Lo que esconde Palomares
Franco y EE UU temieron crear en Almer¨ªa un "monumento at¨®mico" si dejaban tierra contaminada - Un informe desclasificado revela la negociaci¨®n en 1966
Estados Unidos y Espa?a emprendieron, en 1966, una apresurada negociaci¨®n sobre el destino de la tierra contaminada en el accidente nuclear de Palomares. El dos de febrero, el Gobierno de Franco acept¨® la petici¨®n de Washington de dejar enterrada en una fosa el suelo con mayor contaminaci¨®n. Solo 12 d¨ªas despu¨¦s, ambos ejecutivos mostraron su "considerable preocupaci¨®n" ante la posibilidad de dejar en plena guerra fr¨ªa una fosa que sirviera como "monumento" del incidente. Finalmente, pactaron que EE UU se har¨ªa cargo de la tierra con mayor de radiaci¨®n. As¨ª lo recoge un informe de 1975 de la Armada de EE UU cuya desclasificaci¨®n logr¨® Rafael Moreno Izquierdo, profesor de periodismo de la Universidad Complutense y que acumula m¨¢s de 40.000 folios oficiales de EE UU sobre el incidente.
A¨²n queda medio kilo de plutonio que el Gobierno intenta sacar de Espa?a
Cargaron 3.970 camiones con verdura y la quemaron de noche
En 16 de enero de 1966 chocaron sobre Palomares un bombardero B-52 y un avi¨®n cisterna KC-135 de la Fuerza A¨¦rea de EE UU. Cayeron cuatro bombas at¨®micas, dos de las cuales liberaron carga. Se puso en marcha entonces la carrera por limpiar la zona. El informe resumen de la actividad en Palomares, de 216 p¨¢ginas, describe con precisi¨®n el hallazgo de las bombas. "La tarde del accidente un peque?o equipo de control con detectores alfa port¨¢tiles estaba en la zona". Ese mismo d¨ªa apareci¨® la primera bomba, intacta. Los d¨ªas siguientes se?alaron el resto de las zonas afectadas, y el 3 de febrero fueron numeradas del uno al seis, una numeraci¨®n que hoy sigue en uso (ver gr¨¢fico).
Las descripciones de los lugares coinciden perfectamente con los resultados del an¨¢lisis de la contaminaci¨®n que ha realizado el Centro de Investigaciones Energ¨¦ticas y Medioambientales (Ciemat), que concluy¨® en enero de 2009 que en Palomares queda aproximadamente medio kilo de plutonio repartido en unos 50.000 metros c¨²bicos de tierra.
EE UU se?ala incluso la zona seis, un lugar de contaminaci¨®n difusa al este del r¨ªo Almanzora, que define como pr¨®ximo al lugar de impacto de la cola del B-52. "El ¨¢rea es aislada, rocosa y no tiene cultivos. Por eso se le prest¨® poca atenci¨®n a esta zona", dice el informe. En 2004, el Gobierno espa?ol comenz¨® la expropiaci¨®n de los terrenos aunque esa no fue expropiada hasta 2009.
"Once d¨ªas despu¨¦s del accidente, la Junta de Energ¨ªa Nuclear y los ingenieros discutieron la localizaci¨®n de una fosa temporal en la zona dos", que se us¨® como almacenamiento. Unos 400 camiones fueron all¨ª. Y es all¨ª donde quedan m¨¢s restos del accidente, aunque el Ciemat explica que no hay ning¨²n riesgo para la poblaci¨®n. La zona est¨¢ vallada y el pasado 23 de febrero acudi¨® all¨ª una delegaci¨®n t¨¦cnica de EE UU. El Gobierno intenta que EE UU acepte el plan de limpieza y que se lleve el plutonio que queda.
El texto dedica un apartado a las conversaciones entre los dos pa¨ªses. "La negociaci¨®n sobre los niveles de contaminaci¨®n fueron una tarea complicada, pues hab¨ªa distintas opiniones. El Gobierno de Espa?a no hab¨ªa establecido niveles admisibles, lo que es l¨®gico porque no ten¨ªa instalaciones de fabricaci¨®n de plutonio". "Prevaleci¨® la urgencia, principalmente desde el punto de vista pol¨ªtico", admite el texto.
Moreno, que fue corresponsal en EE UU durante 15 a?os, acumula en cajas en su casa de Madrid cajas de documentos de los Archivos de la Armada en Washington, del Departamento de Energ¨ªa, de la Fuerza A¨¦rea y del Pent¨¢gono, y explica que de ellos se desprende que "hubo cierta improvisaci¨®n por desconocimiento. Hab¨ªa pocos precedentes". "Es una negociaci¨®n sobre el terreno y da la impresi¨®n de que no se dio en altas esferas pol¨ªticas", a?ade.
Tras una propuesta de EE UU, se firm¨® el acuerdo de limpieza el dos de febrero. El pacto inclu¨ªa "la selecci¨®n de un emplazamiento (...) para construir una fosa donde los suelos altamente contaminados quedar¨ªan depositados". Sin embargo, el 14 de febrero de 1966, en una reuni¨®n en la embajada en Madrid cambi¨® todo. "Hab¨ªa una considerable preocupaci¨®n en ambos Gobiernos en la posibilidad de dejar un 'monumento' al accidente en forma de una fosa. Las partes acordaron entonces que los suelos muy contaminados (...) ser¨ªan llevados fuera de Espa?a". Lo hicieron a trav¨¦s del Puerto de Cartagena, del que partieron los 5.500 bidones.
Los estadounidenses encontraron dificultades para quitar el terreno en las zonas rocosas y pactaron con Espa?a una nueva enmienda el 28 de febrero que eleva¨® el nivel aceptable de contaminaci¨®n. "Acuerdan un sistema de limpieza y como tienen dificultades para aplicarlo lo rebajan. La negociaci¨®n estuvo marcada por la urgencia politica de cerrar el tema, pero gobiernos posteriores, incluso en la democracia, tampoco hicieron un esfuerzo de trasparencia", opina Moreno.
Los estadounidenses descubrieron que el viento era su peor enemigo, pues dispersaba el plutonio y "cambiaba el patr¨®n de contaminaci¨®n. La extensi¨®n de la dispersi¨®n jam¨¢s ser¨¢ conocida". El Ej¨¦rcito carg¨® 3.970 camiones con verdura contaminada y las quem¨® en el lecho seco del Almanzora, operaci¨®n que se realizaba de noche "cuando los vientos soplaban hacia el mar".
Las zonas de las que hab¨ªan retirado la capa de suelo fue repuesta con suelo del lecho del r¨ªo, para que los agricultores pudieran cultivar. Todos debieron firmar un formulario de que aceptaban las condiciones en las que recib¨ªan sus tierras. Hubo indemnizaciones para agricultores y pescadores y, entre 1966 y 1971, EE UU pag¨® 21,19 millones de d¨®lares a agricultores y pescadores de Garrucha y ?guilas (Murcia). Francisco Sim¨®, Paco el de la bomba, el pescador que ayud¨® a localizar en el mar la cuarta bomba, recibi¨® 10.000 d¨®lares.
El informe explica que restringir el acceso a las zonas contaminadas no fue posible: "La pol¨ªtica imped¨ªa establecer estrictos procedimientos de control y la colocaci¨®n de se?ales de '¨¢rea contaminada'. Los bajos niveles de contaminaci¨®n en la mayor parte no lo hac¨ªa necesario". El documento permite tambi¨¦n imaginar c¨®mo era Palomares en 1966: "Aunque Telef¨®nica se?alaba con orgullo que 'como m¨ªnimo cada pueblo en Espa?a ten¨ªa un tel¨¦fono', no hab¨ªa ninguno en Palomares. El m¨¢s cercano estaba en Vera (...) y hab¨ªa una espera de una hora para conseguir una l¨ªnea".
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