La batalla en Yemen: actores y resultados
La revoluci¨®n en ese pa¨ªs de la pen¨ªnsula Ar¨¢biga tiene como protagonistas al presidente Saleh, los j¨®venes que iniciaron las protestas, las formaciones pol¨ªticas cl¨¢sicas, la sociedad tribal y las relaciones exteriores
Desde comienzos de febrero, y siguiendo los pasos de T¨²nez y Egipto, Yemen est¨¢ pasando por un periodo de agitaci¨®n pol¨ªtica. Aunque la retirada de la escena del presidente Ali Abdal¨¢ Saleh parece inevitable a corto plazo, a¨²n no est¨¢ claro c¨®mo influir¨¢n los acontecimientos en la distribuci¨®n del poder entre las fuerzas que pugnan por ¨¦l. A continuaci¨®n, figuran algunas ideas generales sobre los principales actores y especulaciones sobre c¨®mo se ver¨¢n afectados por el fin de Saleh, todo ello sin perder de vista que la pol¨ªtica es un proceso din¨¢mico y que las p¨¦rdidas y ganancias de cada uno depender¨¢n de su habilidad, sus recursos y su esfuerzo.
El presidente Saleh. Seguramente, entre la lista de perdedores figure el presidente Saleh, en el poder durante casi 33 a?os: 12 en el antiguo Yemen del Norte y 21 en el Yemen unificado. El mantenimiento en el poder de Saleh, con frecuencia calificado de pol¨ªtico astuto y de superviviente nato, y tambi¨¦n la posibilidad de que lo pierda pueden atribuirse a su tendencia voraz a acumular poder y riqueza en sus manos y en las de sus hijos y sobrinos. A lo largo de su carrera, Saleh ha creado una extensa red clientelar para comprar a influyentes jefes tribales, jurisconsultos isl¨¢micos y destacados mandos militares. Pero ante la creciente demanda de participaci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica, y la r¨¢pida reducci¨®n de los ingresos, la capacidad de Saleh para mantener una coalici¨®n pol¨ªticamente viable ha comenzado a caer en picado.
Puede que los j¨®venes no lleven la voz cantante, pero simbolizan la legitimidad del cambio
Para EE UU y los saud¨ªes, Saleh ha sido un aliado dif¨ªcil. No se sabe si est¨¢ contigo o con tu enemigo
Cuando Saleh se haya ido, seguramente sus hijos y sobrinos, adem¨¢s de algunos hermanastros, cu?ados y el infame partido gobernante, el Congreso General del Pueblo (CGP), desaparezcan con ¨¦l. Es probable que muchos poderosos miembros del CGP sobrevivan, bien por el s¨®lido apoyo popular con que cuentan, bien por su escasa participaci¨®n en el r¨¦gimen de Saleh. En concreto, los reformistas del partido, gracias a sus habilidades pol¨ªticas, su experiencia legislativa y sus contactos internos y externos, tienen las de ganar. Hasta ahora dos escisiones del CGP se han constituido en bloques independientes.
El movimiento juvenil. El levantamiento que actualmente tiene lugar en Yemen lo iniciaron decenas de estudiantes, activistas de la sociedad civil, licenciados en paro y personas frustradas con el comportamiento y la din¨¢mica de los partidos pol¨ªticos a los que pertenecen. Esos j¨®venes, aun siendo pol¨ªtica, social y geogr¨¢ficamente diversos, han establecido v¨ªnculos laxos a trav¨¦s de redes sociales, canales de televisi¨®n y actividades de organizaciones civiles. Puede que los j¨®venes no lleven la voz cantante en la ca¨ªda de Saleh, pero est¨¢ claro que simbolizan la legitimidad del cambio, constituy¨¦ndose en centro de gravedad para los desafectos del r¨¦gimen, entre ellos partidos pol¨ªticos, empresarios, tribus y grupos de inter¨¦s. Sus decenas de m¨¢rtires, sobre todo los del 18 de marzo, cuando m¨¢s de 52 j¨®venes perdieron la vida, han desatado una cadena de deserciones en el r¨¦gimen, inclinando finalmente la balanza en contra de Saleh y de sus allegados.
Seguramente los j¨®venes, ampar¨¢ndose en el posible ¨¦xito de su revoluci¨®n, se presenten como ganadores, aunque todav¨ªa resulta dif¨ªcil calibrar la magnitud de su victoria. Los acuerdos posteriores a la ca¨ªda de Saleh, las nuevas reglas del juego y las pol¨ªticas adoptadas en el Yemen del d¨ªa despu¨¦s indicar¨¢n la profundidad del cambio logrado por esos j¨®venes. Sin embargo, para poder consolidar su poder revolucionario, necesitar¨¢n recursos econ¨®micos y t¨¦cnicos adecuados, que les permitan competir social, pol¨ªtica y econ¨®micamente con personalidades y familias de peso.
El CCP. El Comit¨¦ Conjunto de Partidos (CCP), fundado en 2002, es una coalici¨®n relativamente cohesionada de por lo menos seis formaciones de oposici¨®n, de las que la m¨¢s s¨®lida es la Congregaci¨®n Isl¨¢mica para la Reforma, partido de orientaci¨®n isl¨¢mica moderada, conocido por su nombre abreviado en ¨¢rabe: Islah (reforma). Despu¨¦s del Islah viene el Partido Socialista Yemen¨ª (PSY), partido ¨²nico y gobernante en Yemen del Sur antes de la unificaci¨®n. Aunque seguramente los partidos que forman el CCP hagan avances, en mayor o menor grado seg¨²n cada formaci¨®n, su propia existencia y fortaleza tambi¨¦n se enfrentar¨¢n a graves amenazas. Por una parte, dentro de s¨ª habr¨¢n de lidiar con facciones y miembros que tratar¨¢n de fomentar la democracia y la participaci¨®n internas. Por otra, se ver¨¢n ante el importante desaf¨ªo de los partidos que se espera surjan de las cenizas del CGP, el movimiento secesionista del sur y la rebeli¨®n Huthi en el norte.
Lo positivo es que el conjunto de los partidos podr¨¢ beneficiarse si cambian las reglas del juego pol¨ªtico, sobre todo si consiguen imponer un sistema electoral basado en listas que sustituya al actual, de circunscripci¨®n de candidato ¨²nico.
Hashid y Bakeel. La sociedad yemen¨ª, a pesar de los cambios experimentados en el ¨²ltimo medio siglo, se sigue considerando una sociedad tribal, quiz¨¢ por el papel que desempe?an las dos confederaciones tribales m¨¢s poderosas, en su mayor parte del norte: las de Hashid y Bakeel. Cuando Saleh, perteneciente a la tribu de Sanhan, integrante de la confederaci¨®n de Hashid, tom¨® el poder en 1978, se apoy¨® en su propia tribu, la de Sanhan, y tambi¨¦n en las dem¨¢s tribus de la confederaci¨®n de Hashid, marginando a la de Bakeel, rival de aquella. Al ir acumulando poder y riqueza en sus hijos y sobrinos, Saleh se enfrent¨® a la oposici¨®n tanto de la propia Sanhan como de otras tribus de Hashid. El mandatario respondi¨® intentando realinearse con Bakeel, la tribu yemen¨ª m¨¢s numerosa y la de m¨¢s alcance geogr¨¢fico. Sin embargo, a pesar de su volumen, Bakeel est¨¢ m¨¢s fracturada que Hashid y carece de su cohesi¨®n. Adem¨¢s, tradicionalmente poderosos jeques de la segunda hab¨ªan mantenido estrechos v¨ªnculos con otros de la primera a trav¨¦s de matrimonios mixtos y empresas conjuntas, lo cual dificultaba que cualquier competidor se hiciera con el apoyo exclusivo de Bakeel.
El apoyo pr¨¢cticamente un¨¢nime de Hashid y de Bakeel a las protestas, aunque sorprendente, podr¨ªa explicarse mencionando dos factores: por una parte, los saud¨ªes, que apoyan econ¨®micamente a importantes jeques de ambas confederaciones, han abandonado por completo al r¨¦gimen de Saleh; por otra, en las dos confederaciones impera un profundo descontento con el r¨¦gimen de Saleh. Se cree que ambas tribus, especialmente la de Hashid, considerada la gobernante, quedar¨¢n en el bando perdedor. Seg¨²n algunos analistas, esta es la raz¨®n de que muchos mandos militares, entre ellos Al¨ª Mohsen, el militar m¨¢s influyente despu¨¦s de Saleh, hayan decidido unirse a la protesta, lo cual ha supuesto un gran golpe para este. Sin embargo, hace unos d¨ªas el general Mohsen, de 70 a?os, declar¨® a los reporteros que no ten¨ªa inter¨¦s ni en el poder ni en ocupar puestos de Estado. Adem¨¢s, no es cierto que las dos confederaciones se beneficiaran del patronazgo de Saleh y de otras formas de corrupci¨®n. Solo ciertos jeques y algunas familias se aprovecharon realmente, mientras que el grueso de ambas confederaciones sufr¨ªa privaciones y miseria. Puede que, despu¨¦s de todo, las tribus no pierdan, sino que ciertos individuos y grupos tengan que esforzarse m¨¢s por mantener su poder e influencia.
La comunidad internacional. Con frecuencia se dice que Saleh es un aliado clave de los estadounidenses y, desde luego, de los saud¨ªes en la guerra contra el terrorismo. Pero lo m¨¢s que se puede decir de ¨¦l es que, para ambos pa¨ªses, ha sido un aliado dif¨ªcil, del que no se puede decir si est¨¢ de tu parte o de parte del enemigo. En consecuencia, al margen de lo que se comente sobre Saleh en los c¨ªrculos oficiales de Estados Unidos y Arabia Saud¨ª, parece que los dos pa¨ªses se beneficiar¨ªan de su marcha. Puede que tengan que invertir m¨¢s en un Yemen posterior a Saleh, pero esa ser¨¢ una inversi¨®n de futuro.
Abdullah al Faqih es profesor de Pol¨ªtica en la Universidad de San¨¢. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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