Un abuso m¨¢s de las instituciones
Incl¨²yanme entre quienes se alegraron de ver que el documental Inside Job ganaba un Oscar. La pel¨ªcula nos recuerda que la crisis financiera de 2008, cuyas consecuencias siguen arruinando las vidas de millones de estadounidenses, no se produjo sin m¨¢s: fue posible gracias al mal comportamiento de los banqueros, los reguladores y, s¨ª, los economistas.
Lo que la pel¨ªcula no se?ala, sin embargo, es que la crisis ha generado toda una nueva serie de abusos, muchos de ellos ilegales, as¨ª como inmorales. Y las principales figuras pol¨ªticas est¨¢n, despu¨¦s de mucho tiempo, dando algunas muestras de cierta indignaci¨®n. Desgraciadamente, esta indignaci¨®n no se dirige contra los abusos de los bancos, sino hacia quienes tratan de hacer que los bancos respondan de esos abusos.
La crisis ha generado toda una nueva serie de abusos, muchos de ellos ilegales, as¨ª como inmorales
Estamos hablando de dos de las tres empresas financiereas m¨¢s grandes de EE UU
El detonante inmediato ha sido el pacto propuesto entre los fiscales generales de los Estados y el sector de los servicios hipotecarios. Seg¨²n el senador Richard Shelby, de Alabama, el pacto es una "estafa". El dinero que se exigir¨ªa que los bancos asignasen a la modificaci¨®n de hipotecas ser¨ªa una "extorsi¨®n", declara The Wall Street Journal. Y los propios banqueros advierten de que cualquier medida contra ellos pondr¨¢ en peligro la recuperaci¨®n econ¨®mica.
Todo lo cual confirma que los ricos no son como ustedes y como yo: cuando infringen la ley, son los fiscales quienes se ven sometidos a juicio.
Para hacerse una idea de los asuntos de los que estamos hablando aqu¨ª, f¨ªjense en la querella presentada por el fiscal general de Nevada contra Bank of America. La querella acusa al banco de atraer a las familias a su programa de modificaci¨®n de pr¨¦stamos -supuestamente para ayudarlas a conservar sus casas- con pretextos; de dar informaci¨®n falsa sobre los requisitos del programa (por ejemplo, decirles que ten¨ªan que faltar a los pagos de sus hipotecas antes de recibir una modificaci¨®n); de dar falsas esperanzas a las familias con promesas de acci¨®n para luego "enviar avisos de ejecuci¨®n hipotecaria, programar fechas de subasta y hasta vender las casas de los clientes mientras estos esperaban las decisiones"; y, en general, de utilizar el programa para enriquecerse a costa de esas familias.
Seg¨²n las acusaciones de la querella, el resultado final fue que "muchos consumidores de Nevada siguieron haciendo pagos hipotecarios que no pod¨ªan permitirse, apurando sus ahorros, sus fondos de jubilaci¨®n o los fondos para la educaci¨®n de sus hijos. Adem¨¢s, debido a las enga?osas garant¨ªas ofrecidas por Bank of America, los consumidores postergaron la venta a un precio por debajo del mercado y renunciaron a otros intentos de mitigar sus p¨¦rdidas. Y esperaron ansiosamente, un mes tras otro, llamando a Bank of America y enviando sus documentos una y otra vez, sin saber si iban a perder sus casas o cu¨¢ndo iban a perderlas".
Aun as¨ª, este tipo de cosas solo les pasan a perdedores que son incapaces de llevar al d¨ªa sus pagos hipotecarios, ?no es cierto? Falso. Hace poco, Dana Milbank, el columnista de The Washington Post, escrib¨ªa acerca de su experiencia: una refinanciaci¨®n hipotecaria rutinaria con Citibank se convirti¨® de alg¨²n modo en una pesadilla de tipos tergiversados, cobros indebidos por intereses y cuentas bancarias bloqueadas. Y todas las pruebas indican que la experiencia de Milbank no fue algo fuera de lo normal.
F¨ªjense, por cierto, en que no estamos hablando de las pr¨¢cticas empresariales de organizaciones poco fiables; estamos hablando de dos de las tres empresas financieras m¨¢s grandes del pa¨ªs, cada una de las cuales posee unos dos billones de d¨®lares en activos. Pero a los pol¨ªticos les gustar¨ªa hacerles creer que cualquier intento de lograr que estos gigantes bancarios explotadores paguen una peque?a indemnizaci¨®n es una "estafa". La ¨²nica duda real es si el acuerdo propuesto les impone un castigo demasiado leve.
?Qu¨¦ hay del argumento de que presentar cualquier querella contra los bancos pondr¨ªa en peligro la recuperaci¨®n? Se pueden decir muchas cosas sobre ese argumento, y ninguna buena. Pero perm¨ªtanme subrayar dos puntos.
Primero, el acuerdo propuesto solo pide modificaciones de pr¨¦stamos que generen un "valor actual neto" superior al de la ejecuci¨®n hipotecaria (es decir, que se ofrezcan tratos que redunden tanto en el inter¨¦s de los propietarios como en el de los inversores). La escandalosa verdad es que, en muchos casos, los bancos est¨¢n bloqueando ese tipo de acuerdos mutuamente beneficiosos para, de esa manera, poder seguir sac¨¢ndoles cuotas a sus clientes. ?C¨®mo podr¨ªa ser malo para la econom¨ªa el poner fin a este atraco a mano armada?
Segundo, el mayor obst¨¢culo para la recuperaci¨®n no es la situaci¨®n financiera de los principales bancos, que fueron rescatados en su d¨ªa y ahora se aprovechan de la creencia generalizada de que se los volver¨¢ a rescatar si algo sale mal. En lugar de eso, es el exceso de endeudamiento familiar sumado a la par¨¢lisis del mercado inmobiliario. Conseguir que los bancos pongan en orden las deudas hipotecarias -en vez de dar falsas esperanzas a las familias para sacarles unos cuantos d¨®lares m¨¢s- no perjudicar¨ªa a la econom¨ªa, sino que la ayudar¨ªa.
En los d¨ªas y semanas que se avecinan veremos a pol¨ªticos probanqueros denunciar el acuerdo propuesto, afirmando que solo se trata de defender el principio de legalidad. Pero lo que realmente est¨¢n defendiendo es justo lo contrario: un sistema en el que solo la gente corriente tiene que respetar la ley, mientras que los ricos, y en especial los banqueros, pueden enga?ar y defraudar sin consecuencias.
Paul Krugman es profesor de econom¨ªa en Princeton y premio Nobel 2008. ? 2011. New York Times Service. Traducci¨®n de News Clips.
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