?Es la abstenci¨®n el problema?
Recientemente ha sostenido Alfredo P¨¦rez Rubalcaba ante los suyos que la abstenci¨®n, y no el PP, es el rival a batir en las elecciones.
Mal asunto, si fuera verdad, para los responsables de la estrategia, porque a la abstenci¨®n no se le puede echar la culpa del boom del ladrillo ni llamarla freaky o anarcoide, como hace Blanco con el PP.
Pero es una verdad solo a medias. Porque la abstenci¨®n es un rival para el PSOE, pero no el ¨²nico, y, seg¨²n mi criterio, no el principal.
La teor¨ªa subyacente al mensaje de Rubalcaba es que existe una desmovilizaci¨®n de los anteriores votantes del PSOE que es la que da lugar a que el PP -sin un incremento significativo de su caudal electoral- aventaje al PSOE en las encuestas.
El PSOE tiene poco margen para rescatar a sus muchos votantes que hoy optan por el PP o por la izquierda
Lo que hay es un desangramiento electoral socialista por todas partes
Es cierto que lo que t¨¦cnicamente se llama viscosidad del voto socialista (proporci¨®n de anteriores votantes dispuestos a votar en el mismo sentido) es anormalmente baja (en torno al 50% en la mayor¨ªa de las encuestas recientes; en alguna de ellas ha llegado a situarse alrededor del 40%). Esa fluidez de sus votantes contrasta con una elevad¨ªsima viscosidad de los votantes del PP, que se mueve en todas las encuestas por encima del 80% e incluso llega en algunos casos al 90%.
Ahora bien, eso es solo una parte de la historia. La que importa m¨¢s para establecer si la opini¨®n de Rubalcaba es correcta es d¨®nde van a parar quienes votaron al PSOE y ahora no se declaran dispuestos a volver a hacerlo.
Si tomamos como referencia la encuesta nacional reciente m¨¢s robusta estad¨ªsticamente, el Bar¨®metro del CIS del pasado mes de enero, realizada sobre 2.500 entrevistas, vemos que, de cada 100 votantes del PSOE, 50 lo votar¨ªan de nuevo, 11 se "pasar¨ªan" al PP, y otros 10 a otros partidos. El resto dicen o bien que no votar¨ªan (8), o que lo har¨ªan en blanco (5) o no contestan (17).
Por tanto, de acuerdo a estos datos, el PSOE presenta un doble problema: el de movilizaci¨®n al que se refiere Rubalcaba, para rescatar a los electores que hoy se decantan por la abstenci¨®n o no aclaran su preferencia, y el de conversi¨®n respecto de quienes dicen que votar¨ªan a otros partidos o lo har¨ªan en blanco. Y los tama?os de uno y otro grupo son pr¨¢cticamente iguales.
Sucede que, adem¨¢s de ello, la capacidad de atracci¨®n de voto del PSOE fuera de su caladero anterior es limitad¨ªsima. Pr¨¢cticamente no consigue votos entre los electores anteriores del resto de partidos; entre las nuevas incorporaciones al censo electoral apenas consigue el 15% (frente al 31% del PP); y entre quienes no votaron tambi¨¦n se ve superado, aunque de forma m¨¢s ligera, por el PP.
Es verdad que entre los votantes anteriores del PSOE hay una proporci¨®n de indecisos (dicenque "no saben todav¨ªa" a qui¨¦n van a votar) claramente mayor que entre los votantes del PP y de otros partidos. Pero se trata de una proporci¨®n cuyo aporte no ser¨ªa en ning¨²n caso cr¨ªtico para decantar el resultado electoral, incluso si se inclinaran finalmente por el PSOE.
Lo que hay por tanto es un desangramiento electoral del PSOE tous azimuts: hacia otros partidos a ambos lados del espectro ideol¨®gico (adem¨¢s del trasvase al PP, son significativos los que se dirigen a IU, casi el 4%, y a UPyD, cerca del 3%) y, lo que estar¨ªa m¨¢s cercano a lo que Rubalcaba sostiene, hacia la abstenci¨®n y hacia la indecisi¨®n. De ello se desprende que no es sencillo definir una estrategia ganadora que tiene que atender tantos frentes y, presumiblemente, descontentos de variada etiolog¨ªa.
Fij¨¦monos en un aspecto del que a veces se habla con m¨¢s prejuicio que conocimiento: la relaci¨®n entre el deterioro de las perspectivas electorales y la posici¨®n ideol¨®gica de su base electoral. Es communis opinio aceptada que el PSOE ha sido principalmente dejado de lado por sus votantes m¨¢s a la izquierda. No es cierto. Al menos desde el punto de vista emp¨ªrico, sucede m¨¢s bien lo contrario. Siempre de acuerdo a los datos de la encuesta del CIS citada, lo que pudi¨¦ramos llamar ratio de retenci¨®n, es decir, la proporci¨®n que existe, dentro de cada segmento ideol¨®gico, entre cu¨¢ntos dicen que van a votar al PSOE respecto a cu¨¢ntos le votaron en la elecci¨®n anterior, es significativamente m¨¢s alto cuanto m¨¢s a la izquierda: mientras en la izquierda (posiciones 1 y 2 de la escala) ese ratio es del 81%, en el centro-izquierda (posiciones 3-4) el ratio baja al 73%, y, por ¨²ltimo, en el centro (posiciones 5-6) el ratio desciende hasta el 39%. Teniendo en cuenta que en esta posici¨®n de centro se autoubican casi el 30% de los votantes del PSOE de 2008, resulta que la sangr¨ªa cuantitativamente mayor es justamente la del voto centrista.
Con un claro corolario: este voto es el que con m¨¢s naturalidad transita hacia la otra orilla. En efecto, de ah¨ª sale la inmensa mayor¨ªa de los votantes que han emigrado hacia el PP. Seg¨²n mis c¨¢lculos, descontados los fallecidos desde 2008, quedan en el censo vigente alrededor de 10,6 millones de votantes del PSOE en la ¨²ltima elecci¨®n. El 11% de los mismos son cerca de 1,2 millones de electores, cuya condici¨®n cr¨ªtica se explica sin mayor esfuerzo: si al voto del PSOE le restamos esa cifra y al del PP se la sumamos, la ventaja resultante del PP se aproximar¨ªa a 1,5 millones de votos, suficiente para decantar la elecci¨®n con total claridad.
Si esto es as¨ª, y teniendo en cuenta que siempre la conversi¨®n es m¨¢s ardua que la retenci¨®n, la pregunta estrat¨¦gica que en el PSOE podr¨ªa plantearse ser¨ªa: ?vale la pena intentar focalizarse en el rescate del voto del centro que tanto se ha deteriorado o m¨¢s bien conviene centrar los esfuerzos en mantener y mejorar la retenci¨®n de la base m¨¢s izquierdista? El trade-off no es sencillo. Si se opta por lo segundo, lo mejor que puede pasar es hacer honrosa la derrota, suponiendo que se consiguiera movilizar a la que C¨¦sar Molinas bautiz¨® con feliz expresi¨®n como la izquierda vol¨¢til. La opci¨®n por lo primero, para darle la vuelta a la fuga de centristas hacia el PP, comportar¨ªa el riesgo de que no se consiguiera el objetivo, desanimando a¨²n m¨¢s el voto izquierdista que, mal que bien, se conserva.
Pero lo peor para el PSOE es que el margen de maniobra en uno y otro sentido parece muy limitado. Porque ni en pol¨ªtica econ¨®mica ni en pol¨ªtica social caben grandes gestos en cualquiera de las dos direcciones. Queda solo la pol¨ªtica pura, por ejemplo, el candidato. La cuesti¨®n es si, estando la econom¨ªa como est¨¢, ello va a tener la trascendencia que algunos auguran. Habr¨¢ que verlo.
Jos¨¦ Ignacio Wert es soci¨®logo.
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