Una belleza ¨¢rida
?Qu¨¦ cuenta casi dos siglos despu¨¦s esta tragedia visionaria de un hombre ingenuo desbordado por los acontecimientos? Woyzeck es una obra fragmentaria e inconclusa, dif¨ªcil de agarrar por derecho, que se pone en escena con frecuencia porque late en ella una sensibilidad extrema muy de nuestros d¨ªas y una preocupaci¨®n existencial violenta. Su protagonista es tambi¨¦n inasible de frente. Robert Wilson hizo de ¨¦l un afanoso corredor de fondo a punto de perder la carrera de la vida y la Handspring Puppet Company, dirigida por Barney Simon y William Kentridge, lo convirti¨® en un minero negro sudafricano explotado por los blancos, para mostrar la realidad del apartheid que viv¨ªa su pa¨ªs, en un montaje hist¨®rico que veinte a?os despu¨¦s sigue en gira.
WOYZECK
Autor: Georg B¨¹chner. Int¨¦rpretes: Javier Guti¨¦rrez, Luc¨ªa Quintana, Helio Pedregal. Direcci¨®n: Gerardo Vera. Teatro
Mar¨ªa Guerrero. Hasta el 22 de mayo.
El espect¨¢culo que estren¨® anoche el Centro Dram¨¢tico Nacional es de una gran belleza formal, marcada por la escenograf¨ªa de Max Glaenzel y Estel Cristi¨¤, que tiene empaque alem¨¢n. Gerardo Vera, su director, ha prestado a cuanto vemos una atenci¨®n exquisita, quiz¨¢ a falta de un porqu¨¦ profundo y de una urgencia de contar algo vital (o mortal) a trav¨¦s de la hermosa obra de Georg B¨¹chner. Su montaje, tan pl¨¢stico, de tan buena factura, nos relata una historia llena de sombras aterradoras sin herirse en el intento, y sin herirnos: no sangra en esta ocasi¨®n la cicatriz letal que en Woyzeck dejan el amor y la penuria.
El papel del soldado alimentado exclusivamente con guisantes por imperativo cient¨ªfico es un bomb¨®n relleno de cicuta. Aun teniendo un f¨ªsico y un car¨¢cter id¨®neos, Javier Guti¨¦rrez, gran actor, no acaba de encarnar el papel, en el sentido estricto de este verbo: lo interpreta sin entra?arlo. Mar¨ªa, la mujer sensual seducida por el Tambor Mayor, tiene una int¨¦rprete descaradamente carnal en Luc¨ªa Quintana, cuyo tenue vestido azul apagado pone un poco de color en el mar de uniformes negros (o gris marengo) de la milicia: su presencia inyecta vitalidad en cada escena, especialmente en las que protagoniza junto a Markos Redondo, un Tambor Mayor a la altura de la mujer que decide cortejar. Hay qu¨ªmica entre ambos actores. Funcionan su paso a dos y tambi¨¦n las escenas corales, coreografiadas por Chevi Muraday.
En su b¨²squeda de la belleza, Vera no se ha enfangado. Su trabajo se mueve dentro de una correcci¨®n estil¨ªstica extremada y sin alma, o con ella puesta a resguardo. Ese Woyzeck zarandeado moralmente por el M¨¦dico, el Capit¨¢n y las circunstancias debiera de resultarnos m¨¢s pr¨®ximo e inspirarnos temor ajeno y ternura: es nuestro pr¨®jimo, abatido hoy por el director de una sucursal bancaria o por el financiero al que confi¨® sus ahorros.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.