Hay vida m¨¢s all¨¢ de la jornada completa
El trabajo a tiempo parcial no arraiga en Espa?a - Los sindicatos lo asocian a precariedad y las empresas a una menor implicaci¨®n del empleado - En Europa ha abierto la v¨ªa a la conciliaci¨®n
El cabeza de familia est¨¢ muerto. Aquello de que el hombre trabaja fuera y la mujer en casa hace d¨¦cadas que se termin¨®. Nuevos tiempos, nuevas preguntas. Si un sueldo y ocho horas de trabajo bastaban entonces para mantener a la prole, ?por qu¨¦ no podr¨ªan ahora servir los dos sueldos de la pareja para hacer lo mismo con la mitad de tiempo? La idea tiene algo que ver con el cl¨¢sico problema matem¨¢tico para ni?os que habla del n¨²mero de obreros y el tiempo que tardan en construir una casa. A m¨¢s trabajadores, menos horas; cuesti¨®n de proporcionalidad inversa.
El mecanismo en la vida real no es, sin embargo, tan sencillo, y en cualquier caso solo pa¨ªses como Holanda, con el modelo de trabajo a tiempo parcial muy desarrollado, pueden plante¨¢rselo en esos t¨¦rminos. Espa?a se encuentra en otra fase, alejada de ese ideal de tiempo libre y conciliaci¨®n de vida laboral y familiar.
El plan contra el paro es temporal pero tiene vocaci¨®n de continuidad
El Gobierno impulsa esta v¨ªa entre j¨®venes y parados de larga duraci¨®n
Una crisis empuj¨® en Holanda el empleo a tiempo parcial hasta el 48,9%
La protecci¨®n social ha sido elemento clave para llegar a esta tasa
El Gobierno est¨¢ fomentando la jornada parcial entre j¨®venes y parados de larga duraci¨®n. Trata de reducir un desempleo del 20%, que llega al 32% para los menores de 30 a?os: ya que las empresas no contratan a tiempo completo, a ver si con bonificaciones fiscales se animan a hacerlo a jornada parcial, que cuesta menos.
La medida, incluida en el Acuerdo Econ¨®mico y Social que firmaron en febrero Ejecutivo, patronal y sindicatos, exime a las empresas de abonar cuotas a la Seguridad Social durante 12 meses por los parados que contraten a tiempo parcial si son menores de 30 a?os o llevan m¨¢s de uno buscando empleo. La bonificaci¨®n es del 100% para empresas con una plantilla inferior a 250 trabajadores y del 75% para las que superan ese n¨²mero. En febrero, la contrataci¨®n a tiempo parcial fue un 4% superior a la del mismo mes del a?o anterior.
La medida tiene car¨¢cter coyuntural, de prueba. Estar¨¢ en vigor un a?o, desde su aprobaci¨®n el pasado febrero. Pero pone sobre la mesa un viejo debate: ?por qu¨¦ en Espa?a la jornada parcial est¨¢ mucho menos extendida que en otros pa¨ªses de Europa, como Alemania, Holanda o Reino Unido? ?Por qu¨¦ empresas y ciudadanos se resisten a normalizarla? Y, sobre todo, ?se puede pensar en ella como un avance social que haga la vida m¨¢s c¨®moda o hay que asociarla, inexorablemente, a cierta precariedad?
La comparaci¨®n con Europa muestra que los pa¨ªses m¨¢s avanzados tienen porcentajes m¨¢s altos de contrataci¨®n a tiempo parcial. Seg¨²n los ¨²ltimos datos de Eurostat (del tercer trimestre de 2010), en Alemania alcanza el 26,1% de los trabajadores; en Reino Unido, el 27%; en Suecia, el 25,5%; en Holanda, el 48,9%. Las menores tasas se registran en Bulgaria y Eslovaquia; y en los pa¨ªses mediterr¨¢neos son m¨¢s bajas que en los del centro y el norte: 14,7% en Italia, 12,8% en Espa?a.
Dice la secretaria de Estado de Empleo, Mari Luz Rodr¨ªguez, que el programa se pone en marcha con una "doble mirada". La principal es la del plan de choque contra el desempleo, pero "tambi¨¦n existe una visi¨®n a largo plazo; los pa¨ªses con mayores porcentajes de contratos a tiempo parcial registran tambi¨¦n las menores tasas de paro, sobre todo juvenil y femenino. Nunca dir¨¦ que es un contrato especial para ellas, pero facilita la incorporaci¨®n de la mujer al trabajo", asegura. Y es cierto que en toda Europa la ocupaci¨®n parcial femenina es muy superior a la masculina. En Espa?a, entre las mujeres representa el 22,4%; entre los hombres, el 5,2%.
Sandalio G¨®mez, catedr¨¢tico de relaciones laborales de la escuela de negocios IESE y f¨¦rreo defensor de la jornada parcial, considera que si en el sur de Europa est¨¢ menos extendida es porque la mujer ha tardado m¨¢s en incorporarse al mercado de trabajo. Ahora que el modelo del breadwinner (el hombre que trae en exclusiva el dinero al hogar) parece que agoniza, es momento de pensar en la jornada parcial como un instrumento de flexibilidad, seg¨²n G¨®mez: "Se tiene que permitir al trabajador promocionar en la compa?¨ªa aunque no trabaje a tiempo completo. No tiene por qu¨¦ ser siempre la mitad de la jornada y del salario, sino el 70%, en algunos casos, o una parte del trabajo hecho desde casa, por ejemplo. Flexibilidad, en definitiva. Es de lo que estamos hablando en todas las escuelas de negocios".
Los sindicatos son contrarios al fomento de la media jornada porque juzgan precarias sus condiciones. Toni Ferrer, secretario de acci¨®n sindical de UGT, habla de tres obst¨¢culos para su desarrollo en Espa?a: la alta tasa de temporalidad y su frecuente vinculaci¨®n a jornadas parciales, los a menudo exiguos niveles salariales que impiden vivir con la mitad del sueldo, y una protecci¨®n social que considera insuficiente.
UGT y CC OO exigen cambios normativos. En el Acuerdo Econ¨®mico y Social lograron introducir una cl¨¢usula de revisi¨®n a los seis meses del inicio del plan de choque para analizar su impacto y, en su caso, proponer "una nueva regulaci¨®n del trabajo a tiempo parcial que incluya, entre otros aspectos, el de su protecci¨®n social".
Lo que consideran prioritario en este sentido, dice Ferrer, es que el hecho de trabajar menos horas no perjudique a las pensiones. "Se cotiza por horas trabajadas; si la cotizaci¨®n es baja, las pensiones tambi¨¦n ser¨¢n bajas", asegura. Seg¨²n la legislaci¨®n espa?ola, a cada hora de trabajo a tiempo parcial se le aplica un coeficiente corrector del 1,5 a efectos de pensiones de jubilaci¨®n e incapacidad permanente. Es decir, cada hora trabajada cuenta como hora y media cotizada para acceder a estas prestaciones. Para los sindicatos ese multiplicador es insuficiente y deber¨ªa incrementarse al 1,75 o incluso al 2.
La protecci¨®n social ha sido un elemento clave para el arraigo de la jornada parcial en los Pa¨ªses Bajos, donde ya tienen las ma?anas o las tardes libres casi la mitad de los trabajadores. All¨ª no han de preocuparse por la jubilaci¨®n porque la denominada pensi¨®n de vejez (AOW) cubre a todos los que hayan residido en el pa¨ªs en cuanto cumplen 65 a?os, y a esta se a?ade otra complementaria que est¨¢ en funci¨®n de lo que hayan cotizado por sus ingresos.
Pero el proceso holand¨¦s ha sido evolutivo y su punto de partida hay que buscarlo, precisamente, en un contexto de crisis con altas tasas de paro. Elena Sirvent obtuvo en 2007 el premio del Consejo Econ¨®mico y Social (CES) a la mejor tesis doctoral por un estudio en el que, entre otras cuestiones, cuenta las etapas por las que ha pasado Holanda en su tr¨¢nsito a lo que ella denomina la sociedad a tiempo parcial.
Primero vino el atolladero econ¨®mico. La crisis del petr¨®leo de 1973 castig¨® duramente a Holanda, debido al embargo de crudo al que los pa¨ªses ¨¢rabes la sometieron por su abierto apoyo a Israel en la guerra de Yom Kippur. Las mujeres con hijos empezaron a trabajar fuera de casa y la jornada parcial fue una buena f¨®rmula. En los a?os ochenta, el Gobierno impuls¨® este tipo de contrato para intentar paliar la elevada tasa de paro (del 13% en 1984) fomentando, entre otras medidas, las reducciones de jornada. A lo largo de los noventa se mejoraron, mediante sucesivas reformas, las condiciones laborales de esos trabajadores, cuyo n¨²mero iba en aumento. Tales medidas llegaron al punto de reconocer el derecho del empleado a ajustar sus horas de trabajo tanto al alza como a la baja sin tener siquiera que explicitar los motivos, a menos que causara con ello graves problemas de organizaci¨®n a la empresa. La ¨²ltima fase de las que habla Sirvent, vigente, consiste en promover la media jornada entre los hombres. El objetivo es alcanzar el combination scenario, en el que ambos miembros de la pareja comparten responsabilidades familiares y trabajan a tiempo parcial.
Suena bastante ajeno a la vida espa?ola, pero el porcentaje de empleos a media jornada ha crecido significativamente en la ¨²ltima d¨¦cada (representaba el 8% del total en el a?o 2000 y hoy ronda el 13%). Adem¨¢s, la mujer no tiene que incorporarse al mercado laboral. Ya est¨¢ incorporada. Ahora aspira a que sus condiciones se equiparen completamente a las del hombre, y en este sentido el empleo parcial tanto puede ser un instrumento para ella como para ¨¦l. Al menos, en potencia. En el caso de Jaume Sala, fisioterapeuta que trabaja en Asepeyo cinco horas cada ma?ana, el cuidado de sus tres hijos recae m¨¢s en ¨¦l que en su mujer, empleada a tiempo completo. "Tendr¨ªamos m¨¢s dinero si los dos trabaj¨¢ramos ocho horas, pero a veces hay que elegir entre la compensaci¨®n econ¨®mica y la familiar", afirma.
Las comparaciones entre pa¨ªses nunca son exhaustivas, debido a la cantidad de variables que intervienen. Pero siempre pueden esbozarse algunos paralelismos. As¨ª, las reducciones de jornada tambi¨¦n han sido determinantes para Alemania en la ¨²ltima crisis, que no ha llegado nunca al 10% de paro a pesar de que su econom¨ªa cayera un 5% en 2009. La ¨²ltima reforma laboral en Espa?a pretende potenciar un mecanismo parecido al germano, pero ya es tarde para los m¨¢s de dos millones de espa?oles que han perdido su empleo durante la Gran Recesi¨®n.
Al margen de la pol¨ªtica, es clave para el desarrollo de la jornada parcial que los empresarios crean en ella: "Se piensa que el trabajador no se va implicar igual que otro con una jornada m¨¢s larga, y deber¨ªa ser al contrario; cuantas m¨¢s facilidades se le den para que concilie vida laboral y familiar, mejor se sentir¨¢ en la empresa y mayor ser¨¢ su rendimiento", dice G¨®mez, el profesor del IESE.
Joan Tolr¨¤, director de Responsabilidad Social Interna de Asepeyo, dice que adem¨¢s de la mentalidad ha de cambiar la regulaci¨®n: "A veces es m¨¢s complicado modificar el tipo de jornada que despedir a un trabajador", sostiene. Su empresa s¨ª cree en este tipo de contrato y, de hecho, un 25% de los empleados trabaja cinco horas al d¨ªa de media. Tambi¨¦n es una pr¨¢ctica com¨²n en Infojobs, cuyo director, Jaume Gurt, ve lejano ese cambio de mentalidad empresarial. "Aqu¨ª tambi¨¦n nos cost¨®, pero lo hicimos cuando vinieron los primeros partos", afirma.
Las medidas gubernamentales de fomento de la jornada parcial suelen incorporar bonificaciones fiscales para las empresas, y la CEOE acostumbra a apoyarlas. Para este reportaje prefirieron no hablar, arguyendo que mientras dure el di¨¢logo sobre la reforma de la negociaci¨®n colectiva no quieren hacer declaraciones.
Los sindicatos tienen claro que los espa?oles preferir¨¢n jornadas completas mientras no mejoren las condiciones de las parciales. La Encuesta de Poblaci¨®n Activa (EPA) del IV trimestre de 2010 les da, en parte, la raz¨®n, ya que el 51,2% de los ocupados a tiempo parcial declaraba que lo hac¨ªa por no haber podido encontrar otro tipo de empleo.
Toni Ferrer, de UGT, concluye que "el tiempo parcial puede tener un papel importante, pero si mejora la protecci¨®n social". Sandalio G¨®mez, del IESE, dice que "su potencial de crecimiento es muy grande, pero la cultura empresarial ha de cambiar y la apuesta del Gobierno, crecer". Los expertos coinciden en que hay vida m¨¢s all¨¢ de la jornada completa y en que Espa?a podr¨ªa aprovechar mejor ese espacio del mercado de trabajo, si bien queda mucho por transformar. Aquel problema matem¨¢tico para ni?os que habla de obreros que construyen una casa es dif¨ªcil de resolver en la vida real. Y es que, en las ciencias sociales, dos y dos no siempre son cuatro. Ni cuatro y cuatro (horas) son siempre ocho.
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