Todo es confuso
"Menos tu vientre, todo es oscuro", escrib¨ªa el poeta Miguel Hern¨¢ndez en tiempos de tinieblas que le acabaron engullendo junto a tantos otros. Menos aquellos a quienes amamos, aquellos con quienes compartimos el vino de la amistad. Todo es amargo.
Escribo en el pasado de ustedes, como siempre, y en mi hoy se celebra -es un decir- el D¨ªa del Agua. Somos agua, el planeta es agua, escucho por la radio. Pero el planeta es tambi¨¦n sangre, nosotros tambi¨¦n. Cat¨¢strofes naturales o cat¨¢strofes provocadas por la desidia o la codicia; guerras que no sabemos ad¨®nde conducir¨¢n.
Yo soy de quienes desde el principio estuvieron a favor de influir en Libia por todos los medios pac¨ªficos -y coercitivos- posibles, cosa que no se produjo. Y mientras escribo esto, esos cagadudas lamentables que no supieron ponerse de acuerdo y que no sintieron el menor desgarro moral mientras la gente mor¨ªa porque ellos velaban por sus intereses; esos absurdos seres con corbata que pretenden controlar Europa, el mundo, las revoluciones... Bueno, miedo me da pensar en lo que puede resultar de sus desacuerdos en tiempos de -?c¨®mo llamarlo?- intervenci¨®n b¨¦lica.
"Desde el principio estuve a favor de influir en Libia por medios pac¨ªficos
Cualquier medida que hubiera acabado con Gadafi y su ralea, aunque fuera a cambio de instalarles una jaima del tama?o de un circo en Hyde Park, me habr¨ªa parecido bien. Y no creo que intervenir en Libia suponga lo mismo que hacerlo en Irak.
Pero cuando se mezclan las armas con los tontos -los ¨²nicos que han hablado con sensatez hasta el momento son, f¨ªjense bien, los militares-, y cuando a ras de tierra hay vidas, ah¨ª se me encoge el coraz¨®n, no veo m¨¢s que tinieblas y siento que, en efecto, menos el vientre acogedor de los amigos, todo es oscuro.
Porque me importa mucho que puedan morir tambi¨¦n -que hayan muerto ya- libios partidarios de Gadafi. Eran personas. Y qui¨¦n sabe lo que hay dentro de cada cual, qu¨¦ miedos, qu¨¦ encrucijadas. La inocencia se encuentra metida en muchos pliegues, y el castigar las culpas a voleo no es prerrogativa de nadie. Derrotar al tirano, poner en fuga a su ej¨¦rcito y a sus mercenarios... S¨ª, claro. Detener la locura que nosotros mismos alimentamos, naturalmente que deb¨ªamos hacerlo. Pero he visto demasiada sangre derramada como para no ponerme en el lugar no s¨®lo de quien sufre las armas, sino de quienes las empu?an. Y siento, al hacerlo, distintas gradaciones del horror.
Resultan muy inc¨®modas estas reflexiones que ahora hago porque me duele el alma. Primero, porque lo ¨²nico que puedo hacer, analizar e intentar poner orden en mis emociones, me parece in¨²til, o s¨®lo un poco ¨²til. Segundo, porque nada es blanco y nada es negro, pero en la muerte s¨ª es todo rojo. Pondr¨¦ aqu¨ª unas palabras de alguien mucho m¨¢s autorizado que yo, Robert Fisk, en su art¨ªculo Right across the Arab world, freedom is now a prospect, publicado en The Independent el mero d¨ªa en que escribo esto. Tras evaluar las ocasiones perdidas por Occidente para ayudar a que la libertad ondeara "desde las orillas de Marruecos hasta las fronteras de Mesopotamia y de Persia", y de preguntarse si ahora seremos capaces de inclinar para su bien los vientos de liberaci¨®n que recorren muchos de esos pa¨ªses, el ilustre periodista brit¨¢nico entra en Libia.
Y dice: "No estoy seguro de que Libia vaya a terminar bien. En realidad, no estoy seguro de que vaya a terminar en absoluto, aunque el vano y rid¨ªculo ataque USA a una residencia de Gadafi -casi id¨¦ntico a aquel escenificado en 1986, que caus¨® la muerte de la hija adoptiva de Gadafi- ha demostrado m¨¢s all¨¢ de toda duda que la intenci¨®n de Obama es la liquidaci¨®n del r¨¦gimen".
Es esa ausencia de seguridad en las intenciones, de confianza en la firmeza de car¨¢cter de los diferentes divos a cargo del asunto, y el profundo desagrado que muchos de ellos me inspiran, lo que hace que sienta una bola en la garganta, un peso en la conciencia y un dolor que no s¨¦ d¨®nde colocar.
Quiz¨¢, parafraseando a Miguel Hern¨¢ndez, en vuestro regazo. No para arrojaros el peso, sino para compartirlo.
Como los mu?ecos de Toy story 3 ante el horror, agarr¨¦monos de la mano.
www.marujatorres.com
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