Balada de la v¨ªctima propiciatoria
He aqu¨ª un espect¨¢culo ambicioso en el buen sentido, con hechuras diferentes de las del teatro comercial, pero que cautivar¨¢ al gran p¨²blico. Rodeado de nonagenarios arrogantes, Traps, su protagonista, parece una mariposa reci¨¦n ca¨ªda en una reuni¨®n de entom¨®logos: conduc¨ªa su Studebaker del a?o nono por una carretera solitaria cuando una aver¨ªa le oblig¨® a llamar a la puerta de un caser¨®n aislado. All¨ª, su anciano propietario lo acoge y lo invita a una cena pantagru¨¦lica, regada con los mejores vinos de Europa: l¨¢stima que no tenga cobertura ni haya tel¨¦fono fijo.
Con este planteamiento t¨ªpico de la literatura de misterio, Friedrich D¨¹rrenmatt introduce a Traps, y a nosotros con ¨¦l, en una situaci¨®n cerrada que promete un final sin escapatoria. Al principio, todo va bien: sus anfitriones parecen amables, pero la educaci¨®n de la que hacen gala desaparece enigm¨¢ticamente cuando mademoiselle Simone trae una sopa exquisita que ellos se sirven como si fuera rancho, o cuando les acerca una bandeja de tostas sobre la que se lanzan como jabal¨ªes, para recuperar la compostura enseguida.
La aver¨ªa
Autor: Friedrich D¨¹rrenmatt. Versi¨®n: Fernando Sansegundo. Int¨¦rpretes: Jos¨¦ Luis Garc¨ªa-P¨¦rez, Daniel Grao, Asier Etxeandia, Jos¨¦ Luis Torrijo, Emma Su¨¢rez y Fernando Soto.
La puesta en escena de Blanca Portillo potencia con una decisi¨®n certera el inquietante ruido de fondo que atraviesa el texto de D¨¹rrenmatt: sus j¨®venes int¨¦rpretes, caracterizados como fantoches decr¨¦pitos, resultan cercanos por la humanidad con que se mueven. Sus personajes no son caricaturas, sino retratos retocados para que el p¨²blico establezca distancia cr¨ªtica respecto a ellos y se identifique con Traps, el hombre sometido a fuerzas incontrolables, que act¨²a a cara descubierta. El trabajo de creaci¨®n de estos personajes-m¨¢scara, asesorado por Mar¨ªa del Mar Navarro, fino en extremo, esquiva la parodia con ¨¦xito en casi todo momento.
En La aver¨ªa (1956), D¨¹rrenmatt utiliza los t¨®picos de los relatos de misterio y de los dramas judiciales para hablar del dilema entre aceptar o rechazar la culpa, del sacrificio in¨²til, de la arbitrariedad de la justicia y de nuestra impotencia ante los avatares. La versi¨®n de Fernando Sansegundo, precisa como un tiro en la nuca, suena espl¨¦ndidamente en boca de todos, aunque cabe destacar a Daniel Grao, Fernando Soto y Jos¨¦ Luis Torrijo por su contenci¨®n en un estilo interpretativo donde es f¨¢cil pasarse. Andrea D'Odorico, el escen¨®grafo, crea el envoltorio perfecto.
La luz bipolar de Pedro Yag¨¹e, el vestuario de Elisa Sanz (austeridad retro y fantas¨ªa), la afinada caracterizaci¨®n de Javier Hern¨¢ndez y Elena Cuevas, el espacio sonoro dram¨¢tico y la polifon¨ªa en vivo, de Mariano Garc¨ªa y Pablo Salinas, redondean un trabajo con fisuras escasas: cabe retocar un par de coreograf¨ªas. La aver¨ªa es otra prueba de lo bien que le viene al teatro madrile?o ir moviendo el banquillo de directores de escena.
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