Ex presos en el tiempo del t¨²nel
Seis antiguos penados de ETA y LCR se re¨²nen en la c¨¢rcel de Segovia y piden que se juzgue a los represores franquistas
"?Recuento!". Los hombres dan un respingo al escuchar el grito. "Uf, el coraz¨®n me ha dado un vuelco", exclama uno. Es una broma que sobresalta a todos. Son seis y andan entre los cincuenta y muchos y los sesenta y tantos a?os. De un plumazo, se han quitado 33 de encima, los que llevan en libertad tras haber penado por ella.
-?Ustedes qui¨¦nes son?
-Somos ex presos.
-No. Somos presos, porque no nos han borrado los antecedentes, ni han anulado nuestros procesos.
Estamos en la antigua c¨¢rcel de Segovia, de la que dos de los visitantes de hoy lograron huir en 1976, en una fuga rocambolesca -luego pel¨ªcula de la mano de Imanol Uribe-. El viernes volvieron a reunirse con su pasado y con su ¨¢nimo combativo. Es la primera vez que se juntan los seis tras estos barrotes que desde hace a?os sirven de plat¨® de cine. Se proponen recuperar la memoria hist¨®rica m¨¢s reciente, la que va desde el fin de la posguerra a la amnist¨ªa de octubre de 1977 que les devolvi¨® la libertad. Son Sabin Arana, Josu Ibargutxi, Enrique Guesalaga, Xabier Armendariz, Miguel G¨®mez y Jos¨¦ Mar¨ªa, Chato, Galante. Cuatro vascos, un zamorano y un madrile?o. Dieron con sus huesos en esta prisi¨®n cuando militaban en ETA VI Asamblea -los cuatro primeros- y en la trotskista Liga Comunista Revolucionaria, organizaciones que acabar¨ªan fusionadas. Los periodistas de EL PA?S los encuentran cuando recorren con la concejal de Cultura, Clara Luquero, la vieja c¨¢rcel especializada en presos pol¨ªticos y que debuta en dos pabellones externos como centro cultural.
"Nos arrastramos por las alcantarillas", recuerda uno de los fugados en 1976
"Queremos que la Ley de Amnist¨ªa deje de ser una ley de punto final"
"Te da un poco de taquicardia volver. Son muchos a?os", dice Arana. "Esto era una comuna", describe Galante. En este fr¨ªo penal conviv¨ªan 86 presos pol¨ªticos y 10 o 12 comunes. "Hab¨ªa de todo, de ETA, del PCE. Hasta del FRAP...". Los hombres canosos hablan bajo el lucernario del que parten las cuatro galer¨ªas. En tres de ellas se alinean dos pisos de celdas vac¨ªas y polvorientas. Los visitantes son un libro vivo de la historia reciente que se resiste a pasar a los manuales. Y la relatan con avidez, con r¨¢pidos disparos a un pasado que no debe olvidarse. "Hicimos varias huelgas de hambre, una de ellas contra los fusilamientos de 1975. Franco viv¨ªa todav¨ªa". "?Y dos intentos de fuga!". Lo dicen con orgullo y pasan a la acci¨®n rumbo a la planta baja.
Ibargutxi y Guesalaga hacen de cicerones. Son dos de los 29 presos pol¨ªticos -de la V y la VI Asamblea de ETA, del Movimiento Ib¨¦rico de Liberaci¨®n, y del Frente Revolucionario Antifascista y Patri¨®tico; sumaban m¨¢s de 1.500 a?os de condena- que lograron fugarse de esta c¨¢rcel el 5 de abril de 1976. Se dirigen hacia las duchas donde los presos construyeron el t¨²nel para el primer intento de huida. "Quitamos nueve azulejos, los colocamos en una placa y empezamos a excavar poco a poco un t¨²nel hacia el alcantarillado. Cada d¨ªa volv¨ªamos a pegar los azulejos con crema de dientes. ?bamos a fugarnos 54", explican. Un chivatazo abort¨® esta evasi¨®n cuando todo estaba a punto, en agosto de 1975. Y volvieron a empezar. Esta vez, en un hueco condenado de los aseos del patio y con el mismo sistema de los azulejos. "Ya ten¨ªamos conocimiento de la red de alcantarillado, por la primera vez", puntualiza Guesalaga. "Salimos 29. Atravesamos Segovia por las alcantarillas, al menos un kil¨®metro arrastr¨¢ndonos hasta llegar al colector grande. Nos recogi¨® una furgoneta y luego viajamos escondidos en un cami¨®n de madera", relata Ibargutxi. Llegaron hasta la zona de Roncesvalles (Navarra). Deb¨ªan cruzar a pie a Francia, pero la niebla se ali¨® contra ellos. Solo cuatro lograron pasar la frontera tras ocultarse varios d¨ªas en un chal¨¦. El resto cay¨® en el cerco de la Guardia Civil. Uno de ellos, Oriol Sol¨¦, muri¨® en el tiroteo. "?Te acuerdas?". Y s¨ª, todos se acuerdan de Sol¨¦ mientras se hace el silencio.
Luego vuelve el ¨¢nimo combativo. "Esta tarde constituimos una asociaci¨®n de presos de la dictadura, que se llamar¨¢ La Comuna, para dar testimonio de lo que pas¨®. Queremos que se anulen todas las sentencias del Tribunal de Orden P¨²blico y las militares", explica Galante tras abandonar el sitio del t¨²nel ya invisible. "Queremos tener derecho a pedir una reparaci¨®n, aunque quiz¨¢ no lo ejerzamos, y que la Ley de Amnist¨ªa deje de ser una ley de punto final para que se pueda juzgar al aparato represivo y judicial franquista. Los cr¨ªmenes contra la humanidad no prescriben", a?ade con ¨¦nfasis.
Rumbo a la salida, alguien cierra con cerrojazo la gruesa puerta de una celda. Otro sobresalto. "Eso es chapar. No hay otro ruido igual". Con el sonido vuelven los recuerdos: las galer¨ªas son "m¨¢s peque?as" que en la memoria. "He procurado barrer los archivos para vivir m¨¢s tranquilo. Y ha funcionado", confiesa Guesalaga. "Mis nietos se quejan. Me dicen 'ya estamos con la chapa de la puta c¨¢rcel", a?ade. El t¨²nel de la huida se ha convertido en el t¨²nel del tiempo. Y en la vieja c¨¢rcel se acaban de rodar escenas de Torrente 4.
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