Marcial Maciel, la amante y su hija
En su refugio mexicano, el fundador de los Legionarios de Cristo represent¨® su ¨²ltima farsa: en un ambiente de oraci¨®n, rodeado por su congregaci¨®n, vivi¨® parte del destierro junto a su hija y su amante. El periodista de EL PA?S Jes¨²s Rodr¨ªguez lo cuenta en un libro
Una vez consumada la dimisi¨®n de Maciel en enero de 2005, la primera etapa de su destierro fue Cotija de la Paz (en la regi¨®n mexicana de Michoac¨¢n, considerada la m¨¢s ultraconservadora dentro de la mejor tradici¨®n de la guerra cristera), su pueblo, donde hab¨ªa fundado a?os antes el Centro Cultural Interamericano, una bella casa de retiro colgada sobre la ciudad. Ser¨ªa la ¨²ltima vez que pisara en vida su pueblo, ese remanso verde surcado por ovejas y apreciado por sus quesos ligeramente especiados.
Nada ten¨ªa de extra?o que Maciel volviera a Cotija a lamerse las heridas. Lo curioso de la nueva situaci¨®n es que el fundador, a sus 84 a?os, ya no viajaba solo, como hab¨ªa hecho durante d¨¦cadas (salt¨¢ndose las normas establecidas por ¨¦l mismo que indicaban que los legionarios deb¨ªan desplazarse de dos en dos para evitar las tentaciones, y con un itinerario y presupuesto y alojamiento que deb¨ªan ser aprobados por sus superiores). En esta ¨²ltima ocasi¨®n le acompa?aban una mujer mexicana en torno a los cuarenta a?os, Norma Ba?os, que se tomaba cada vez m¨¢s libertades en la toma de decisiones en torno a la agenda del fundador, y la hija adolescente de esta, Normita Rivas Ba?os (que llevaba el apellido de una de las personalidades que adopt¨® Maciel en su vida, Jos¨¦ Rivas). Y que para cerrar el c¨ªrculo de la impunidad macielista estudiar¨ªa comunicaci¨®n en las universidades de la Legi¨®n en M¨¦xico DF (An¨¢huac del Norte) y despu¨¦s en Madrid (Francisco de Vitoria), donde algunos miembros del Regnum Christi sab¨ªan qui¨¦n era en realidad. Seg¨²n un sacerdote legionario que vivi¨® aquellos acontecimientos:
La confesi¨®n
Jes¨²s Rodr¨ªguez.
Editorial Debate.
Precio: 21,90 euros.
A la venta
el 18 de marzo
Marcial Maciel ten¨ªa l¨ªnea directa con el Papa, los presidentes de M¨¦xico, con Lech Walesa y la familia Aznar
"Cuando conoc¨ª a ese hombre, yo era una menor... Ni mi hija ni yo supimos qui¨¦n era realmente hasta el final"
El estrecho c¨ªrculo de legionarios que descubri¨® la existencia de la hija de Maciel se taparon los ojos, los o¨ªdos y la boca
Normita Rivas Ba?os llevaba el apellido de una de las personalidades que adopt¨® Maciel en su vida, Jos¨¦ Rivas
"A finales de octubre de 2005, la se?ora Norma se qued¨® a vivir establemente en Cotija, en el Centro Cultural de la Legi¨®n, en un cuarto contiguo al que ocupaba Maciel. La relaci¨®n entre ellos era de total familiaridad, entraba cada uno en el cuarto del otro, como una pareja?. Aquello comenz¨® a causar un enorme desasosiego entre los legionarios, las consagradas y los empleados que viv¨ªan con ellos en el centro.
?Qu¨¦ opinaba el piadoso entorno de Maciel de esas mujeres?
"Todos pens¨¢bamos que era una rica bienhechora que daba dinero a la congregaci¨®n y ten¨ªa confianza con el padre Maciel, como antes hab¨ªa tenido otras bienhechoras, Talita Retes, Pepita Gandarillas, Pachita P¨¦rez, Edm¨¦ de Galas, Dolores Barroso, Guillermina Dikins, Josefita P¨¦rez, Consuelo Fern¨¢ndez, viuda de Zertuche, Flora Barrag¨¢n... -recuerda un testigo-. Esa mujer m¨¢s joven que la media de sus bienhechoras anteriores frecuentaba las casas de la Legi¨®n y era muy querida por las consagradas que estaban al servicio de Maciel. No nos plante¨¢bamos nada m¨¢s. Otros pensaban todo lo contrario; que era una mujer de nuestro movimiento, del Regnum Christi, y su hija, y que estaban escasas de fondos y a las que Maciel proteg¨ªa.
Nadie fue m¨¢s all¨¢. Nadie at¨® cabos. ?C¨®mo ¨ªbamos a poner en tela de juicio la conducta de nuestro padre, y, m¨¢s a¨²n, suponer que eran su mujer y su hija?"
Esta hija de Maciel hab¨ªa nacido veinte a?os antes en M¨¦xico, en la misma ¨¦poca en que Maciel fue operado de un derrame cerebral en un centro m¨¦dico de Houston (Tejas), una intervenci¨®n a la que sigui¨® una larga y discreta convalecencia de seis meses en M¨¦xico. Seg¨²n un antiguo legionario: "A partir de esa intervenci¨®n ya no disimulaba con tanta eficacia sus salidas y entradas. Ya no fue el mismo".
Sorprendentemente, en 2005 ning¨²n legionario sospech¨® nada en Cotija de la Paz, o al menos ninguno tuvo el valor de expresar sus dudas y sus pesquisas a sus compa?eros. A¨²n no hab¨ªa sido anulado el voto privado de silencio de los legionarios, el juramento de fidelidad al fundador. La ausencia de cr¨ªtica hacia los dictados de Maciel era su raz¨®n de ser como legionarios. Estaban educados desde ni?os en esa cultura de secretismo. Y nadie, viera lo que viese, escuchara lo que escuchase, se cre¨ªa con autoridad para criticar las actividades de Maciel fuera del conducto jer¨¢rquico de quejas. Seg¨²n las normas macielistas, si un legionario ten¨ªa alguna queja que formular lo ten¨ªa que hacer por el conducto reglamentario: "El voto de no criticar no priva a los religiosos de la libertad de acudir al director general o al director territorial o al propio superior para exponerle los posibles o reales defectos". Es decir, si alg¨²n legionario supo algo y lo denunci¨® a su superior, la denuncia qued¨® ah¨ª congelada. De saber alguien algo sobre la vida de Maciel, tuvieron que ser las 20 personas que gobernaban (y siguen gobernando) la Legi¨®n, pero no movieron un dedo. Y si alguno tuvo dudas, se lo comunic¨® militarmente a su superior por el conducto reglamentario. Muchas veces esa denuncia les costar¨ªa la salud, la raz¨®n y el puesto a varios legionarios.
"El padre Maciel era muy reservado, viajaba continuamente, dorm¨ªa en hoteles y no daba cuentas a nadie", son los argumentos m¨¢s repetidos en la c¨²pula legionaria para escurrir el bulto. Maciel era impenetrable. El mismo director general actual, ?lvaro Corcuera, me repiti¨® por activa y por pasiva en Roma que nunca sospech¨® nada. "Entiendo la sospecha de la gente, pero yo le garantizo que no ten¨ªamos ni idea. Quiz¨¢ tendr¨ªamos que haber investigado m¨¢s, pero Maciel era muy reservado y nadie se preguntaba en qu¨¦ gastaba el dinero. El fundador es una figura dentro de cualquier congregaci¨®n. Todos tienen un santo como fundador y nadie le cuestiona nada. Maciel era alguien muy particular. Era imposible entrar en su vida. Era muy reservado, en sus viajes, en sus quehaceres. En su habitaci¨®n solo entraban los que le ayudaban. Nunca usaba su despacho. Las reuniones se realizaban en salas de la Direcci¨®n General o mientras pase¨¢bamos. No sab¨ªamos nada de sus gustos y aficiones. ?l tomaba todas las decisiones. Y siempre me pareci¨® intachable; en claro contraste con todo lo que iba a saber despu¨¦s y que tanto sufrimiento me iba a proporcionar".
?Nadie sab¨ªa nada? Es dif¨ªcil de creer. Maciel ten¨ªa miles de seguidores en todo el mundo. Era una figura habitual en la curia. Ten¨ªa l¨ªnea directa con el Papa y los hombres m¨¢s poderosos, desde los presidentes mexicanos a Lech Walesa o la familia Aznar. Era un anticomunista furibundo. Viajaba siempre en primera, pagaba en efectivo, se hospedaba en los mejores hoteles. Alguien tuvo que verle en alguna ocasi¨®n, como, de hecho, no cabe la menor duda de que le vieron. Otra cosa es que alguien se decidiera a hablar.
Del 3 de mayo de aquel a?o 2005 (solo tres meses despu¨¦s de abandonar el poder) son unas fotograf¨ªas que inmortalizan a Maciel vestido de paisano, algo que acostumbrar¨ªa a hacer en los ¨²ltimos tiempos: aspecto de jubilado octogenario, camisa de manga corta, pantal¨®n azul y vientre orondo, en la casa de retiro de Cotija. A su lado, Norma Ba?os, melena azabache y result¨®n vestido turquesa. Y Normita, la hija, morena, menuda, vestida con un escotado conjunto blanco. Junto a la pareja y su ni?a, tres consagradas del Regnum Christi de total confianza del fundador: Teresa Vaca, Griselda Su¨¢rez y Mar¨ªa Laura Moreno, sonrientes y complacientes con las manos recogidas en el regazo y sus habituales cortes de pelo y atuendo de monja sin h¨¢bito de los ochenta. En otra imagen de la misma fecha, a ese curioso grupo se suman dos de los pesos pesados de la Legi¨®n, los padres espa?oles Jes¨²s Quirce Andr¨¦s, m¨¦dico, rector de la Universidad An¨¢huac de M¨¦xico y uno de los propagandistas de la bio¨¦tica legionaria, y el secretario de Maciel, el muy piadoso (a juzgar por sus escritos) Marcelino Nino de Andr¨¦s, hoy asistente de apostolado en Espa?a y hermano de Jos¨¦ Ram¨®n de Andr¨¦s, rector del seminario de Salamanca, y tambi¨¦n con una hermana consagrada.
?Qu¨¦ pintaban esas dos mujeres en esa casa de la Legi¨®n inexpugnable para aquel que no perteneciera al movimiento en compa?¨ªa del venerado padre Maciel? ?En calidad de qu¨¦ estaban cuando en aquel tiempo la Legi¨®n era un feudo vetado a cualquiera ajeno a la congregaci¨®n, aunque fuera un miembro de su familia?
Imaginemos la escena: oto?o de 2005, en un rinc¨®n buc¨®lico y aislado del M¨¦xico profundo; la paz espiritual de una c¨®moda residencia de retiro; un ambiente de paz y oraci¨®n; sacerdotes y se?oritas consagradas con votos de pobreza, obediencia y castidad que ni se miran, a los que est¨¢ prohibido comer a la misma mesa; el fundador de una orden ultraconservadora mimada por Juan Pablo II y ca¨ªdo en desgracia, junto a su amante y su hija secreta. Una olla a presi¨®n que terminar¨ªa por reventar: "El padre Marcelino, secretario del padre Maciel, intrigado por tanta frecuencia y la acogida tan amistosa y excepcional que recib¨ªan del fundador y la intimidad tan grande, va un d¨ªa y le pregunta en un aparte a la chica qui¨¦nes eran y cu¨¢l era su lazo con Maciel", explica un testigo que se ruboriza solo de recordar la situaci¨®n. "Ella, de repente, le dijo que era su hija. As¨ª, por las buenas. No se cort¨®. Algo que nunca hab¨ªa dado a conocer anteriormente (ni repetir¨ªa despu¨¦s). Un bombazo para el pobre padre Marcelino, obviamente. Dif¨ªcil de creer, pero ?posible?
El pobre padre Marcelino enseguida se puso en contacto con el padre ?lvaro, el director general, para darle el dato, repito, hasta entonces desconocido. El padre ?lvaro le dijo que iba a investigarlo, pero no s¨¦ si lo hizo. Supongo que no se extendi¨® la noticia entre los miembros de la Legi¨®n, porque hab¨ªa que comprobarla primero. La afirmaci¨®n de la chica era el ¨²nico dato de que se dispon¨ªa y hab¨ªa que averiguar si era una treta por parte de ella para establecer o exigir alg¨²n tipo de seguridad econ¨®mica futura, cuando el padre Maciel falleciera, o si acaso era verdadero". Corr¨ªa el a?o 2005, el a?o de la muerte de Wojtyla, el a?o de la dimisi¨®n de Maciel, el a?o en que cay¨® la m¨¢scara.
Maciel se hab¨ªa burlado de todos. Lo m¨¢s curioso es que la propia mujer, Norma Ba?os, la madre de su hija, afirm¨® posteriormente que hab¨ªa ignorado durante muchos a?os la verdadera identidad de Maciel. En unas escuetas declaraciones en 2010 afirmar¨ªa que se hab¨ªa quedado embarazada del fundador cuando era menor de edad e ignoraba que era sacerdote: "Yo nunca habr¨ªa elegido este camino para mi vida... Cuando conoc¨ª a ese hombre, yo era una menor... Ni mi hija ni yo supimos qui¨¦n era realmente hasta el final".
El estrecho c¨ªrculo de legionarios que descubri¨® en aquellos d¨ªas la existencia de la amante y la hija de Maciel guardaron silencio. Se taparon los ojos, los o¨ªdos y la boca. El padre Corcuera, al que tengo delante de m¨ª en su despacho de Roma con un gesto de aflicci¨®n al borde de las l¨¢grimas, sab¨ªa en el oto?o de 2005 que Maciel ten¨ªa una hija. Algunos legionarios adelantan a julio de ese mismo a?o el descubrimiento. En cualquier caso, en 2005 Corcuera lo sab¨ªa, y es l¨®gico que se lo comunicara a su segundo, Luis Garza, y a su tercero, Evaristo Sada, y a sus cuatro consejeros, as¨ª como a los principales superiores de la congregaci¨®n. El actual secretario general, el correoso Evaristo Sada, intent¨® despistar a este periodista sobre la fecha del descubrimiento situ¨¢ndolo un a?o m¨¢s tarde. Cuando le advert¨ª de que ment¨ªa se escap¨® muy al estilo legionario con un: "Ya sabe que soy muy malo con las fechas, yo creo que fue a finales de 2006". Ment¨ªa. La c¨²pula de la Legi¨®n sab¨ªa a finales de 2005 que Maciel ten¨ªa una hija a la que manten¨ªa y una mujer con la que viv¨ªa. Lo sab¨ªa el padre De Andr¨¦s, habitual del c¨ªrculo macielista, y lo sab¨ªa el padre Garza Medina, el hombre de los secretos econ¨®micos del holding Integer. Y no se lo dijeron a nadie hasta cuatro a?os m¨¢s tarde.
La mayor¨ªa de los 3.000 religiosos de la congregaci¨®n, de las 900 consagradas y de los 70.000 laicos, se quedaron colgados de la brocha en su incondicional defensa del fundador, que se encontraba contra las cuerdas ante el Vaticano. El secretismo es la se?a de identidad de la Legi¨®n de Cristo, con m¨¢s raz¨®n a¨²n en 2005, con la Legi¨®n tambale¨¢ndose y Maciel enfermo y cuestionado. La mayor¨ªa de los legionarios no conocer¨ªan oficialmente este hecho hasta comienzos de 2009, cuando la noticia vio la luz en The New York Times y se extendi¨® por todo el mundo. Tres a?os antes, el director general, ?lvaro Corcuera, y su c¨ªrculo inmediato ten¨ªan ya absoluta certeza de la paternidad de Maciel, tras haber encargado un an¨¢lisis de ADN de Normita en una cl¨ªnica estadounidense a partir de uno de sus cabellos que le sustrajeron de un cepillo del pelo cuando estaba en una casa de la Legi¨®n por mediaci¨®n de una consagrada.
El an¨¢lisis se llev¨® a cabo en 2006 y sali¨® positivo. No hab¨ªa duda de que era hija de Maciel. Seg¨²n otras fuentes consultadas, la c¨²pula de la Legi¨®n contrat¨® incluso a investigadores privados para rastrear el pasado y los movimientos de dinero del fundador. "En ese momento, con las pruebas de ADN en las manos, comenzamos a darnos cuenta totalmente de que Maciel nos hab¨ªa enga?ado", explica un legionario que trabaja en la Direcci¨®n General. "Nuestra confianza se resquebraja. Si el padre Maciel ha sido capaz de enga?ar a todos durante veinte a?os con lo de la hija, es que las acusaciones por abusos sexuales que se han hecho contra ¨¦l desde los cuarenta pueden ser ciertas. Lo de la hija nos hace caer la venda. La sanci¨®n del Vaticano de mayo de 2006 comienza a parecernos razonable. Hay patrones id¨¦nticos de hechos aislados. Y todo comienza a parecer posible, por m¨¢s que nos costara creerlo".
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