Caso ejemplar
No hay nada en esta historia de la que sentirse orgulloso. Pero el adjetivo "ejemplar" no solo califica la excelencia. Tambi¨¦n designa a los prototipos, los modelos originales de un proceso. Y este lo es, porque ejemplifica como muy pocos la relaci¨®n entre el pueblo espa?ol y las instituciones que rigieron su destino durante 40 a?os.
Los juzgados de C¨¢diz est¨¢n desbordados. No ser¨¢n los ¨²ltimos. El caso de los ni?os robados a sus padres primero por la fuerza, luego con mentiras, para darlos en adopci¨®n a ejemplares familias franquistas, no ha hecho m¨¢s que empezar. Los aguafiestas que llevamos a?os empe?ados en la fastidiosa pretensi¨®n de barrer debajo de la alfombra, esper¨¢bamos esta explosi¨®n desde hace mucho tiempo. Yo no me alegro. Hay demasiada angustia, demasiado dolor en esta historia, como para celebrar que hayan saltado las tapas de las alcantarillas. Pero el detalle de que tramas criminales originadas en las c¨¢rceles de mujeres de los a?os cuarenta lograran traspasar la barrera de la democracia deber¨ªa impulsar una reflexi¨®n postergada durante m¨¢s de 30 a?os.
Una dictadura no se elimina con la simple voluntad de olvidarla. Los reg¨ªmenes viles envilecen a sus s¨²bditos, y crean mecanismos jur¨ªdicos, psicol¨®gicos y morales que les sobreviven. En la posguerra, las presas republicanas perd¨ªan lo ¨²nico que ten¨ªan, sus hijos, en un proceso sistem¨¢tico destinado a extirpar el izquierdismo de este pa¨ªs. Aquella operaci¨®n de limpieza se convirti¨® despu¨¦s en un negocio asentado en la convicci¨®n de que los espa?oles, sujetos al terror, privados de derechos, no eran nada, basura. Sin aquellos antecedentes, nunca se habr¨ªa llegado a estas consecuencias. Todos los ni?os robados son v¨ªctimas del franquismo. Archivar su caso convertir¨ªa a la justicia espa?ola en c¨®mplice moral del crimen m¨¢s duradero de la dictadura.
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