Periodistas
Antes que nada, le doy las gracias. Quiz¨¢ sea usted una de esas 76 generosas personas entre 1.000 que hoy han pagado en los quioscos valencianos m¨¢s de un euro por cada peri¨®dico impreso. Si lo ha tomado prestado o me est¨¢ leyendo por Internet, tambi¨¦n se agradece, pero el dato anterior es importante porque se ha marcado en 100 ejemplares por 1.000 habitantes el m¨ªnimo de ventas de diarios para considerar a una sociedad alfabetizada informativamente. Puede que las nuevas tecnolog¨ªas obliguen a la Unesco a revisar sus criterios, pues no es justo enviar al limbo estad¨ªstico a quienes, cada vez en mayor n¨²mero, se informan (lectura es, al fin y al cabo) garbillando el ciberespacio.
Segunda consideraci¨®n: en la era digital las y los periodistas seguir¨¢n siendo imprescindibles. Lo asegura uno de los maestros, P¨¦rez Benlloch, en el congreso convocado por la Universitat y la Uni¨®, que re¨²ne estos d¨ªas a profesionales y estudiantes que a¨²n sue?an con ganarse la vida contando al resto las cosas de la vida. Pese a que casi todas las intervenciones empezaban constatando el dif¨ªcil panorama laboral, el ambiente t¨®xico en que se trabaja (Xamb¨®), la fort¨ªsima manipulaci¨®n pol¨ªtica, la profunda degradaci¨®n en algunos casos... tambi¨¦n es cierto que han terminado animando al auditorio a zambullirse en este mundo tan complejo y apasionante. A ratos, el sal¨®n de actos se convert¨ªa con raz¨®n en un valle de l¨¢grimas. Algunos participantes llegaban a lamentar desde la tribuna el no haber podido disuadir a sus hijas de seguir su estela. Tambi¨¦n se ha destacado que la batalla de Valencia sigue abierta, y que demasiado a menudo se abandonan los principios elementales de decencia y valores c¨ªvicos. Es obvio que, en un ambiente de berlusconizaci¨®n a la valenciana, las cartas est¨¢n marcadas aunque nadie parece darse cuenta, y que nuestra primera empresa p¨²blica de comunicaci¨®n, RTVV, parece dispuesta a anular cualquier d¨¦bil latido de vida inteligente. Vivimos en el reino de las clases charlatanas, bien pagadas siempre que act¨²en a favor del poder, que canten las virtudes sacramentales de gobernantes bajo sospecha. Este es el para¨ªso de la egosfera, donde un pu?ado de cantama?anas que no valen un c¨¦ntimo se encaraman a sus columnas o tertulias para ofrecer un pu?ado de verdades de segunda mano. Ninguna informaci¨®n verdadera, solo opiniones ya digeridas que, casualmente, coinciden con los intereses del amo.
Y sin embargo... te quiero. Curioso que, tras desgranar un rosario de dificultades, casi todo el mundo haya acabado defendiendo este oficio de nuestros pecados: c¨®mo compensan los buenos momentos que siguen a "tanta tristeza que te va minando"; la carga moral y pol¨ªtica de la profesi¨®n; la necesidad de conseguir un sistema comunicativo democr¨¢tico, veraz y al servicio de la ciudadan¨ªa. Esto no es vocaci¨®n, es amor. Tozudo. Irracional, como toda pasi¨®n que se precie. Habr¨¢ que confiar en que esta gente joven la entienda y la comparta.
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