Contra Gadafi

La comunidad internacional no puede permanecer pasiva por m¨¢s tiempo ante la desigual guerra civil en la que se han convertido las protestas contra Muamar el Gadafi. El s¨¢trapa que gobierna Libia desde 1969 est¨¢ empleando contra la poblaci¨®n una maquinaria militar sostenida por los ingresos del petr¨®leo, que siguen afluyendo con normalidad hasta las arcas de quien, en pocos d¨ªas, ha sumado al t¨ªtulo de decano de las dictaduras africanas la condici¨®n de criminal de guerra, conquistada sobre el sufrimiento de sus propios compatriotas.

El cambiante desarrollo del conflicto abierto entre el Ej¨¦rcito y los opositores a Gadafi est¨¢ ocultando lo que de verdad ocurre sobre el terreno. Ante la par¨¢lisis y la desconcertada ret¨®rica internacional, el tirano est¨¢ recurriendo a la aviaci¨®n y la artiller¨ªa para arrasar las ciudades que han escapado a su control bajo el empuje de unas milicias de fortuna, reclutadas entre los mismos que, en un principio, reclamaron pac¨ªficamente sus derechos.

Que la abierta intervenci¨®n militar internacional est¨¦ descartada de momento, puesto que empa?ar¨ªa la legitimidad de la revuelta popular, comprometiendo el futuro pol¨ªtico del pa¨ªs, no equivale a mantener una actitud pasiva. Aun en el supuesto de que Gadafi consiguiera reconquistar el territorio y mantenerse en el poder, la comunidad internacional no podr¨ªa conformarse con semejante situaci¨®n de escarnio. Es preciso, por ello, reconocer cuanto antes al Consejo Nacional libio, el ¨®rgano creado por los opositores a Gadafi para gobernar en las ciudades arrebatadas a su control. Si el Consejo fracasara, esta decisi¨®n ser¨ªa el preludio del ostracismo internacional que deber¨ªa abatirse sobre quien est¨¢ dispuesto a convertir su pa¨ªs en un inmenso cementerio para mantenerse en el poder; pero si triunfa el Consejo, no solo habr¨¢ sido la posici¨®n moralmente correcta, sino tambi¨¦n la m¨¢s acertada pol¨ªticamente.

El reconocimiento enviar¨ªa un inequ¨ªvoco mensaje de apoyo a quienes combaten al dictador al precio de su vida y, adem¨¢s, establecer¨ªa la base jur¨ªdica internacional para detener el flujo de los ingresos por petr¨®leo con el que Gadafi est¨¢ cometiendo este nuevo crimen. No hacerlo, es tanto como contribuir a la financiaci¨®n de la masacre. El coronel libio debe saber que las reservas energ¨¦ticas que maneja a su antojo nunca volver¨¢n a ser la palanca de su aceptaci¨®n en la comunidad civilizada.

El Consejo de Seguridad tendr¨ªa que contemplar con urgencia la posibilidad de establecer una zona de exclusi¨®n a¨¦rea sobre Libia, de acuerdo con los mecanismos previstos en la Carta de la ONU. Su papel protector para los sublevados es insustituible en estos momentos, cuando las principales potencias recelan entre ellas de las ventajas que podr¨ªa suponer para unas u otras la adopci¨®n de una pol¨ªtica firme contra Gadafi, que incluya el reconocimiento del Gobierno provisional libio y el embargo de los ingresos del petr¨®leo.