincidido con la era de la burgues¨ªa, desde sus airosos comienzos renacentistas hasta su crep¨²sculo definitivo.
Volvamos al comienzo. En los peri¨®dicos los cr¨ªticos valoramos novelas, en bastantes casos excelentes (en bastantes m¨¢s casos del los que cabr¨ªa sospechar), observamos que hay erratas, decidimos que alg¨²n personaje no est¨¢ redondeado o que ciertos adjetivos sobran, y mientras tanto el mercado literario desciende el 30% (el mercado del disco no se desplom¨® tan r¨¢pido) y las novelas que valoramos son retiradas a menudo antes de que salga la rese?a, pues hay que dejar paso a la literatura de consumo. Y casi todos los libros devueltos acabar¨¢n guillotinados, que es m¨¢s ecol¨®gico que quemarlos, y tambi¨¦n m¨¢s moderno: no olvidemos que la guillotina sucedi¨® a la hoguera en las penas capitales. Es para morirse de risa, pero cuidado, no conviene demorarse mucho en el pasado, que ya dec¨ªa Borges que es la regi¨®n m¨¢s propicia a la muerte.
Como conclusi¨®n a todo lo dicho solo se me ocurre pensar en la iron¨ªa de la historia. Cuando era chaval y toda la cultura que circulaba estaba relacionada con la galaxia Gutenberg, era dif¨ªcil imaginar esta crisis del libro y el mundo editorial, si bien McLuhan ya lo hab¨ªa anunciado en varios de sus libros. Estamos cruzando un puente y uno no sabe qu¨¦ hacer, si volver al c¨¢lido mundo Gutenberg, donde todo parec¨ªa tan duradero y tan seguro, o saltar al otro lado. De todas formas, no tiene por qu¨¦ ser un salto mortal: han colocado una red.
Jes¨²s Ferrero es escritor.
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