Supremac¨ªa a¨¦rea: ?y ahora qu¨¦?
Los pilotos, la gente de la aviaci¨®n militar, llamamos supremac¨ªa a¨¦rea a la situaci¨®n en la que el grado de dominio del espacio a¨¦reo en una zona determinada, el control sobre todo lo que se pueda mover en los cielos de ese territorio en cuesti¨®n, es total. As¨ª de absoluto y determinante. Y aqu¨ª es a donde quer¨ªamos llegar, efectivamente. La supremac¨ªa a¨¦rea es determinante para lo que suceda en la superficie de la tierra que se encuentra bajo nosotros. Esta es la situaci¨®n que casi inmediatamente, tras el despliegue de fuerzas a¨¦reas coaligadas, se ha conseguido, se est¨¢ consiguiendo en Libia.
La Fuerza A¨¦rea no lo puede todo en todos los conflictos, ni mucho menos, y desde luego no puede ocupar el terreno, si es que fuese necesario (como reiteran los ortodoxos), pero s¨ª es determinante en todos o casi todos los conflictos b¨¦licos.
En primer lugar la rapidez. Si el enemigo est¨¢ a punto de entrar en el ¨²ltimo basti¨®n que queremos defender y la decisi¨®n para intervenir en su defensa se aplaza, hasta que las fuerzas atacantes alcanzan con sus obuses a las casas de los barrios perif¨¦ricos, s¨®lo nos quedan unas horas para detener con firmeza los asaltos. Tomamos por fin la decisi¨®n de defender a los d¨¦biles y... ?menos mal! tenemos fuerza a¨¦rea para que tan solo en 24-48 horas est¨¦ situada en los lugares de despliegue adecuados y lista para llevar a cabo las acciones solicitadas. Es la fuerza coercitiva suficiente para que pueda detener la sinraz¨®n.
No hace falta ser un experto en log¨ªstica militar para hacerse una idea del tiempo m¨ªnimo que habr¨ªa hecho falta para montar una operaci¨®n terrestre suficiente en fuerza, multinacional, que pudiese llegar hasta los aleda?os de Bengasi y detuviese a las tropas y a los carros de combate desplazados hasta all¨ª.
Conseguir el dominio del aire, o mejor la supremac¨ªa es relativamente f¨¢cil cuando el oponente no existe, es d¨¦bil o no tiene capacidad de oposici¨®n. Recordemos los ¨²ltimos casos de Afganist¨¢n, Irak, Kosovo o Serbia. Las aviaciones aliadas eran muy superiores a lo que se pod¨ªa poner enfrente. L¨®gicamente ¨¦stos ni lo intentaron.
Aviones F-18, Tornado, Mirage 2000, Rafale y F-16 est¨¢n sobradamente capacitados para destruir o apagar los radares de la defensa a¨¦rea libia, destruir o anular sus misiles antia¨¦reos, destruir o enterrar los cazabombarderos que pudiesen volar en contra. Una vez llevada a cabo esta tarea, se pueden concentrar con soltura en detener cualquier caravana de importancia que se mueva por el pa¨ªs, eliminar cualquier grupo de blindados que quiera acercarse a los grupos protegidos, pulverizar posibles grupos de artiller¨ªa.
Y bien. Ya no se mueve sin nuestro control ninguna unidad militar de cierta solvencia, tenemos los mares de acceso bloqueados. ?Y ahora qu¨¦? Pues si bien nuestra aviaci¨®n militar ha sido la herramienta ideal para el momento y la situaci¨®n, como ya se?alamos no puede ir m¨¢s adelante por s¨ª sola. Ha llegado de nuevo el momento de la diplomacia y de la pol¨ªtica.
Ni que decir tiene que la diplomacia lleva trabajando sin dormir, con su habitual discreci¨®n, desde hace muchos d¨ªas y as¨ª debe seguir, incluso intensificar sus contactos, su capacidad imaginativa para buscar salidas a la situaci¨®n. Y en ello han de jugar un papel esencial, adem¨¢s de las consabidas potencias, aquellos otros que tienen privilegiado acceso a Gaddafi, como son Italia, Egipto, Argelia y otros pa¨ªses de la Liga ?rabe, as¨ª como miembros de la OUA.
Y de nuevo la pol¨ªtica. Si no se llega a esa soluci¨®n que no satisfaga a nadie pero que sea aceptada por todos, no habr¨¢ m¨¢s remedio que volver a nuevas decisiones dr¨¢sticas, y pocas m¨¢s opciones existen que, de un modo u otro, no se centren en obligar al dictador libio a abandonar su pa¨ªs o lo que le quede de su pa¨ªs.
Una vez en esa supuesta decisi¨®n y concentr¨¢ndonos en el ¨¢rea militar, que es el que ahora nos corresponde, dos son las posibilidades reales, una la ocupaci¨®n f¨ªsica del terreno. Imaginemos un Irak, mucho m¨¢s liviano pero que requiere una complicada conjunci¨®n de voluntades, complicada organizaci¨®n de mando y complicado despliegue de fuerzas, pero que sin duda es la soluci¨®n definitiva y que, de una forma u otra, al final siempre es requerida aunque s¨®lo sea como fuerza de seguridad y aseguramiento de la paz (con lo cual acabo de inventar una palabra nueva para la doctrina de operaciones de paz).
La otra posibilidad es la campa?a a¨¦rea, que tambi¨¦n requiere una complicada organizaci¨®n de mando, particularmente para se?alar objetivos (ya tuvimos una dif¨ªcil experiencia en los Balcanes), y una complicada actuaci¨®n ante la opini¨®n p¨²blica para que mantenga su apoyo constante en unas operaciones que ve un tanto as¨¦pticas militarmente, pero cuyos efectos recaen sobre la poblaci¨®n civil, y que no obtiene resultados inmediatos ni tangibles hasta el derrumbe final. Una campa?a a¨¦rea es relativamente f¨¢cil de imaginar, se trata de ir reduciendo escalonadamente las condiciones de vida, la capacidad de actuaci¨®n, del oponente hasta su rendici¨®n. Con los m¨ªnimos da?os posibles a la poblaci¨®n se va destruyendo paulatinamente sus organismos de direcci¨®n, su sistema el¨¦ctrico, su sistema radioel¨¦ctrico, su sistema hidr¨¢ulico, su sistema ferroviario, sus comunicaciones terrestres y mar¨ªtimas, sus aprovisionamientos, etc.
Y mientras tanto ?qu¨¦ puede hacer el coronel Gadafi? Pues realmente no mucho. Adem¨¢s de amenazarnos, tiene el petr¨®leo pero no es suficiente. Ya sabemos todos que nos va a costar caro de cualquier manera. Le quedan posibles actuaciones desesperadas puntuales. Yo por si acaso vigilar¨ªa los puestos fronterizos.
En cualquier caso, como vemos, los conflictos b¨¦licos siempre son complicados, nadie espere otra cosa.
Carlos G¨®mez Arruche es teniente general, retirado, del Ej¨¦rcito del Aire.
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