Amalia Avia, pintora de todo lo que rodea al hombre
Fue una de las mayores representantes del realismo en Espa?a
La publicaci¨®n, en 2004, de sus memorias, tituladas significativamente De puertas adentro, no solo fue un testimonio precioso sobre su propia vida y la de su generaci¨®n, sino la revelaci¨®n de la rica y compleja intimidad de Amalia Avia, fallecida ayer a los 84 a?os. Hasta entonces, la conoc¨ªamos como una excelente pintora, adscrita a la corriente clasificada como realismo madrile?o, formada por un grupo de compa?eros y amigos que coincidieron aprendiendo el oficio art¨ªstico en el Madrid de 1950, parte de los cuales acabaron estableciendo lazos familiares. Entre ellos, Amalia Avia, que se cas¨® con el tambi¨¦n pintor, aunque no realista, Lucio Mu?oz.
Amalia Avia, como Antonio L¨®pez y su mujer, Mar¨ªa Moreno, los hermanos L¨®pez Hern¨¢ndez y sus respectivas mujeres, Esperanza Parada e Isabel Quintanilla, tambi¨¦n se decant¨® por la figuraci¨®n realista, pero su forma de interpretarla fue muy singular. En primer lugar, no le interesaba la representaci¨®n de la figura humana, sino los espacios en los que el hombre deja el paso y el poso de sus huellas, como las calles, las fachadas de los edificios con ciertos toques anacr¨®nicos, los interiores dom¨¦sticos, los bodegones... Tampoco, a diferencia de otros realistas de su grupo, le gustaba pintar copiando directamente del natural, que visitaba para familiarizarse con el motivo, pero prefer¨ªa luego trabajar a partir de fotograf¨ªas.
Con la publicaci¨®n de sus memorias se revel¨® como una excelente escritora
Hab¨ªa en todo ello como la necesidad de filtrar la vivencia de las cosas, poner un cierto distanciamiento frente a ellas, mediante el cual consegu¨ªa sentir mejor su verdad. Por ¨²ltimo, como le ocurr¨ªa a su marido Lucio Mu?oz, que era un pintor abstracto, amaba la materia encastada, de naturaleza org¨¢nica, en la ant¨ªtesis de los materiales industriales.
Con todo lo apuntado sobre su pintura, ya se pod¨ªa intuir una sensibilidad especial, fraguada por las experiencias que configuraron su biograf¨ªa en su infancia, marcada por la experiencia terrible de la Guerra Civil y, en los vaivenes de la posguerra, por haber tenido que vivir sucesivamente en Madrid y en la peque?a localidad manchega de la provincia de Toledo donde naci¨® en 1930, Santa Cruz de la Zarza. En estos contrastes tan fuertes, no solo de car¨¢cter hist¨®rico sino tambi¨¦n de ¨¢mbitos f¨ªsicos tan distanciados, como Madrid y un peque?o pueblo toledano, Amalia Avia fragu¨® su personalidad.
Seguramente, como antes se ha apuntado, las huellas de esta primera experiencia acabaron manifest¨¢ndose en su obra pict¨®rica. Pero la publicaci¨®n de sus antes mencionadas memorias aportaron una informaci¨®n sobre ella, que en absoluto limita su inter¨¦s a datos y documentos. Amalia Avia se revel¨® como una excelente escritora, tanto m¨¢s emocionante cuando revelaba en ellas su mundo interior, una revelaci¨®n que, por otra parte, nos recuerda la manera de ver y de sentir de otras grandes escritoras de su generaci¨®n, atentas a la captaci¨®n de los detalles cotidianos que pasan desapercibidos, y la trama intensa y conmovedora de una vida, en la que aparentemente nada ocurre de espectacular.
En este sentido, Amalia Avia, adem¨¢s de haber logrado inscribirse con luz propia en la historia del arte espa?ol del siglo XX, nos ha dejado su voz ¨ªntima, cargada de sentido po¨¦tico, y una recreaci¨®n de la vida espa?ola, en una ¨¦poca de profundas tragedias y vertiginosas transformaciones.
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