La cat¨¢strofe moviliza a los j¨®venes
Masaaki Yasuda camina pensativo entre los ¨¢rboles. A su espalda llega el sonido pausado de un tambor desde el santuario Meiji, en el oeste de Tokio. Yasuda, de 29 a?os, ha ido a visitar el santuario, que fue edificado en su estado actual en 1958, tras ser destruido en los bombardeos que sufri¨® la capital de Jap¨®n a finales de la II Guerra Mundial. "Lo que ha ocurrido me ha hecho pensar que hemos llevado una vida muy c¨®moda y no nos hemos dado cuenta. Esta cat¨¢strofe nos debe hacer reflexionar para replantearnos nuestra forma de vivir", dice.
Yasuda, dentista en un hospital de la capital, que nunca pens¨® en abandonar como hicieron tantos otros, es uno entre muchos j¨®venes a quienes la cat¨¢strofe ha hecho replantearse su actitud ante el futuro. "Tenemos que pensar si necesitamos gastar tanta energ¨ªa. Debemos prescindir de las cosas in¨²tiles".
Mientras la generaci¨®n de sus padres trabaj¨® muy duro para levantar el pa¨ªs desde las ruinas de la guerra y convertirlo en una de las mayores potencias econ¨®micas del mundo, muchos j¨®venes, criados en la abundancia, han olvidado los valores tradicionales japoneses del sacrificio y el esfuerzo. El trauma nacional causado por la cat¨¢strofe les ha hecho recapacitar. "Creo que lo que ha pasado es una oportunidad para cambiar. Los japoneses consumimos demasiado, debemos revisar nuestra forma de vivir. Tendremos que potenciar otras fuentes de energ¨ªa", asegura Yoichi Matoba, de 27 a?os, que trabaja en una compa?¨ªa petrolera.
La tragedia ha provocado una ola de solidaridad por todo el pa¨ªs. Los j¨®venes se han apuntado como voluntarios para ayudar en las labores de reconstrucci¨®n y se han echado a la calle para recabar fondos para los damnificados. Como Kou, de 24 a?os, guitarrista en una banda de rock, que, desde el terremoto, acude cada domingo al barrio de Harajuku, coraz¨®n de la moda joven, a pedir dinero para la Cruz Roja. "Si el Gobierno controla las verduras y la leche de la regi¨®n de Fukushima y dice que no tienen radiactividad, hay que consumirlas para apoyar a los agricultores de all¨ª", dice este m¨²sico de cazadora negra y pelo lacio tintado de rubio, mientras otros cuatro amigos agitan las huchas y vocean a los paseantes para que contribuyan a la causa.
"Lo ocurrido incrementar¨¢ la solidaridad. En Jap¨®n, la gente tiene miedo a pedir ayuda, no es costumbre. La mentalidad debe cambiar a¨²n mucho", afirma Erisa Ito, de 24 a?os, profesora en un jard¨ªn de infancia. Ito piensa que los j¨®venes deber¨ªan ser m¨¢s activos. "Tendr¨ªamos que hacer m¨¢s nosotros mismos en lugar de echar siempre la culpa a los dem¨¢s", se?ala.
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