Virtud presupuestaria
Con ocasi¨®n de las discusiones presupuestarias me viene siempre a la memoria un di¨¢logo del film Lo que el viento se llev¨®, en el que Rhett Butler advert¨ªa a Scarlett O'Hara de que el despilfarro siempre le pon¨ªa de mal humor. No sabr¨ªa decir si en el Parlamento gallego hay hoy personajes parecidos, pero al hilo de la inminente presentaci¨®n por la Xunta de una ley de disciplina que "blinde la solvencia y la sostenibilidad financiera", parece que van a ponerse serios con el gasto excesivo o superfluo, y ya era hora. Porque -y es humano- identificar pol¨ªtica y gasto se ha hecho costumbre, por eso no hay que escandalizarse cuando los diputados miran con indisimulado deseo algunas partidas del Presupuesto, como Rhett, descaradamente, miraba a Scarlett. Pero la crisis mand¨® parar y, al menos en eso, no vino mal.
La disciplina en las cuentas no tiene el 'copyright' de la derecha sino el del sentido com¨²n
Cuando la conselleira del ramo explica sus propuestas, debe recordarse su paso por la docencia y por la Administraci¨®n tributaria. Efectivamente, la Hacienda P¨²blica es un an¨¢lisis complejo de la relaci¨®n entre ciudadanos y Estado. "No hay mejor escuela de formaci¨®n que la Hacienda P¨²blica", dijo un mandatario europeo dirigi¨¦ndose a sus votantes, y es cierto, con la salvedad -bien relevante- de que en la arena parlamentaria y en los consejos de gobierno hay "que mojarse los pies". En la Universidad eso llevamos ganado, hay menos humedades. Y perdido, pues la experiencia de las circunstancias vividas agranda la perspectiva.
Como dec¨ªa, detr¨¢s de iniciativas como la que la Xunta prepara suele estar el empuje poderoso de los hechos. No ser¨ªa malo recordar, por ejemplo, que hace unos a?os tambi¨¦n se les fue de las manos la situaci¨®n econ¨®mica y financiera a los suecos, s¨ª, a ese pa¨ªs mod¨¦lico por tantas razones. El profesor Lindbeck encabez¨® una comisi¨®n de asesoramiento del Gobierno de Estocolomo y de ella salieron muy interesantes recomendaciones, hasta tal punto que la "disciplina presupuestaria" prescrita acab¨® por convertirse en una especie de religi¨®n de los ministros socialdem¨®cratas. Disciplina presupuestaria que no tiene, pues, el copyright de la derecha, sino el del sentido com¨²n, generalmente olvidado en los per¨ªodos de abundancia.
Algunas teor¨ªas sobre el gasto, aun siendo atendibles en varios aspectos, fueron tomadas con frecuencia como barra libre, en nombre de la estabilidad y el crecimiento. Luego las cosas vinieron mal dadas y la simpleza de ciertos argumentos qued¨® en evidencia. Hay que restaurar un aut¨¦ntico respeto por los recursos que son de todos, para utilizarlos en las cantidades, atribuciones y plazos previamente fijados por la ley, evitando desv¨ªos, ampliaciones no programadas, dispendios o conductas dudosas en el manejo de los caudales p¨²blicos.
M¨¢s de una vez se ha temido que nuestras econom¨ªas acaben desliz¨¢ndose por el peligroso terrapl¨¦n de las estrategias excesivamente adaptativas, pero tambi¨¦n para esas inercias viene al pelo un buen sistema de instituciones que ofrezcan mecanismos de transparencia y de rendici¨®n de cuentas. Nosotros los tenemos y deben perfeccionarse, para cerrar el c¨ªrculo virtuoso del uso adecuado, democr¨¢tico y controlado de los recursos p¨²blicos. Lo que no sustituye la disciplina presupuestaria es el contenido de las pol¨ªticas; solo las encauza y las posibilita, que no es poco. De lo dem¨¢s han de ocuparse las ideas, las propuestas y los programas.
Cuando se habla de disciplina presupuestaria no se est¨¢ tratando de encorsetar la acci¨®n p¨²blica en lo que algunos han calificado, acertadamente, como patolog¨ªa formal-legalista, que -a fin de cuentas- ser¨ªa un verdadero obst¨¢culo para la gesti¨®n de gobierno. M¨¢s bien se intenta contribuir a la sostenibilidad de la disciplina de gasto, reforzando la gobernanza econ¨®mica. Un presupuesto ser¨¢ siempre una restricci¨®n m¨¢s o menos rigurosa, pero nunca una barra libre con recursos infinitos. Y esto es todav¨ªa m¨¢s exigible en un Estado cuasi-federal, inscrito en una uni¨®n como la europea, en la que nadie tiene derecho a que los dem¨¢s paguen los platos rotos de las incoherencias presupuestarias. Por eso est¨¢ bien lo que propone la Xunta, pero poco ser¨¢ en ausencia de una pol¨ªtica global y coordinada en el marco del Estado y de la Uni¨®n.
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