La debilidad de los rebeldes acelera los planes de intervenci¨®n militar
EE UU busca el apoyo de la ONU para detener "la represi¨®n inaceptable" de Gadafi
Ante el riesgo evidente de que Muamar el Gadafi consiga aplastar la revuelta y consolidarse en el poder, la posibilidad de una intervenci¨®n militar extranjera en Libia, con Estados Unidos como principal fuerza ejecutora, se va abriendo paso de forma inevitable, a pesar de la enorme complejidad operativa que encierra y de la resistencia que han mostrado hasta ahora todos los gobiernos occidentales, incluido el de Barack Obama. El presidente norteamericano confirm¨® ayer que la soluci¨®n militar est¨¢ siendo contemplada como respuesta a la "inaceptable" represi¨®n del r¨¦gimen libio.
Por ahora, sin embargo, esa opci¨®n est¨¢ pendiente de la decisi¨®n del Consejo de Seguridad de la ONU. Acelerando la marcha, Francia y Reino Unido, dos de los cinco miembros permanentes del Consejo, anunciaron ayer la presentaci¨®n de un borrador de resoluci¨®n para autorizar el uso de la fuerza en Libia, lo que puede concretarse en la convocatoria de una reuni¨®n esta misma semana. China y Rusia, ambos con derecho de veto, vienen advirtiendo desde hace d¨ªas que se opondr¨¢n a una acci¨®n militar, y ayer mismo lo repiti¨® el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Sergu¨¦i Lavrov. "Los libios tienen que solucionar sus problemas por s¨ª mismos", dijo.
El veto de China y Rusia enfrentar¨ªa a Occidente a una acci¨®n unilateral
Estar "en el lado correcto" puede suponerle a Obama una nueva guerra
Ser¨¢ muy dif¨ªcil que esos dos pa¨ªses cambien su posici¨®n durante las discusiones en el Consejo de Seguridad. El borrador propone la imposici¨®n de una zona de exclusi¨®n a¨¦rea sobre Libia para impedir que Gadafi utilice su aviaci¨®n contra los rebeldes. Esa medida exigir¨ªa previamente, como ha advertido el Pent¨¢gono, un ataque sobre los sistemas de defensa antia¨¦rea libios, moderno armamento ruso que puede poner en peligro a los aviones que patrullen ese cielo. "Una zona de exclusi¨®n a¨¦rea no es un videojuego", record¨® ayer el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney.
Si Rusia y China mantienen su oposici¨®n a la utilizaci¨®n de medios militares, los pa¨ªses occidentales se ver¨¢n obligados a decidir si act¨²an de forma unilateral, con o sin el paraguas de la OTAN. Algunos gobiernos europeos lo han descartado. La Casa Blanca no lo hizo ayer de forma tajante. "No quiero calificar si la posibilidad de una acci¨®n militar es hoy mayor o menor, lo que s¨ª puedo decir es que todas las opciones est¨¢n sobre la mesa y que no han sido retiradas de la mesa", declar¨® Carney. Lo ¨²nico que precis¨® el portavoz es que "el uso de fuerzas terrestres no est¨¢ en lo m¨¢s alto de la lista de medidas en consideraci¨®n".
Aunque desde el principio de esta crisis Barack Obama ha dejado clara su preferencia por un mandato del Consejo de Seguridad, el presidente estadounidense sufre presiones que compiten con la del cumplimiento de la legalidad internacional. Si la ¨²nica alternativa existente dentro de unos d¨ªas es la de actuar con el permiso de la ONU o no actuar en absoluto, no va a ser f¨¢cil para Obama escoger lo segundo.
En primer lugar, porque ha asumido un compromiso p¨²blico reiterado con la oposici¨®n libia. Ayer mismo, en una breve comparecencia junto a la primera ministra de Australia, Julia Gillard, Obama afirm¨®: "Quiero decirle al pueblo de Libia que vamos a estar a su lado ante la violencia injustificada y la continua supresi¨®n de los ideales democr¨¢ticos".
Sobre el terreno, desde las ciudades bajo el fuego de las tropas de Gadafi, los l¨ªderes rebeldes solicitan ayuda inmediata. En Washington, destacados miembros del Congreso han empujado en los ¨²ltimos d¨ªas a la Casa Blanca para que respalde sus palabras con acciones m¨¢s en¨¦rgicas. El presidente del comit¨¦ de Relaciones Exteriores del Senado, John Kerry, le pidi¨® bombardear enclaves estrat¨¦gicos del Ej¨¦rcito libio, y el senador John McCain propuso entregar armas a los rebeldes y facilitarles instrucci¨®n.
El propio Obama, desde que dijo enf¨¢ticamente la pasada semana que "Gadafi tiene que irse", acept¨® la obligaci¨®n de echarle. Un presidente de Estados Unidos no exige en p¨²blico la retirada de un tirano extranjero si no tiene la decisi¨®n firme de hacerlo cumplir por cualquier medio. Si Gadafi sobrevive a esta revuelta y aparece en su televisi¨®n celebrando la victoria, Obama ser¨¢ el derrotado y su figura se ver¨¢ debilitada, nacional e internacionalmente.
Obama ha tratado de estar, desde el comienzo del levantamiento en el mundo ¨¢rabe, en lo que ¨¦l ha llamado "el lado correcto de la historia". Hacerlo en Egipto le cost¨® las cr¨ªticas de Israel y de Arabia Saud¨ª, dos grandes aliados. Hacerlo en Libia le puede costar embarcarse en otra guerra en una naci¨®n ¨¢rabe, atroz perspectiva para un pa¨ªs que est¨¢ saliendo todav¨ªa de Irak, donde ha gastado un bill¨®n de d¨®lares, y que sigue involucrado en Afganist¨¢n, donde puede acabar gastando m¨¢s.
Es comprensible, por tanto, el gigantesco dilema al que se enfrenta el presidente. El peso se aligerar¨ªa bastante si se observara una firme voluntad de actuar por parte de la comunidad internacional. Una resoluci¨®n de la ONU seguida del compromiso de los pa¨ªses de la OTAN de aportar fuerzas y bases ser¨ªa la situaci¨®n id¨®nea. De no ser as¨ª, la Casa Blanca requerir¨ªa al menos del respaldo claro de Europa y del mundo ¨¢rabe. Cualquier otro escenario presenta innumerables riesgos.
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