?Qu¨¦ fue de nosotros?
A finales de los noventa un grupo de profesionales de la comunicaci¨®n fuimos a visitar al expresidente Adolfo Su¨¢rez a su despacho. El motivo del encuentro era presentarle una campa?a de publicidad para CEAR (Comisi¨®n Espa?ola de Ayuda al Refugiado), de la cual Adolfo Su¨¢rez era entonces presidente. Una vez acabada la presentaci¨®n formal, Su¨¢rez, inesperadamente, se me acerc¨® y me pregunt¨® por mis padres; quer¨ªa saber si yo era argentino de primera generaci¨®n y en qu¨¦ a?o ellos hab¨ªan emigrado. Cuando termin¨¦ mi breve relato, comenz¨® el suyo. "Siendo presidente", dijo Su¨¢rez, "visit¨¦ Argentina durante la dictadura del general Videla y me reun¨ª en el Club Espa?ol con los padres espa?oles de hijos desaparecidos e intent¨¦ colaborar con ellos. Todo lo que hice fue poco, pero era mi deber", termin¨® Su¨¢rez, "mi deber ante mi padre ausente que muri¨® creyendo que su hijo era un fascista".
Estamos obligados a olvidarnos de lo que fuimos para poder seguir siendo alguien
Si bien los bi¨®grafos mencionan que los desencuentros marcaron la relaci¨®n entre Su¨¢rez y su padre, Hip¨®lito, la filiaci¨®n republicana de este explica esa confesi¨®n, que legitima Santiago Carrillo al recordar que Su¨¢rez es "hijo de los que perdieron la guerra". Pero lo que de verdad importa es la pulsi¨®n de Su¨¢rez por su identidad pol¨ªtica.
El contraste con Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y Felipe Gonz¨¢lez, los otros dos expresidentes vivos, abocados hoy a tareas privadas que son posibles gracias al ejercicio del poder que han dejado atr¨¢s, me ha hecho recordar aquel encuentro. El entramado medi¨¢tico de Rupert Murdoch y la el¨¦ctrica Endesa en el caso de Aznar, y la reciente incorporaci¨®n de Gonz¨¢lez al Consejo de Gas Natural, hablan de la dispersi¨®n profesional, la mutaci¨®n laboral y la perfecta sinton¨ªa de ambos con el tiempo que les toca vivir.
Tanto Richard Sennett como Zigmunt Bauman han descrito el escenario laboral actual. La disoluci¨®n de las certezas, la p¨¦rdida de la estabilidad laboral, la deslocalizaci¨®n, la flexibilidad, en fin, la caducidad de los relatos que configuraban un mundo m¨¢s o menos estable con reglas acordadas bajo un marco de garant¨ªa pol¨ªtico, han dado paso a la necesidad de desarrollar una capacidad que nos permita cambiar de t¨¢cticas y estilos en un santiam¨¦n, para abandonar compromisos y lealtades sin arrepentimientos, y para ir en pos de las oportunidades seg¨²n la disponibilidad del momento, en vez de seguir las propias preferencias consolidadas.
El trabajo artesanal, bien hecho, que genera no solo el sustento sino la plenitud de alcanzarse a uno mismo, ha muerto; las cualidades personales de un buen trabajador parecen dif¨ªciles de definir.
El actor Jorge Sanz y el realizador, guionista y escritor David Trueba parecen haber interpretado perfectamente esta transformaci¨®n al encarar la producci¨®n independiente ?Qu¨¦ fue de Jorge Sanz?, producida y emitida por Canal Plus. El argumento es simple: Jorge Sanz, con cuarenta y tantos a?os y trabajando como actor desde ni?o, habiendo alcanzado la fama, ganado premios y reconocimiento, no consigue trabajo. Un amigo suyo pasa a engrosar la fila de parados despu¨¦s de trabajar en una distribuidora de quesos y se reconvierte en agente art¨ªstico intentando conseguir lo aparentemente imposible: un trabajo digno para Sanz y para s¨ª mismo.
La pirueta genial de la serie televisiva es que parte de un hecho concreto y verificable, la invisibilidad laboral de Sanz, y revierte esa situaci¨®n al llevar a Sanz a ejercer en p¨²blico un rol reservado hasta ahora a la esfera privada: el de Jorge Sanz.
Ser alguien, aunque sea otro. Ser el personaje Jorge Sanz, aunque no sea el real, aunque sea un suced¨¢neo hiperreal que cuenta su peripecia para sobrevivir. Dejar de ser Gonz¨¢lez o Aznar, tal como les conocemos, tal como hab¨ªan elegido ser, para convertirse en otros, en empresarios de un mundo donde la pol¨ªtica ya no es una herramienta que ordena la realidad para el bien com¨²n, sino que la adapta al criterio de un modelo excluyente. Berlusconi, en un movimiento contrario, tambi¨¦n hace lo propio: es un empresario que mut¨® en pol¨ªtico porque all¨ª encontr¨® un rol af¨ªn a su pulsi¨®n de poder ilimitado. Con el desparpajo esc¨¦nico de su lucha contra el peligro comunista en un mundo donde el comunismo desapareci¨®, como apuntaba no hace mucho Umberto Eco.
En una de sus Seis propuestas para el pr¨®ximo milenio, Italo Calvino hablaba de la posibilidad de crear una obra que nos permitiese salir de la perspectiva limitada de un yo individual, que nos facilitara no solo entrar en otros yoes semejantes al nuestro, sino tambi¨¦n hacer hablar a lo que no tiene palabra. Claro, Calvino hablaba de literatura. Pero para ser otro hace falta capacidad creativa, como la que demuestran Sanz y Trueba.
Lamentablemente, parece que una enfermedad irreversible le ha arrebatado la memoria a Adolfo Su¨¢rez. Cuando contaba con ella la utilizaba, entre otras cosas, para hacerse preguntas a s¨ª mismo, buscando consolidar su propio yo. Nosotros, tambi¨¦n de manera lamentable, parece que estamos obligados a olvidarnos de lo que fuimos para poder seguir siendo alguien. ?Qu¨¦ fue, entonces, de nosotros?
Miguel Roig, creativo publicitario y escritor, es autor del libro Bel¨¦n Esteban y la f¨¢brica de porcelana (2010).
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