?Final de partida?
La sangrienta crisis de Costa de Marfil entra en su fase decisiva con los combates en Abiy¨¢n
La pr¨¢ctica guerra civil que vive Costa de Marfil, anta?o la perla de ?frica occidental, ha llegado a Abiy¨¢n, capital comercial del principal productor de cacao mundial y su ciudad m¨¢s poblada. En Abiy¨¢n, de donde han huido masivamente quienes pod¨ªan y en las ¨²ltimas horas atruenan las armas pesadas, tiene su ¨²ltimo baluarte Laurent Gbagbo, que no acepta su derrota en las elecciones presidenciales de noviembre pasado, pese al repudio internacional y la catarata de sanciones econ¨®micas que le han ca¨ªdo desde entonces. Contra ¨¦l marcha su rival Alassane Ouattara, presidente electo bendecido por la ONU, las organizaciones africanas y Occidente.
Unos comicios que se supon¨ªa pondr¨ªan fin a los rescoldos de una previa guerra civil, en 2002-2003, han acabado alumbrando otra en un pa¨ªs dividido, donde la mayor¨ªa musulmana del norte, base pol¨ªtica de Ouattara, se considera discriminada por la ¨¦lite sure?a. Si desalojar a un aut¨®crata nunca fue f¨¢cil, lo suele ser menos en un continente donde el sentido patrimonial del poder todav¨ªa est¨¢ a la orden del d¨ªa. Y donde su asamblea regional m¨¢s representativa, la Uni¨®n Africana, tiende a la indulgencia con quienes pretenden conservarlo a ultranza. El argumento es especialmente relevante cuando en numerosos pa¨ªses se celebrar¨¢n elecciones en los pr¨®ximos meses, de las que en buena medida depende que la ensangrentada ?frica se incorpore paulatinamente al concierto democr¨¢tico.
Un resto de sentido com¨²n y una presi¨®n exterior renovada pueden evitar todav¨ªa que el conflicto de Costa de Marfil -muchos centenares de muertos y m¨¢s de un mill¨®n de huidos, relegado por el rosario de acontecimientos ¨¢rabes- acabe en un infierno de guerrilla urbana en Abiy¨¢n, pese a la presencia en el pa¨ªs de 12.000 cascos azules. O, lo que ser¨ªa peor, implicando a vecinos -Liberia, Guinea, Sierra Leona, como en el pasado- en una de las zonas m¨¢s conflictivas de ?frica. El ¨²nico desenlace admisible es la renuncia del usurpador Gbagbo, cuyas fuerzas parecen desmoronarse por momentos, que ha rechazado sucesivas propuestas para una salida honorable. Pero la aceptaci¨®n de Ouattara como leg¨ªtimo presidente del pa¨ªs no debe constituir un cheque en blanco para un dirigente cuyas tropas tambi¨¦n cometen atrocidades en su imparable avance. Costa de Marfil exige en esta hora un l¨ªder reunificador y pacificador, de todos y para todos sus ciudadanos.
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