Calumniar no es libertad de expresi¨®n

Seg¨²n prescribe el art¨ªculo 205 del C¨®digo Penal, "es calumnia la imputaci¨®n hecha con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad". Resulta ser que en diversas tertulias televisivas, el que fuera portavoz del primer Gobierno de Aznar, Miguel ?ngel Rodr¨ªguez, calific¨® al doctor Luis Montes, excoordinador de urgencias del hospital Severo Ochoa de Legan¨¦s, como un nazi. Seg¨²n el citado Rodr¨ªguez, la argumentaci¨®n para sostener un calificativo tan grave como ese fueron las sedaciones llevadas a cabo en el servicio coordinado por el doctor en pacientes terminales. En enero de 2008, la Audiencia Provincial de Madrid archiv¨® la denuncia formulada por la Comunidad de Madrid contra 11 m¨¦dicos de dicho hospital. A pesar de la decisi¨®n judicial, que no encontr¨® mala praxis m¨¦dica en la actuaci¨®n del doctor Montes y sus colaboradores, el exportavoz calific¨® de nazi estos tratamientos paliativos, afirmando que "el que decide matar a alguien es un nazi".

Los nazis fueron autores de uno de los mayores genocidios de la historia, contra el pueblo jud¨ªo y otras minor¨ªas ¨¦tnicas, contra militantes pol¨ªticos comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos espa?oles, etc¨¦tera, y todos aquellos que ten¨ªan el coraje de mostrarles la m¨ªnima oposici¨®n. Los nazis mataban sin escr¨²pulo tras la explotaci¨®n esclavizada de sus v¨ªctimas; los nazis son los que de inmediato llevaban a las c¨¢maras de gas a los que ya no serv¨ªan para el trabajo en los campos de concentraci¨®n; los nazis son los que experimentaban con seres humanos sometidos a su f¨¦rula totalitaria en pro de la pureza de la raza aria. Ese el par¨¢metro de comparaci¨®n que el preclaro exportavoz ha utilizado para calificar la pr¨¢ctica humanitaria de los cuidados paliativos, llevada a cabo por el equipo de m¨¦dicos coordinado por el doctor Montes. Una pr¨¢ctica que un tribunal de Madrid no juzg¨® contraria a la lex artis, es decir, a la buena pr¨¢ctica profesional, y que le llev¨® a archivar el caso. No obstante, aun siendo conocedor de la decisi¨®n del ¨®rgano judicial eximiendo de cualquier responsabilidad jur¨ªdica al m¨¦dico y sus colaboradores, el tertuliano Rodr¨ªguez calific¨® de nazi al doctor Luis Montes. Es decir, con conocimiento de su falsedad (en sede judicial no se prob¨® que el m¨¦dico hubiese obrado incorrectamente), o, en todo caso, con temerario desprecio hacia la verdad, le imput¨® la condici¨®n de nazi; y, seg¨²n sus propias palabras reproducidas por la prensa y que es preciso reiterar: "El que decide matar a alguien es un nazi". Para este se?or, procurar un tratamiento a un enfermo terminal que en lo posible le evite el dolor es matar. Esa imputaci¨®n de delito, en las condiciones en las que las expres¨® el exportavoz, en el marco de un debate televisivo de amplia audiencia y tras conocer la decisi¨®n de archivo judicial de la causa iniciada por denuncia de la Comunidad de Madrid, no tiene otro nombre que la comisi¨®n de un delito de calumnias.

La libertad de expresi¨®n no puede en este caso servir para dar cobertura a su pedestre argumentaci¨®n, seg¨²n la cual la calificaci¨®n de nazi es una descripci¨®n y no un insulto. Esa forma de enjuiciar y calificar una pr¨¢ctica m¨¦dica que, por cierto, es reconocida como el derecho a vivir con dignidad el proceso de la muerte por algunos Estatutos de Autonom¨ªa (Catalu?a, Andaluc¨ªa, Castilla y Le¨®n), no colabora precisamente al debate p¨²blico en una sociedad abierta. Antes al contrario, es una espuria transgresi¨®n de la libertad de expresi¨®n.

Marc Carrillo es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la Universidad Pompeu Fabra.