El experimento del meticuloso Dr. Iyer
La nueva estrella del piano de jazz tiene 39 a?os y una larga carrera como sideman a sus espaldas. Vijay Iyer naci¨® en Rochester, Nueva York, de padres indios llegados a los Estados Unidos con el boom tecnol¨®gico de los sesenta. No hace no mucho tiempo pudo escuch¨¢rsele en este mismo escenario del San Juan Evangelista acompa?ando al trompetista Wadada Leo Smith. Ya entonces su presencia no pas¨® desapercibida: el joven estaba pidiendo a gritos una oportunidad. Al final, le ha faltado tiempo para mont¨¢rselo por su cuenta.
La cosa, que Vijay no solo es una gran instrumentista -en eso hay unanimidad- sino que tiene algo que no muchos tienen: sus genes, a los que ha podido dar suelta en su ¨²ltima producci¨®n discogr¨¢fica a tr¨ªo, Tirtha, aventurado encuentro entre el jazz y la m¨²sica karn¨¢tica del sur de la India que no deja indiferente.
Esta vez, el jazzista indo-norteamericano se ha venido a Madrid con lo puesto, teniendo en cuenta que se trataba de un concierto en "solo" y porque pianistas que viajen con el piano de cola a cuestas, los hay, pero pocos -Vladimir Horowitz, Joachim K¨¹hn, durante un tiempo-, y suelen estar subvencionados por las compa?¨ªas fabricantes.
La confirmaci¨®n
Tocar en solo, para un pianista de jazz, es el equivalente a la confirmaci¨®n de la alternativa del torero. Un rito de madurez por el que hay que pasar y del que no todos salen airosos. No es el caso. Iyer ya grab¨® un disco en "solo" el pasado a?o, as¨ª que la cosa de sentarse frente a un auditorio sin nadie que le diga lo que tiene que hacer y cu¨¢ndo callarse no le pilla de nuevas. Condiciones, las tiene todas. A profesionalidad, ni a virtuosismo o imaginaci¨®n, hay quien le gane. Ni el m¨¢s m¨ªnimo error. Vijay disecciona la materia sonora como el Dr. Frankestein a sus pacientes, y del mismo modo los recompone, fr¨ªa, meticulosamente. Ya puede ser Monk, Darn that dream, Duke Ellington o Michel Jackson (Human nature). Todo en su m¨²sica est¨¢ en su sitio, demasiado, seguramente, trat¨¢ndose de un m¨²sico de jazz. Su formaci¨®n cient¨ªfica le delata.
Vijay es demasiado joven para haber aprendido de los grandes maestros del pasado. Uno de ellos, el baterista Art Blakey, gustaba de alentar a sus pupilos con una sentencia que se hizo c¨¦lebre: "equiv¨®cate, pero equiv¨®cate FUERTE!". Pues eso.
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