?ltima oportunidad
Cuando pens¨¢bamos que todo hab¨ªa terminado o estaba a punto de terminar, la inminencia de la ca¨ªda de Bengasi en manos de Gadafi, junto con la presi¨®n conjunta de Reino Unido y Francia, ha terminado por vencer las ¨²ltimas reticencias estadounidenses a la hora de pedir al Consejo de Seguridad la autorizaci¨®n de una acci¨®n militar contra Libia. En el convencimiento de que una mera zona de exclusi¨®n a¨¦rea no ser¨ªa ya, a estas alturas, efectiva, la propuesta conjunta de resoluci¨®n autorizar¨ªa ataques a tierra (en realidad, un no-drive zone). Sorprendentemente, Francia y Reino Unido han asegurado que, de aprobarse la resoluci¨®n, podr¨ªan comenzar sus operaciones a¨¦reas en "horas".
Al parecer, Libia y las revoluciones ¨¢rabes est¨¢n teniendo el efecto de invertir la polaridad de los l¨ªderes. La Administraci¨®n de Obama estaba profundamente dividida entre los tradicionales halcones, como el secretario de Defensa, Robert Gates (ahora convertidos en palomas), y las tradicionales palomas (como el senador John Kerry o la embajadora en Naciones Unidas, Susan Rice), convertidas ahora en halcones. Por su parte, David Cameron, que comenz¨® su mandato recortando sustancialmente el presupuesto de defensa, reduciendo su presencia en Afganist¨¢n y prometiendo situar la pol¨ªtica exterior brit¨¢nica al servicio de los intereses comerciales de Reino Unido, ha dado un giro de 180 grados hacia el intervencionismo, al parecer en contra del criterio de su ministro de Defensa. Algo muy parecido puede decirse de Sarkozy, que humillado al tener que cesar a su ministra de Exteriores por culpa de Ben Ali, ha pasado del cero al infinito en muy pocos d¨ªas al liderar en el ¨¢mbito de la Uni¨®n Europea el frente pro intervenci¨®n militar.
Sarkozy, humillado en T¨²nez, ha pasado del cero al infinito en muy pocos d¨ªas
El resto de europeos, incluida Espa?a, pero tambi¨¦n Alemania e Italia, que siempre pusieron como condici¨®n para su intervenci¨®n la existencia de una resoluci¨®n de Naciones Unidas, podr¨ªan encontrarse ahora en la tesitura de tener que cumplir los compromisos adquiridos o dejar en manos de este minidirectorio franco-brit¨¢nico las eventuales operaciones militares que del lado europeo se pudieran adoptar. Desde el acuerdo de Deauville en noviembre pasado, el eje franco-alem¨¢n ya gobierna de facto la zona euro. Ahora, el eje franco-brit¨¢nico aspira a liderar la seguridad europea. Participar en cualquier operaci¨®n ser¨¢ arriesgado, y quedarse al margen tambi¨¦n. ?Qu¨¦ polaridad predominar¨¢ en Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero si se aprobara la resoluci¨®n? ?Paloma o halc¨®n? Es dif¨ªcil de decir.
La intervenci¨®n no es segura puesto que todav¨ªa falta que Estados Unidos aplique la misma presi¨®n a Rusia y a China, que estos se den por vencidos, que se consigan los nueve votos necesarios para aprobar la resoluci¨®n en cuesti¨®n y que las operaciones militares lleguen a tiempo para evitar la victoria de Gadafi. No es poco, ni mucho menos f¨¢cil, pero supone un cambio importante en la situaci¨®n. Sin ese giro radical en la posici¨®n de Washington, la inacci¨®n de Estados Unidos, la divisi¨®n de los europeos y la pasividad de la Liga ?rabe habr¨ªan estrechado el horizonte del cambio en el mundo ¨¢rabe, si no definitivamente, s¨ª de forma sustancial. En el giro de Estados Unidos han pesado las llamadas desesperadas del embajador en Naciones Unidas, Ali Aujali, que en la CNN ha recordado a Obama la suerte que correr¨ªan los rebeldes si Gadafi triunfara, pero seguramente tambi¨¦n el fantasma de Irak en 1991, cuando despu¨¦s de la guerra del Golfo, Bush padre se dio la vuelta y dej¨® a Sadam Husein que masacrara las revueltas que siguieron a su derrota militar. Pero antes y sobre todo, en los europeos deber¨ªa influir la visi¨®n de un norte de ?frica con un Gadafi crecido por su victoria, una pesadilla dif¨ªcil de soportar por m¨²ltiples razones. Para los libios, porque se enfrentan a una represi¨®n feroz; para el resto de reformistas en todo el mundo ¨¢rabe, por la desmoralizaci¨®n que cundir¨ªa, y para Europa porque su humillaci¨®n ser¨ªa triple: por la pasividad inicial, por las divisiones mostradas luego, y posteriormente por tener que convivir con el constante chantaje energ¨¦tico y migratorio al que Gadafi someter¨ªa a Europa. Peor a¨²n, si la resoluci¨®n no llegara a tiempo y Gadafi completara con ¨¦xito su asalto sobre Bengasi, es previsible que Europa volver¨ªa a dividirse entre los partidarios de completar el aislamiento de Gadafi con nuevas medidas de presi¨®n y los partidarios de olvidar los malos ratos y restaurar los v¨ªnculos econ¨®micos. Adivinen qui¨¦n ganar¨ªa
jitorreblanca@ecfr.eu
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