"Ya est¨¢ bien de ningunearnos"
Mano a mano, dos mujeres muy distintas ascendieron ayer la escalinata de la mayor instancia judicial del pa¨ªs, sabedoras de que sobre sus hombros, en parte, pesaba la mayor demanda colectiva por discriminaci¨®n de la historia de Estados Unidos. Betty Dukes, de 64 a?os, y Christine Kwapnoski, de 46, viajaron a Washington desde California para presenciar c¨®mo sus abogados expon¨ªan sus argumentos a favor de que el Tribunal Supremo admita a tr¨¢mite su demanda colectiva contra WalMart.
Las apoyaba presencialmente un grupo de mujeres que hab¨ªa acudido a manifestarse a las puertas del Supremo, a pesar del fr¨ªo ayer en la capital norteamericana. "Igualdad salarial, ya", gritaba una de ellas. Las dem¨¢s portaban pancartas en las que se le¨ªa: "Las mujeres de WalMart no son in¨²tiles" o "Ya est¨¢ bien de ningunear a las mujeres de WalMart".
Kwapnoski trabaja en una tienda de Sam's Club, una cadena propiedad de WalMart, en la zona de San Francisco, desde hace 24 a?os. Durante 15 de esos a?os fue uno de sus empleados m¨¢s eficientes, sin obtener un ascenso a la gerencia de la tienda. Ahora es gerente adjunta, pero considera que la promoci¨®n lleg¨® tarde. No se conforma con un premio de consolaci¨®n: "Estamos peleando por esta causa en los tribunales desde hace 10 a?os. Y es el principio. Es una batalla que libraremos hasta el final".
Kwapnoski compareci¨® junto a Betty Dukes y otras demandantes despu¨¦s de que los nueve jueces del Supremo preguntaran a los abogados de ambas partes sobre la conveniencia de admitir la demanda a tr¨¢mite durante m¨¢s de dos horas. Betty, vestida de domingo, luc¨ªa un traje chaqueta azul el¨¦ctrico, toda una veterana que ha mantenido viva la lucha por sus derechos y los de otras mujeres ya casi en su ¨¦poca de jubilaci¨®n. Es una mujer simp¨¢tica y de c¨¢lida sonrisa. Tanto, que su trabajo en una tienda de WalMart en California es dar la bienvenida a los clientes en la puerta. No es que esa fuera su aspiraci¨®n laboral.
Comenz¨® en la empresa en 1994 como cajera. Cobraba el equivalente a tres euros por hora. Confiaba en llegar a la gerencia de la tienda pronto. Le ofrecieron un puesto en atenci¨®n al cliente, que acept¨®. Pero qued¨® estancada despu¨¦s de cinco a?os. Ni ascensos ni gerencia. Se quej¨® en repetidas ocasiones, hasta que obtuvo justo lo contrario de lo que quer¨ªa: un descenso. Fue colocada de nuevo en la zona de cajas, cobrando un salario m¨ªnimo. Aquel incidente fue la semilla de un caso que sus abogados y los medios locales han bautizado como Betty contra Goliat.
Betty dijo ayer que su caso es solo uno m¨¢s en un sinf¨ªn de agravios en WalMart. "Sin una demanda colectiva, no podr¨ªamos haber hecho nada contra esta discriminaci¨®n. WalMart es demasiado grande. Una denuncia colectiva nos pone en igualdad de condiciones para luchar. Es lo ¨²nico que pedimos", explic¨®. "A todas las mujeres, les pido que no se sienten sin actuar. Las mujeres tenemos derechos".
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