La humilde grandeza de Juan Luis Iglesias Prada
La grandeza de Juan Luis Iglesias Prada, que se nos ha ido de repente en un duro d¨ªa de invierno y cuando era verano fecundo en su biograf¨ªa, radica en su humildad, en su inteligencia, en su bonhom¨ªa, en su decisi¨®n intuitiva por situarse en un segundo plano de los m¨²ltiples escenarios en que fue actor principal voluntariamente disfrazado de secundario. Doctor en Derecho, catedr¨¢tico de Mercantil en la Universidad Aut¨®noma de Madrid, galardonado con diversas condecoraciones, era secretario general de la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Asturias desde el a?o 2004.
Los grandes sue?os necesitan a personas que, al tiempo que los comparten, pongan acordes de realismo y de cordura a la pasi¨®n por la excelencia. Juan Luis representaba como nadie ese papel, y puso al servicio de la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Asturias y de sus premios sus saberes jur¨ªdicos para encauzar, sin hurtarle un ¨¢pice de grandeza, el entusiasmo. En unos tiempos en que con frecuencia triunfan la insignificancia, la codicia, la vanidad, y quiebran las m¨¢s elementales normas ¨¦ticas, nos queda el ejemplo de personas que, como Juan Lu¨ªs, nos ense?an con su vida el irrenunciable camino de la dignidad. Nacido en la dura Espa?a de posguerra, y en un territorio tan ¨¢spero y deslumbrante como la cuenca minera asturiana del r¨ªo Nal¨®n, nada de lo humano le fue ajeno a este jurista que siempre entendi¨® el Derecho como una disciplina encaminada a la equidad y a garantizar un territorio moral en que, como nos ense?¨® Cervantes, nadie fuese m¨¢s que nadie por la cuna o por los privilegios, por la determinaci¨®n de la casualidad o por el volumen de la voz.
Machadianamente bueno, disfrutaba de la vida con entusiasmo
Juan Luis era machadianamente bueno, disfrutaba de la vida con entusiasmo y se nos fue sin conocer el rostro del desfallecimiento o de la derrota. Como en el verso de Keats, se puede decir que en la vida del doctor Iglesias Prada "siempre hay una luz a la orilla de cada oscuridad". Su inteligencia lo hizo al¨¦rgico a cualquier vanidad, practicaba la sutileza de un humor muy asturiano, y hasta para decir adi¨®s tuvo la gentileza de hacerlo discretamente.
Graciano Garc¨ªa es director em¨¦rito de la Fundaci¨®n Pr¨ªncipe de Asturias.
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