Un poblado de Nar¨®n es el mayor mercado de droga del noroeste espa?ol
Funciona como "un negocio de atenci¨®n al cliente, con horarios y normas"
El campamento chabolista de Freixeiro (Nar¨®n) es el mayor supermercado de la droga del noroeste peninsular. As¨ª lo sostienen fuentes judiciales y policiales en Ferrol, que alertan de las dimensiones de un problema muy antiguo y profundamente arraigado entre varios clanes, que pasa de padres a hijos y que genera una gran conflictividad social.
Con el poblado coru?¨¦s de Penamoa en proceso de desmantelamiento, el principal foco de tr¨¢fico de estupefacientes en el norte de Galicia se ha desplazado unos kil¨®metros desde las afueras de la capital provincial hasta la frontera entre Ferrol y Nar¨®n, a donde acuden toxic¨®manos de A Coru?a y Lugo, pero tambi¨¦n desde Asturias o Le¨®n.
El campamento de Freixeiro, en Amenad¨¢s, est¨¢ encajado en un nudo de asfalto, entre la AP-9 y el pol¨ªgono industrial de R¨ªo do Pozo. Se instal¨® a finales de los setenta sobre terrenos de C¨¢ritas Diocesana. Se cuentan unas veinte chabolas-casas, habitadas por otras tantas familias de etnia gitana, muy numerosas y que emparentan entre s¨ª. El asentamiento se ampl¨ªa con nuevas construcciones ilegales. Las mujeres venden y los hombres vigilan, mientras los ni?os corren "entre basura, ratas y jeringuillas", cuentan los investigadores. Estas mismas fuentes precisan que probablemente no todos los habitantes se dedican al trapicheo, pero de una forma indirecta lo asumen y se benefician.
En Serantes, un garaje-mausoleo acoge el primer Mercedes del l¨ªder
Estos clanes explotan desde hace tres d¨¦cadas un modo de vida muy lucrativo que saca tajada en la cadena del narcotr¨¢fico con la venta directa. Sucesivos arrestos, condenas y a?os de c¨¢rcel no les han hecho desistir y autom¨¢ticamente se reintegran al negocio familiar, que protegen con armas adquiridas legalmente (pistolas o escopetas) que guardan en sus casas junto a la munici¨®n, y a veces, cargadas y listas para disparar. Tan acostumbrados est¨¢n a desfilar por los pasillos del juzgado ferrolano, que uno de ellos, al que apodan Joselito, se ha erigido en portavoz oficioso del colectivo ante los funcionarios judiciales.
"Los vecinos siempre llevamos las de perder", resume Salvador, un jubilado que lleva 43 a?os viviendo en el barrio. Critica "la pasividad" del Ayuntamiento ante los desmanes urban¨ªsticos del colectivo, que construyen grandes chabolas sin licencia, y la "inoperancia" de la polic¨ªa local. "Hay jaleo y peleas, pero las quejas van al cubo de la basura", se lamenta.
Aunque es de los m¨¢s conflictivos, Freixeiro no es el ¨²nico foco que preocupa en las fuerzas del orden, empe?adas en atajar una espiral delictiva de tr¨¢fico de drogas, robos y blanqueo de dinero que desquicia a los vecinos. En Ferrol se cuentan otros cuatro puntos negros de tr¨¢fico de estupefacientes en los asentamientos de San Pedro de Leixa (2), Catabois (1) y Serantes (1), que se conocen por el nombre de los clanes que los habitan -Los Chaquetas o Los Morachos-, pero sus dimensiones y clientela son inferiores al poblado de Freixeiro.
En Amenad¨¢s, donde se atrinchera el clan naron¨¦s, las infraviviendas se construyeron formando una manzana rectangular y cegaron la parte trasera con un muro de ladrillo y cemento cada vez m¨¢s alto. Seg¨²n fuentes de la investigaci¨®n, el cabecilla del poblado introduce la droga y controla todo el negocio, mientras los dem¨¢s hombres patrullan continuamente el per¨ªmetro, a pie, con perros o en coche y las mujeres mercadean en las casetas.
La venta se alterna entre chabolas y familias o en un galp¨®n donde se produce el intercambio. Si detectan la presencia policial, obligan a los consumidores a drogarse antes de dejar el poblado y tienen una enorme chimenea permanentemente encendida donde no dudan en arrojar bolsas de hero¨ªna y coca¨ªna si notan que los agentes andan cerca.
"Todos funcionan de un modo similar, como un negocio de atenci¨®n al cliente con su patriarca, sus horarios y normas", explican fuentes de la investigaci¨®n. "A determinadas horas, lo normal es que s¨®lo vendan a sus clientes de confianza", puntualizan. Una adicci¨®n letal a la droga arrastra cada d¨ªa a centenares de toxic¨®manos hasta las puertas de los poblados.
En algunos, como en Leixa o Catabois, las chabolas son aut¨¦nticos chal¨¦s ilegales, con pozo y jard¨ªn, construidos sobre suelo r¨²stico por obreros payos. Est¨¢n bien equipadas con televisiones de plasma y alta tecnolog¨ªa, a menudo, producto de robos que los drogadictos entregan a cambio de su dosis, aseguran las mismas fuentes. En Serantes, uno de los m¨¢s peque?os, incluso han construido un garaje-mausoleo para exponer el primer Mercedes de su fallecido patriarca.
El juez decano de Ferrol, Alejandro Mor¨¢n, describe estos campamentos como "puntos negros estructurales" que rompen la din¨¢mica de una ciudad "tradicionalmente tranquila", con unos delincuentes muy agresivos y poco dispuestos a abandonar su delictivo modo de vida. La cadena del narcotr¨¢fico se inicia fuera de Galicia y el rastro del dinero se difumina a trav¨¦s de empresas de blanqueo, explican desde el juzgado ferrolano. "Los patriarcas han aprendido. Se declaran aut¨®nomos y compran terrenos y caballos para justificarse", apunta un funcionario. Rara vez tienen los t¨ªtulos de propiedad de las viviendas que habitan, casi todas irregulares, o licencia para conducir su amplio y lujoso parque m¨®vil.
Desde 2008, las operaciones antidroga se han multiplicado en Ferrol con cerca de 200 detenidos por delitos contra la salud p¨²blica. En un solo a?o, las fuerzas de seguridad asestaron siete golpes que permitieron desmantelar toda una cadena de producci¨®n y suministro desde Madrid a Ferrol. En la ¨²ltima redada en el campamento ferrolano de Leixa, a finales de febrero, los agentes de la brigada ferrolana de estupefacientes arrestaron a nueve personas y se incautaron de un peque?o arsenal de armas (dos pistolas, una escopeta y un rev¨®lver, con 344 cartuchos de munici¨®n). Cuatro meses antes, dieron otro golpe en Leixa contra el poblado de Los Chaquetas, especializado en el tr¨¢fico de hero¨ªna.
Un millar de consumidores al d¨ªa
En Freixeiro es habitual ver andando por la zona a drogadictos que llegan en taxi o en tren en busca de su dosis. Algunos pasan la noche en los cajeros y el d¨ªa mendigando en la puerta de los supermercados pr¨®ximos. "Las ventas se realizan de doce a doce", explica Santiago Send¨®n, presidente de ANAD, la Asociaci¨®n Antidroga de Nar¨®n. Cuenta que los clanes ya le han mandado "alg¨²n recado" por su trabajo y calcula que el trasiego diario de consumidores ronda "las mil personas" ante la "pasividad total del Gobierno local". La presencia policial rebaja la clientela, pero no disuade a los compradores que buscan otro modo de entrar.
El poblado de Amenad¨¢s funciona como un gueto endog¨¢mico, pero a pocos metros, hay bloques de viviendas y dos institutos, los IES As Telleiras y Terra de Trasancos. Las quejas de los vecinos se centran en los habitantes del poblado, no en los toxic¨®manos "normalmente pac¨ªficos". "La gente les tiene miedo hay un grupo de ni?os agresivos que insultan, y andan con perros peligrosos", asegura Maribel Mouriz, presidenta de la asociaci¨®n vecinal de Freixeiro, una joven barriada con m¨¢s de 1.300 habitantes.
Los servicios sociales de Nar¨®n aseguran que "todos los ni?os del colectivo gitano est¨¢n escolarizados". Son 76 alumnos (17 en infantil, 47 en Primaria y 12 en Secundaria) repartidos entre nueve colegios, trabajan con 56 familias para frenar el absentismo escolar, mediante un convenio anual con la Fundaci¨®n Secretariado Gitano de 20.000 euros. "Creemos que la educaci¨®n y la formaci¨®n son el aut¨¦ntico motor del cambio", se?ala la edil Carmen Espada. "Tememos que esto no acabar¨¢ nunca", se lamenta Mouriz. Defiende que la Polic¨ªa Nacional "act¨²a bien", pero se queja de que el delincuente "sale del juzgado antes de que el polic¨ªa acabe el informe".
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