De pol¨ªticos y neur¨®logos
Desde Hip¨®crates al valenciano Luis Simarro, pasando por Thomas Willis y Ram¨®n y Cajal, la neurolog¨ªa ha tratado de explicar los trastornos del sistema nervioso y sus efectos en las conductas humanas. En los ¨²ltimos treinta a?os, dos neur¨®logos premios Nobel, Roger Sperry (1981) y Eric Kandel (2000) se han esforzado en identificar, dentro del cerebro, nuestras capacidades innovadoras y creativas. Sperry considera que la parte derecha del cerebro es la creativa, art¨ªstica e intuitiva, mientras que la izquierda es la anal¨ªtica, l¨®gica y racional. Por su parte, Kandel estima que las capacidades anal¨ªticas e intuitivas coexisten en cada cerebro, y que son convocadas desde los archivos de la mente a partir de lo que hemos aprendido a lo largo de la vida.
Es imprescindible potenciar factores de eficiencia como la educaci¨®n y la formaci¨®n
Si esta tribuna fuese un programa interactivo de televisi¨®n, cabr¨ªa preguntar a la audiencia d¨®nde mejor ubicar las capacidades innovadoras y anal¨ªticas de significados representantes de nuestra clase pol¨ªtica; en el cerebro dividido de Sperry o en la memoria inteligente de Kandel. Es posible que la perplejidad ante la pregunta se tradujese en cero respuestas, al fin y al cabo solo se puede ubicar lo identificable.
Lo cierto es que la innovaci¨®n y la competitividad est¨¢n presentes en los programas y discursos pol¨ªticos. La UE despliega su estrategia a trav¨¦s de diversos Programas Marco e Institutos, un aparente arsenal que no impide que Europa quede rezagada respecto a EE UU, con el consiguiente fracaso de la Agenda de Lisboa. En EE UU, la innovaci¨®n y la educaci¨®n han sido, por solo citar los ¨²ltimos acontecimientos, ejes b¨¢sicos del ¨²ltimo discurso de Barack Obama sobre Estado de la Uni¨®n, as¨ª como en los presupuestos presentados para 2012, y el CEO de General Electric ha sido nombrado responsable del Consejo Presidencial de Empleo y Competitividad. En Espa?a, la ministra del ramo recorre nuestras ciudades nombr¨¢ndolas "Ciudad de la Ciencia y la innovaci¨®n", enfrascada en mucha regulaci¨®n y escasa acci¨®n. Siguiendo el ejemplo, los presidentes del Gobierno de la naci¨®n y, por qu¨¦ no, de la Generalitat, deber¨ªan nombrar, a Amancio Ortega y a Juan Roig responsables de sus eventuales consejos de empleo y competitividad.
La soluci¨®n del problema de la baja competitividad tiene un coste oneroso, el desempleo, y una duraci¨®n inexorable, una generaci¨®n, lo dem¨¢s son atajos sin destino. Evitar el tr¨¢nsito desde una recesi¨®n a una regresi¨®n exige comenzar ahora, no ma?ana, aplicando medidas nacionales revisionistas y reformistas, dirigidas a crear el "clima competitivo" que necesitamos, lo que requiere la paciencia y la sabidur¨ªa de los int¨¦rpretes del genoma humano. Los neur¨®logos deber¨ªan esforzarse, una vez m¨¢s, en identificar estas habilidades en parte de nuestra clase pol¨ªtica.
Pero el cambio clim¨¢tico requiere, para bien o para mal, tiempo. Los informes anuales del World Economic Forum (WEF) evidencian, a?o tras a?o, nuestra p¨¦rdida de competitividad global (posici¨®n 42 en 2010), pero, al tiempo, ilustran el camino que deber¨ªamos seguir. Debemos cumplir unos requerimientos b¨¢sicos: nuestras instituciones deben recuperar su credibilidad social, las variables macroecon¨®micas deben volver a respetar los estabilizadores autom¨¢ticos y nuestro mercado interior debe ser ¨²nico. En paralelo, es imprescindible potenciar factores de eficiencia como la educaci¨®n y la formaci¨®n (un fracaso nacional), un sistema de distribuci¨®n moderno, un mercado de trabajo flexible y con salarios no convenidos colectivamente, un sistema financiero saneado y amplio, una capacidad tecnol¨®gica conectada al resto del mundo (posici¨®n 34 seg¨²n en WEF) y un correcto dimensionamiento del mercado global por parte de nuestras empresas. Finalmente, es preciso sofisticar la oferta y la demanda de nuestros mercados, as¨ª como facilitar la innovaci¨®n, posibilitando el capital riesgo y suavizando, todav¨ªa m¨¢s, la legislaci¨®n concursal. Cierto es que alguna de las reformas enunciadas parece que est¨¢n en marcha, pero la velocidad de progreso es tan lenta que retroalimenta el fracaso.
Es posible que una precisi¨®n terminol¨®gica imprescindible, no confundiendo innovaci¨®n con I+D, ni productividad con competitividad, se pueda aprender en dos tardes, pero el profesor debe ser competente y el alumno, aplicado. Nuevamente, capacidades no detectables en algunos pol¨ªticos, al menos con la actual tecnolog¨ªa TAC.
Que Espa?a sea una naci¨®n competitiva es cuesti¨®n de, al menos, una generaci¨®n. Pero, a¨²n as¨ª, solo se conseguir¨¢ si empezamos a hacer lo correcto ahora mismo. Pensemos, si no, en un sistema educativo que premie el esfuerzo y el m¨¦rito, en el que los alumnos tengan mentalidad cr¨ªtica dirigida a la soluci¨®n de problemas, en el que puedan comunicarse de manera efectiva y con esp¨ªritu de colaboraci¨®n, en el que, en fin, las matem¨¢ticas, la lengua y la historia vuelvan a ser materias relevantes. Es lo que todos esperamos. Pero la esperanza no es un plan.
Jos¨¦ Emilio Cervera es economista. jecervera@jecervera.com
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